“Lo que vas a ver es tan solo una partecita de mí, este cortometraje está realizado con un guión, pero con un guión que es el de mi vida”, dice Camilo Díaz mirando a cámara en su cuarto, detrás de él en una de las paredes cuelga una bandera con franjas celestes, rosas y blancas, la bandera del orgullo trans. “Construir una identidad es un proceso de todos los días”, agrega Camilo y por eso esta peli tiene un final abierto.
Camilo es un activista trans de 30 años que trabaja como creativo en la agencia de contenidos Prendete Fuega y es además fotógrafo. Se renombró en 2019 pero desde sus 17 años viene construyendo su identidad y junto a la artista visual Alma Chamot y el realizador audiovisual Julián Merlo crearon el primer documental audiovisual, fotográfico, editorial y transmedial que retrata su transición, la de un varón trans. “Siempre fui Camilo Díaz, pero no lo podía exteriorizar porque nací en los 90, en otro contexto sociocultural y sociopolítico donde las identidades travesti, trans, no binarias estaban totalmente invisibilizadas.”
Mi cuerpo, mi transición es un material que refleja en profundidad los cambios, el paso del tiempo, las vicisitudes, las inseguridades y las alegrías que implica la construcción de una identidad, con una riqueza vivencial que se hace cuerpo en cada toma, en cada mirada a cámara, en cada palabra propia, en cada escena de su vida cotidiana y que da lugar a la reflexión y a la toma de conciencia de lo que significa transicionar en un mundo binario.
Mientras se suceden imágenes, videos y grabaciones caseras de Camilo pequeño con su familia, de fondo se escucha a su mamá Silvina diciendo: “Hay que escuchar y tratar de acompañar, aceptarlo y aggiornarse”. La invade la emoción apenas nombra a su hijo y en cada palabra que entona parece reflejarse el amor y la contención que le brindó junto a su esposo y papá de Camilo.
Construir una masculinidad que ante la mirada social no es hegemónica implica preguntarse desde qué lugar hacerlo “¿Cómo valido mi identidad? ¿operándome, haciendo terapia hormonal, caminando así? ¿Desde lo que me dijeron que es ser un varón o de lo que se me canta el orto de lo que quiero ser?”, se pregunta Milo y concluye que no hay un solo camino. “Hablo desde mi experiencia y no necesariamente a todos los tiene que atravesar de la misma manera porque la transición es una experiencia intransferible, lo que cada une siente es único y la forma de encararlo también”, asegura en diálogo con Soy.
¿Cómo surgió la idea de hacer el documental?
Milo: El proyecto inició cuando nos reencontramos con Alma, le comenté que estaba por operarme y le propuse hacer un registro fotográfico del proceso. Ahí surgió la idea de contar mi historia para mostrar algo tan invisibilizado. Después tuve la posibilidad de viajar y mostrar el material en Barcelona y decidimos sumar registros audiovisuales. Ahí se unió Juli que justo estaba haciendo un proyecto personal donde me había entrevistado y cuento qué es ser una transmasculinidad. Ese material era ideal para nuestro proyecto y lo integramos convirtiéndose en lo que es ahora, un cortometraje casi medio metraje con una entrevista a mí mismo, otra a mi papá y a mi mamá, más registros de vhs.
¿Cuál es la intención de la peli?
Milo: Es desde una historia personal real, desde una vivencia, visibilizar a las transmasculinidades y todo lo que implica atravesar una transición. Prácticamente no existimos y me pareció lindo mostrar una realidad que no es ficticia, generar empatía con el público, con otros chicos trans que están atravesando lo mismo, con personas que se estén cuestionando su identidad e incluso con xadres que tengan hijos trans y que quizás no sepan cómo abordar la situación.
Alma: Para mí lo que comenzó siendo un retrato después se convirtió en un acompañamiento de toda la transición. Milo ya tenía registro de momentos anteriores y empezamos a armar una serie más estructurada que luego se convirtió en un fanzine. El corto habla mucho de la infancia y de todo el proceso que fue crecer queriendo transicionar. El registro acompañó la transición, el proyecto fue mutando y decidimos englobarlo en una página web que contiene un fanzine, el corto y las fotografías que también fueron una exposición en un momento.
Julián: Lo que más me gustó fue el registro del cambio de voz que hizo Camilo. Había recursos para contar una historia, era como un rompecabezas que se fue armando. Creo que lo más lindo del corto es que no tiene una bajada de línea, es la experiencia de Milo y como él la vivió, que no necesariamente es un manual para transicionar, sino que es un lugar para que puedan empatizar quienes hayan pasado cuestiones similares y sepan que no están solos. Es una una historia que no apunta a algo dramático sin dejar de notar las angustias que haya atravesado Milo en el proceso, remarcando también la parte satisfactoria.
¿Cómo fue crear un proyecto autobiográfico?
Milo: Sentí mucha intensidad emocional al verme permanentemente a mí mismo recordando y removiendo una y otra vez mi historia que, si bien la tengo bastante procesada, no deja de ser muy movilizante porque es remover cositas que ya atravesé y que a veces quiero dejar un poquito en un cajón. La selección de los archivos de VHS estuvo curado por mí y verme de chiquito siendo un niño trans sin saberlo me removió un montón de cosas pero, por otro lado, estuvo bueno porque lo que más me llamó la atención al verme de chiquito fue que, si bien entre muchas comillas fui una niña asignada al nacer, Milo ya estaba presente, me veía jugando o manifestándome como un niño. Una de las cosas más lindas de hacer este proyecto fue ver esa infancia trans que estuvo siempre ahí.
Mi cuerpo mi transición se estrena el martes 21 de julio en Casa Brandon (Luis María Drago 236 ) a las 20.