La “maquinaria” de Fuerza Bruta estuvo guardada y en pausa durante dos años y medio en contenedores en una zona industrial de Pilar. La última vez que la compañía presentó Wayra fue antes de la pandemia, en 2019. A partir de este martes, el espectáculo -estrenado en 2011 en el Luna Park- podrá verse en Obras por cuatro semanas. “Estamos retomando los vínculos entre nosotros y es emocionante”, dice Fabio D’Aquila, coordinador general del grupo. A su vez, se entusiasma con lo que pueda ocurrir con el público. “Si el show tenía algo que apuntaba hacia lo oscuro eso ahora se vuelve festivo. Trataremos de que transmita una sensación de pasarla bien, de sacarnos de encima la presión, soltarnos, liberarnos”, completa.
Desde 2013, Fuerza Bruta -surgida como proyecto independiente de la compañía De La Guarda- propone experiencias de teatro de inmersión, con la premisa de “quebrar el sometimiento intelectual del lenguaje” y “operar eficazmente sobre la sensibilidad del espectador”. “Una sensibilidad colectiva, universal, sin traducción ni anestesia, brutalmente feliz” es la búsqueda, de acuerdo a la síntesis del comunicado que anuncia las presentaciones de Wayra. El éxito de Fuerza Bruta a nivel mundial se plasma en estos números: 6 millones de espectadores, más de 34 países, 58 ciudades. Ahora, además de la presentación por primera vez en Obras llevará un show a Corea que había quedado postergado por la pandemia de Covid-19.
En nueve años de historia, un día sucedió lo que nunca. Lo ocurrido en los últimos dos años atraviesa por completo a este regreso. Durante ese período no solamente quedó la “maquinaria” guardada en contenedores: por las características de la compañía, por su propuesta de ritual tan arraigado en el aquí y ahora y en las sensaciones, no había muchos caminos para que se las rebuscara para continuar en funcionamiento. “Hicimos un intento de streaming para una empresa que festejaba años. No nos resultó”, cuenta D’Aquila. De tener dos, tres compañías girando en simultáneo por el mundo pasaron a un parate total. Diqui James, uno de los fundadores, lanzaba ideas jugadas en encuentros virtuales, como una especie de “autofuerzabruta” a la manera de autocine. Pero nada de eso se llevó a cabo. Se perdieron actores, técnicos y operadores que tuvieron que salir a buscar otros trabajos. Los que están disponibles fueron convocados para Corea y Obras.
“Arrancamos de cero a mil, con dos compañías a la vez. Está buenísimo volver a empezar. Es sentir que estamos vivos, porque la pandemia tuvo un sentido de pérdida muy importante. Ni siquiera es que teníamos participación en redes. Quedó todo muerto”, expresa D’Aquila en la charla con este diario. La nueva energía se traducirá al espectáculo. Por eso dice aquello de que se dejará a un lado la oscuridad y se recuperará, ante todo, lo festivo. En concreto, es el mismo show estrenado en el Luna Park pero con una serie de modificaciones, que tienen también que ver con el espacio físico al que hay que adaptarlo. “Nuestra dinámica la asociamos mucho a la génesis de las bandas de rock. Presentás un disco y luego vas haciendo canciones y las vas agregando. Hay dos escenas clásicas que son nuestros hits: la del corredor y la de la pileta. Están y estarán siempre. Otras se modifican, se acortan, se alargan, le hacemos un remix a la música, agregamos una pantalla… lo vamos aggiornando. Eso nos ayuda a seguir manteniéndonos vivos y a mantener vivo al show”, detalla el coordinador.
Tienen otra expectativa respecto del público, además del hito que representa el reencuentro: seducir a los sub-25, que quizás todavía no los conocen o los recuerden vagamente por su presentación en el Obelisco para los Juegos Olímpicos de la Juventud (2018). “Podemos seguir peleándola, buscando el gancho. Porque lo nuestro no es tradicional o habitual. Van a sentir la experiencia en vivo por más que estén toda la función con el telefonito, que es también probable. Me imagino a un joven haciendo su propio streaming de lo que está viendo.”
"Cuando empezamos 'experiencia' era una palabra exótica. Hoy la tenés hasta en una publicidad o en la gastronomía. La búsqueda de la experiencia, de lo sensorial, está mucho más a mano en la comunicación”, analiza D’Aquila.
-Y en ese sentido… ¿qué lugar específico tiene Fuerza Bruta dentro de la oferta cultural?
-Logramos tener un sello de autenticidad o de originalidad. Nuestro lenguaje no se utiliza mucho. Más allá de la pertenencia a Buenos Aires o a nuestro país, nos abrió puertas para estar en Asia, Nueva York o Londres, con una continuidad importante. Contagia y supera las localías. Si hay algún artista que use lo aéreo o ande por el camino nuestro lo van a tildar de Fuerza Bruta: le va a costar atravesar su identidad. Esa impronta que ganamos nos fue dando nuestra personalidad.
-En Obras es la primera vez, ¿no? ¿Qué les representa?
-Lo tengo muy relacionado al rock y a la música. Estar ahí es un desafío. Tuvimos que hacer adaptaciones importantes sobre todo por el techo, que no está preparado para cargarle mucho peso. Hubo un desarrollo de ingeniería, con apuntalamientos, para que lo soportara. A diferencia de otros shows este es un poquito más bajo. Las cosas están un poquito más cerca de la cabeza, lo que genera otra relación. Veremos cómo funciona; es otra expectativa. Nuestras puestas tienen siempre ese desafío, el de adaptar nuestro espectáculo al lugar. Así como en su momento nos animamos a hacer el Luna Park, el regreso en un estadio como Obras tiene su peso para nosotros. Vamos a celebrar y a pasar un buen momento con el arte.
*Wayra se presentará de martes a domingos en el Estadio Obras. Av. del Libertador 7395.