En los últimos días, diarios de todo el mundo publicaron extractos de los "Uber files", un paquete de 124 mil documentos, sobre todo mails y mensajes, filtrados al diario británico The Guardian. Los documentos refieren a las actividades de Uber en más de 40 países entre 2013 y 2017, por lo que su tratamiento requiere un trabajo de hormiga. Por eso, The Guardian compartió los documentos con el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación del que participan 180 periodistas en 29 países, incluidos varios de Argentina. Cada uno de estos medios, a su vez, utilizó distintos enfoques para sus notas que permiten, pincelada a pincelada, describir lo que podría resumirse como un "emprendedurismo de shock".
Súper cebados
Al leer los mails internos de Uber durante esos años, en los que era aún dirigida por su fundador Travis Kalanick, queda claro que la app no era un simple emprendimiento para lograr un ingreso decente y que se beneficien los usuarios: la empresa estaba en guerra.
¿Contra quién? Resumidamente, contra los taxistas, las plataformas competidoras, los reguladores, el Estado, los inversionistas que no entendían, los que entendían pero quería más control, la policía, los usuarios que debían ser manipulados para usar solo esa aplicación y los impuestos. Además, esa guerra tenía que ser rápida porque era muy costosa.
Recientemente salió la historia de Uber en formato serie. Se llama "Super pumped", en referencia a la frase que usa recurrentemente Kalanick y que podría traducirse como "Súper cebado". Justamente, la plataforma aceleró quemando dinero como combustible con la idea de obtener ganancias más tarde, tras haber sometido a todos.
En cada capítulo de la serie hay referencias a la tasa de "quema de efectivo" (cash burn) como indicador del crecimiento rápido, pero también del tiempo que les queda: por eso cualquier atajo es válido. Los recursos se usan para incentivar a más choferes con comisiones tentadoras (aunque insostenibles), lobby y para acceder a nuevas ciudades. Era un crecimiento desmesurado para convencer a más inversionistas de que no pueden quedar fuera del próximo Google o Facebook.
De esa manera se montó un gigantesco esquema en el que las ganancias siempre quedaban por delante pero prometían tal desmesura que más inversionistas querían subirse al tren. Como se dijo muchas veces en este diario, luego de 13 años, aún no llegó el momento en el que el saldo económico es positivo. Hoy en día, sus acciones rondan los 22 dólares, contra los 41 de sus inicios y un pico de 63 en 2021.
Más sustento
Sin decir nada realmente novedoso, los documentos internos de la empresa dejan claro que los directivos eran conscientes de lo que hacían y de que no existía ningún tipo de restricción moral que los detuviera.
Por ejemplo, en The Guardian hicieron foco en el uso del "kill switch", una suerte de interruptor preparado para desconectar a las oficinas locales en distintas ciudades de los servidores principales en caso de que llegara una inspección imprevista. De esa manera, los ingenieros de la empresa no podrían brindar a los inspectores las respuestas que exigían. A tal punto llegaron las cosas que en Bélgica, el 12 de marzo de 2015 ocho policías armados y seis especialistas en informática irrumpieron en las oficinas de Uber para acceder a la información sobre los choferes. En un mail interno, el responsable de la oficina le escribía a Kalanick que los empleados fueron detenidos antes de poder activar el "kill switch".
Mientras esto ocurría en las oficinas, la empresa orquestaba una gigantesca operación de prensa donde se mostraba como generadora de trabajo, eficiencia, comodidad y para eso utilizaba varias herramientas. En principio, un enorme lobby con equipos de abogados que salían a responder por todas las violaciones a las normativas de transporte producidas. Un ejemplo desarrollado por tres periodistas de Infobae es lo que ocurrió en Buenos Aires. En esta ciudad, cuando las negociaciones con las autoridades fracasaron, la empresa decidió lanzarse igualmente al mercado y afrontar las consecuencias legales. Por otro lado se contactaron personajes reconocidos (se habla de Messi), para legitimar las operaciones. En todo el mundo, pero sobre todo en Estados Unidos, se contrataron exfuncionarios del Estado para aprovechar sus contactos al interior de los entes regulatorios y decisorios.
A esto se suma un complejo sistema de empresas y subsidiarias (más de cincuenta) para reducir los impuestos que debían pagarse y el fogoneo a los choferes para que presionen a las autoridades también desde abajo: cuando Kalanick incentivó a sus choferes a hacer una contraprotesta frente a una manifestación de taxistas en París en 2016, le advirtieron que se podía generar un enfrentamiento. "La violencia garantiza el éxito", respondió.
Las filtraciones de Uber pueden tomarse como el manual de emprendedurismo de shock, en el que se golpea en todos los frentes al mismo tiempo sin medir las consecuencias. Desde la empresa afirman que no pedirán perdón por el pasado, aunque aseguran que esas prácticas quedaron atrás. De cualquier manera, buena parte del daño ya está hecho.