Romina Richi parece expandirse en todas las direcciones. A su labor como actriz, que la popularizó sobre todo a partir de la antológica serie Resistiré, Richi --que se empeña en recordar que su apellido es así, y no Ricci, como suele escribírselo-- le suma ahora la dirección de una obra de teatro y no una sola película como realizadora, sino tres. La obra en cuestión es No te vayas con amor o sin él, su autor es Norman Briski y descorrerá las cortinas el 5 de agosto en el Teatro La Plaza. En cuanto a las películas, las dos primeras que dirigió se conocieron durante la última edición del Bafici, otra está en fase de gestación.
Este jueves Richi asistirá, en el cine Gaumont, al estreno de su opera prima como realizadora. Se trata de Fantarias, documental sobre la creación de una puesta en escena, la de la comedia musical El tigre, que lleva por subtítulo El Paraná llega a París. La obra es creación del eminente teatrista Alfredo Arias, quien a su vez tiene película propia para estrenar. Pero ese es un tema que deberá abordarse a su tiempo. Para concretar su deseo de filmar a Arias en acción (el título de Fantarias lo puso él mismo), Richi se vio obligada a “perseguir” a su objeto artístico durante meses, hasta el estreno de la obra en el Théâtre du Rond-Point de París.
-¿Cómo se dio esto de dirigir cine, es un deseo que venía de largo?
-Sí, llevó mucho tiempo de estudio, incluida la carrera de Directora de Ópera en el Teatro Colón, que terminé durante la pandemia.
-¿Por eso te interesó filmar la obra de Arias, que tiene elementos operísticos?
-No, a Arias quise filmarlo porque admiro su trabajo. Tiempo atrás había presenciado entre bambalinas una obra previa de él, que me maravilló. Consistía sólo en dos actrices, Alejandra Radano y Sandra Guida, actuando en espejo toda la obra. Ver eso era fascinante. Ahí me dije que a ese hombre tenía que filmarlo, y cuando empezó con los primeros ensayos de El Tigre, que tiene elenco binacional (están de nuevo Radano, que es algo así como su “actriz fetiche”, y el bailarín Carlos Casella), llegué a la conclusión de que esa era la ocasión.
-¿Cursaste estudios de cine? Porque Fantarias no parece en absoluto la obra de una principiante.
-Desde chica estudié dibujo, pintura, hice storyboards, más tarde me dediqué a la fotografía y en un momento tuve necesidad de poner esas fotos en movimiento. Supongo que mi experiencia como actriz también habrá ayudado.
-Fantarias es de una gran homogeneidad estética. Fluye. Está filmada sobre todo en planos americanos (los que llegan hasta la rodilla) o más amplios, sin saltos bruscos a primeros planos. Da la sensación de que la dirigiste sobre la base de un storyboard.
-Sin embargo no. Tené en cuenta que en un documental no podés prever demasiado lo que va a pasar, tenés que ir dispuesto a adaptarte. No podés planificar plano por plano. Yo tenía un plan de trabajo, por supuesto. Hoy se filma tal escena, mañana tal otra. Pero después la escena que tiene que resolverse en un día demora varios más. O el director de la obra cambia cosas sobre la marcha, que es lo más común del mundo. No estás filmando máquinas sino un proceso creativo, que es algo de lo más delicado, donde participa un grupo de gente, cada uno con sus expectativas.
-Esa aleatoriedad no se percibe en la película, que sorprende por su coherencia visual. Se nota que hay cosas que decidiste no hacer. No filmar todo desde la primera filmar de plateas, desde ya (es algo que murió hace más de cien años). Pero tampoco ponerte a recorrer el escenario, como hace Wim Wenders en Pina, o alguna clase de lucimiento como los que son comunes en los directores principiantes. Seguiste a los personajes.
-Sí, a mí me interesaba filmar a esa gente haciendo ese trabajo. Con respecto a lo de Pina, económicamente no estaba en condiciones de hacer una planta como esa, filmando tomas y tomas con una steady cam. Esta es una producción pequeña, hecha con un equipo mínimo. Le agradezco especialmente al Incaa el apoyo que me dio, sin el cual hubiera sido imposible llevar el proyecto adelante.
-Para multiplicar la sorpresa, te ocupás no sólo del guion sino de la cámara y dirección de fotografía. ¿No tenías miedo de que tanta acumulación de roles te hiciera descuidar la dirección, que es una tarea de lo más absorbente?
-Mirá, la verdad que me resultaba más sencillo hacer yo la cámara y la fotografía. Si lo hace otro tenés que explicarle qué querés, en una de esas tiene otra idea, se pierde tiempo discutiendo las diferentes posturas… En cambio, si soy yo sola la que toma la decisión de cómo iluminar y dónde poner la cámara, no lo pienso demasiado. Voy, lo hago, y listo.
-Parece que el sistema funciona. Hablemos de tu otra película, que hiciste a continuación de ésta.
-Se llama Las Chinas y es una ópera. Una ópera de Gluck, que filmé tal como está escrita. ¡De hecho no filmaba con guion, sino directamente con las partituras! Es mi trabajo de tesis de graduación en la Escuela del Colón. Los actores no entendían nada, porque no son actores de ópera y no sabían bien qué hacer. Son un grupo de amigxs muy queridxs: Dolo (Fonzi), Juli (Cardinali), Leo (Balcarce) y Guillermo Pfening. Recién cuando vieron la película terminada entendieron lo que habían hecho (risas). Es difícil de presentar, ya que es con cantantes y músicos en vivo.
-¿Tenés previsto estrenarla?
-Sí, claro, eso es lo que quisiera. Pero todavía tengo que ver dónde, por esas dificultades que te mencioné. Me gustaría hacerlo en el Colón, como forma de agradecimiento a la formación que me dio.
-Tengo entendido que ya estás preparando otra película. ¿Qué apuro tenés?
(Risas) Ninguno, tengo ganas nomás.
-¿Es otro documental?
-No, ésta es de ficción. Se va a filmar en Misiones, ya estuve haciendo viajes, me reuní con nativos guaraníes para interiorizarme un poco de su cultura.
-¿Podés anticipar de qué se trata?
-Es sobre una figura mitológica de la zona, el Pombero.
-¡El Pombero! ¡El de Embrujada, de la Coca Sarli! ¡Un maestro el Pombero!
-Es una figura muy interesante, como todos los mitos populares. Puede llegar a ser tanto amigo como enemigo de los hombres, según se comporten. Generalmente, la gente del campo le pide favores: hacer crecer los cultivos, cuidar de los animales de corral. Pero después de pedirle un favor no deben olvidarse jamás de hacer la misma ofrenda todas las noches durante 30 días. Si lo olvidan, despertarán su furia.
-¿También tiene un costado ecológico el personaje, no?
-Totalmente. Es un ser del bosque, que castiga a los cazadores y pescadores que cazan o pescan más de lo que necesitan, haciéndolos extraviarse en la espesura.
-Últimamente se habla de “terror folklórico”.
-Ponele.