The Souvenir Part II 8 Puntos
Reino Unido/Irlanda/EE.UU., 2021
Dirección y guion: Joanna Hogg.
Duración: 107 minutos.
Intérpretes: Honor Swinton Byrne, Tilda Swinton, James Spencer Ashworth, Alice McMillan, Oli Bauer.
Estreno en Flow.
Estrenada en la plataforma Flow en 2020, The Souvenir, cuarto largometraje de la británica Joanna Hogg, volvió a demostrar la creatividad y talento de la directora de Archipelago y Exhibition. El crítico Juan Pablo Cinelli escribió en estas mismas páginas que “The Souvenir es un retrato de muchas caras. Por un lado, la historia de un amor más grande que la vida, tormentoso y apasionado, cargado con iguales dosis de placer y de dolor. Por otro, el camino que Julie va abriendo a los golpes en busca de descubrir quién es o qué quiere”. De carisma semi autobiográfico, la película describía la relación de una joven estudiante de cine, Julie (Honor Swinton Byrne, hija de Tilda Swinton, en su extraordinario debut como actriz), con un hombre algo mayor que ella, el misterioso Anthony (Tom Burke), cuyo aparente trabajo en el Ministerio de Relaciones Exteriores iba de la mano de una creciente adicción a la heroína. Los años del thatcherismo ofrecían el trasfondo social para un relato de intimidades dolorosas.
The Souvenir Part II puede ser vista de manera independiente, pero sólo su visión como continuación directa de la primera parte es capaz de abrir las puertas de todas sus bondades cinematográficas. Anthony ha muerto de sobredosis (¿un accidente o un suicidio?) y Julie transita esa desaparición con la fragilidad a flor de piel, intentando reconstruir, cual detective, las últimas horas de vida de su examante. Su madre, interpretada nuevamente por Tilda Swinton –reflejando en la ficción el mismo vínculo de la vida real– la apoya de la mejor manera posible. Hogg, basada en su propia estirpe familiar, describe una clase acomodada de características sociales y culturales particulares, conservadora en ciertas costumbres y tratos, flemática por definición, pero abierta a las nuevas libertades. Los años 80 se acaban y Julie está a punto de recibirse, aunque antes debe realizar su película de graduación. Abandonando el proyecto previo de un retrato de raigambre social, a la manera de un Loach, que atravesaba la primera entrega del díptico, la futura realizadora escribe un guion basado en su propia experiencia de vida junto a Anthony.
Antes de comenzar a filmar una escena bisagra del film de tesis, una colega estudiante, interpretada por la actriz y directora greco-francesa Ariane Labed, le pregunta por qué el personaje femenino no dice algo sobre las actitudes sospechosas de su novio (los espejos ficcionales de Julie y Anthony). “Porque así ocurrió, yo no dije absolutamente nada”. La respuesta de Julie pone de relieve, de forma sucinta y precisa, las diferencias inherentes al edificio narrativo de la ficción y la vida real. Ejemplo cabal de cine dentro del cine (o de cine sobre el cine), la secuela de The Souvenir vuelve a utilizar diferentes formatos visuales –16mm, 35mm y digital de alta definición– para reflexionar sobre el arte como imitación de la vida y viceversa, llevando aún más al límite la experimentación con las elipsis temporales, marca registrada en toda la filmografía de Hogg. La aparición brevísima y cortante de canciones paradigmáticas de los años 80, de Eurythmics a Erasure y de allí a Soul II Soul, se imponen como signos de puntuación musicales, comas y puntos sonoros que empujan la trama de forma pertinente y elegante.
Si The Souvenir era una historia de descubrimiento personal, la secuela es una película sobre el duelo, de cómo los dolores reales pueden transmutar en material artístico. Hogg enriquece el relato central con comentarios indirectos sobre el cine de su país –allí está ese cineasta joven consagrado, interpretado por Richard Ayoade, luchando con un proyecto musical problemático– y dedica varios momentos al desarrollo de Julie como creadora y ser humano. El plano final, luego de una escena de cumpleaños, el número 30 de la protagonista, cierra el film con un evento de implicancias históricas de enorme relevancia. Las lágrimas de Julie pueden interpretarse de muchas maneras, clausura de un díptico de innegable potencia cinematográfica, dirigido por uno de los nombres más importantes del cine contemporáneo producido en el Reino Unido.