Llevar las municiones que se repartieron entre las fuerzas golpistas bolivianas fue una “orden de la conducción superior de Gendarmería”, declaró este miércoles ante la justicia el jefe del primer contingente de efectivos que se desplegó en La Paz por decisión del gobierno de Mauricio Macri. La jefatura de Gendarmería estaba, en ese momento, a cargo de Gerardo Otero, un hombre muy cercano a la entonces ministra de Seguridad Patricia Bullrich y que había participado de una reunión con Marcos Peña en la Casa Rosada horas antes de que los alacranes partieran hacia el país vecino.
Martín Miguel Hidalgo estuvo a cargo del primer grupo de gendarmes que viajó a La Paz. Ya no integra esa fuerza y se desempeña como un consultor independiente en temas de seguridad. Como tal, se presentó ante el juez Alejandro Catania, que investiga el contrabando agravado de armamento durante el gobierno de Macri, y apuntó tanto hacia Otero, el jefe del grupo alacrán Fabián Salas y Adolfo Caliba, el agregado de Gendarmería en La Paz. Caliba es a quien señalaban en el gobierno de Luis Arce como quien repartió las balas entre las fuerzas bolivianas.
“El comandante mayor Salas me comunicó que, por orden de la conducción superior de Gendarmería, esos efectos iban a ir a Bolivia y que no eran parte del equipo nuestro, el equipo que yo seleccioné”, dijo Hidalgo. “Me dijo que esos efectos eran una reserva operacional y que respecto de la gestión de esos efectos intervenía en Bolivia el comandante principal Caliba”, agregó.
De hecho, las 70.000 balas antitumulto 12/70 que se distribuyeron entre la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) y la policía local no estuvieron dentro del pedido inicial que hizo la Gendarmería para que la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMaC) autorizara a sacar del país. La solicitud sobre esos pertrechos se hizo el 12 de noviembre de 2019 mientras se llevaba a cabo la reunión en la Casa Rosada en la que participaron Bullrich, Peña y Otero, entre otros.
Hidalgo aportó otro dato relevante: dijo que inicialmente los alacranes iban a viajar el 11 de noviembre de 2019 hacia La Paz. Comentó que habían reservado los pasajes para volar en una aerolínea comercial, como hicieron los otros gendarmes que fueron destinados a Chile para proteger la embajada en Santiago en medio de un clima de fuertes protestas contra el gobierno del derechista Sebastián Piñera. “Nos decían que nos íbamos, que no nos íbamos. Supuestamente nos íbamos a ir ese día, así que estuvimos en alerta todo el día preparando el equipo”, relató.
Evidentemente hubo un cambio de plan: los gendarmes no viajaron en un avión de línea y lo hicieron en un Hércules de la Fuerza Aérea Argentina. Además, se pidió el complemento de armamento que se repartió entre las fuerzas bolivianas. Una posibilidad que explica ese cambio de plan es que hubiera sido imposible hacer semejante despliegue en una aerolínea comercial.
Los preparativos
Hidalgo hizo un relato minucioso de las horas anteriores a la partida del contingente, que se hizo desde la base aérea del Palomar cerca de la medianoche del 12 de noviembre de 2019. La secuencia de sucesos, según Hidalgo, es la siguiente:
El 10 de noviembre, Salas le comunicó que viajarían a Bolivia;
Inicialmente pensaron que viajarían el 11 de noviembre, pero el viaje se postergó;
Una camioneta de Gendarmería fue hasta la Dirección Nacional de Logística a buscar las 70.000 balas, regresó alrededor de las 13 o 13.30 y descargó el material en el gimnasio que tiene la fuerza especial Alacrán en Campo de Mayo;
Las cajas con las balas quedaron en custodia del personal de Sala de Armas de los alacranes;
Antes de salir hacia Palomar, se volvieron a cargar en una camioneta.
Viajaron en dos furgones Iveco Daily hasta Palomar y allí descargaron el material en un depósito;
La Fuerza Aérea se encargó de subirlo al Hércules.
En Bolivia
Al llegar al aeropuerto de El Alto en la madrugada del 13 de noviembre de 2019 se encontraron con Caliba. Después supo que también estaba el entonces embajador Normando Álvarez García y otros funcionarios de la embajada. “Fuimos a un sector cercanos a unos hangares y lo que me dijo el comandante principal Caliba es que tomáramos el equipo nuestro y que organizara la seguridad para retornar a la residencia (del embajador)”, detalló Hidalgo.
El jefe del contingente dijo que no hubo trámites aduaneros porque no había ninguna autoridad en el aeropuerto boliviano. Además, afirmó que desconocía qué había pasado con el pallet con las 70.000 balas de goma. “Del resto de los elementos desconozco porque se hizo cargo Caliba”, resaltó. La información disponible hasta el momento es que las balas se repartieron ese mismo día. La Fuerza Aérea Boliviana se quedó con 40.000 cartuchos, mientras que la Policía recibió 26.900.
A Hidalgo le preguntaron si habían hecho prácticas de tiro –como inicialmente sostuvo la Gendarmería para explicar el faltante de las 70.000 balas–. “No”, respondió en línea con lo que ya habían declarado decenas de gendarmes.
En algún momento, los investigadores pensaron que Hidalgo podría terminar imputado porque fue el oficial responsable del traslado, pero decidieron llamarlo como testigo. Su declaración es la más contundente hasta el momento porque apunta contra tres jerarcas de esa fuerza: Otero, Salas y Caliba. Los tres ya están imputados.
Probablemente para esquivar cualquier tipo de responsabilidad, Hidalgo dijo que, cuando Salas le comunicó que llevarían las 70.000 balas que terminaron repartidas entre las fuerzas golpistas –un número exorbitante–, pensó que podían ser un reaseguro por si las necesitaban ante una invasión de la embajada. También subrayó que su presencia era importante porque, en la embajada, estaba refugiado el exministro de gobierno boliviano Carlos Romero Bonifaz.
Esta semana se cumplió un año desde que Página/12 reveló que el gobierno de Macri había apoyado el golpe contra Evo en Bolivia. En la causa están imputados no solo los integrantes de la Gendarmería, sino también Macri, Peña, Bullrich, el exministro de Defensa Oscar Aguad, el excanciller Jorge Faurie y Álvarez García, entre otros.
La declaración de Hidalgo puso la decisión del envío de las balas en cabeza del comandante de la Gendarmería –la fuerza más leal a Bullrich– y, con la revelación de que la salida estaba prevista para un día antes, también complicó a Faurie que el 12 de noviembre de 2019 mandó una nota para pedir el desplazamiento de esa fuerza de seguridad. Para el gobierno nacional, la nota de Faurie se cursó después de un encuentro en la Casa Rosada con el propio Macri como una estrategia para encubrir toda la maniobra.