Hace falta más de un siglo, exactamente 132 años, para que haya paridad entre hombres y mujeres en el mundo. Según un informe realizado por el Foro Económico Mundial (FEM), los avances logrados en 2021 en términos de paridad no compensan el impacto de la pandemia. Argentina se encuentra en el puesto 33 del ranking de países con menor brecha de género, sobre todo por su buen desempeño en el ámbito educativo, aunque muy abajo en el de participación económica.
El estudio, que la institución organizadora del Foro de Davos elabora anualmente desde hace 16 años, indica leves progresos con respecto a 2021, año en el que el tiempo calculado para acabar con la brecha era de 136 años, aunque insuficientes para compensar la caída que provocó la pandemia.
El índice global de brecha de género se compone de cuatro áreas que abarcan la participación económica y oportunidad; el logro educativo; la salud y supervivencia; y el empoderamiento político. En 2022 se sitúa en 68,1 por ciento -un nivel del 100 por ciento significaría paridad total entre géneros y 0 por ciento disparidad completa-. Entre las 146 economías evaluadas en todo el mundo, solo una de cada cinco logró cerrar la brecha de género en al menos 1 por ciento en 2021.
Por área
El campo de la participación política mide la brecha en los niveles más altos de toma de poder a través de la proporción de mujeres en cargos ministeriales, parlamentarios, y como jefas de Estado. Es en este punto donde la brecha mundial es mayor (22 por ciento), lo que se traduce en que la presencia de hombres en puestos ejecutivos es casi cuatro veces mayor que la de mujeres, un problema que al ritmo actual tardará 155 años en revertirse.
El indicador de participación económica advierte la brecha salarial y la presencia de hombres y mujeres en la población económicamente activa. Hay un 60,3 por ciento de paridad y el Foro Económico Mundial calcula que faltan 151 años para conseguirla.
En el campo educativo, es decir tasas de alfabetización y escolarización según género, se está más cerca de la paridad, con un subíndice del 94,4 por ciento, y el informe calcula que aún quedan 22 años para lograrlo. Finalmente, en lo referente a salud, específicamente esperanza de vida y porcentajes de hombres y mujeres al nacer, la tasa de paridad es la más alta (95,8 por ciento).
Islandia ocupa el primer puesto. Resulta de esta manera por decimotercer año consecutivo el país con mayor igualdad de género en el mundo, seguido por otras dos naciones nórdicas, Finlandia y Noruega. Más abajo en la lista se encuentran Nueva Zelanda, Suecia, Ruanda, Nicaragua, Namibia, Irlanda y Alemania.
Por regiones, América Latina y el Caribe se ubicó tercera en el ranking detrás de Norteamérica y Europa, con una mejora de 0,4 por ciento y la perspectiva de cerrar la brecha de género en 67 años.
Argentina
Con una leve mejora en su indice de desigualdad, Argentina ocupa el número 33 del ranking mundial - en 2021 ocupaba el 35- y el quinto a nivel continente. Cuenta con muy buenos indicadores educativos, manifestando una igualdad perfecta en todos los componentes de ese campo y liderando el ranking mundial en este campo.
Alerta sin embargo la desigualdad en términos económicos. Se encuentra en el puesto 102 de las 146 economías evaluadas, sobre todo por la diferencia de salario percibido entre géneros y la baja tasa de participación laboral de las mujeres. El campo de participación política también enciende una alerta dado que, al contrario de los otros indicadores, empeoró durante 2021. Pasó del puesto 25 al 28, sobre todo por la menor participación de mujeres en ministerios.
En este sentido, el Ministerio de Mujeres presentó este miércoles el segundo informe de gestión de la mesa interministerial de políticas de cuidado, una de las caras que explica esta desigualdad. El foco del año estuvo puesto en el anteproyecto de ley 'Cuidar en Igualdad' que establece la creación del Sistema Integral de Cuidados de Argentina con perspectiva de género (SINCA) y la modificación del régimen de licencias en los sectores público y privado. Fue presentado por el presidente y se encuentra actualmente en la Cámara de Diputados a la espera de su tratamiento.
Se reconoce el derecho de todas las personas a recibir y brindar cuidados, así como también el derecho al autocuidado; y promueve la igualdad de género porque hace visible el valor social y económico de los cuidados y los reconoce como un trabajo, ya sea que se desarrollen al interior de los hogares, en el ámbito comunitario, público o privado. En la actualidad, este trabajo es ejercido por mujeres y LGBTI+ de manera invisibilizada y no remunerada en muchas ocasiones.
Entre los diez puntos más relevantes con los que cuenta este anteproyecto, también se promueve la ampliación de la oferta de servicios e infraestructura de los cuidados y la adaptación de las jornadas laborales a las necesidades de cuidado en los sectores público y privado. Además, propone proteger a todas las personas que necesitan cuidados: niñas, niños y adolescentes, con prioridad hasta la edad de 5 años inclusive; personas de 60 años o más, cuando lo requieran; y personas con discapacidad.