Pieles en transhumancia es la consumación de un deseo compartido, en la forma de “un acontecimiento performático co-deconstruido del pluriverso femenino”; así elige definirse la experiencia que dirige Paula Drenkard, y que se presenta hoy a las 19 en el Teatro del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río), con entrada libre y gratuita.  

Como explica Paula Drenkard a Rosario/12: “Fue un laboratorio-taller que se llamó ‘La propia piel. Cuerpo, identidad y lo que se produce con otrxs’, donde la idea fue la de trabajar con mujeres cis, trans, de manera transversal, en torno a cuestiones como las diversidades, las corporalidades, y también las sensibilidades. El trabajo se abordó fundamentalmente desde propuestas que vienen del mundo de las prácticas somáticas y de las artes escénicas. Es un acervo que vengo articulando y trayendo de diferentes lugares, que llevan a pensar sobre ciertas cuestiones que nos atraviesan, en tanto historias singulares y colectivas. Se recoge mucho de lo que cada uno piensa, en la forma de memorias vitales, y al mismo tiempo, en lugar de ser un pensamiento sólo intelectual, se articula con una puesta en funcionamiento del cuerpo en sus múltiples dimensiones. En ese sentido, aparece algo de otro orden, de lo reflexivo y expresivo, porque la palabra comienza a circular de otra manera y surgen entonces otras formas de expresión”.

-En este sentido, la elección de la performance es consecuente con la experiencia, ¿no?

-Sí, la performance es un lenguaje que abre, que permite hacer a partir de una instancia ligada más al encuentro y el aquí y ahora. Hubo un proceso que nos condujo a cierta armazón, que tiene también la impronta del aquí y ahora, de lo que sucede en el momento. Fundamentalmente, la experiencia hermosa que hemos tenido siempre tuvo que ver con lo colectivo, con el encuentro. Lo que a mí me interesaba era que la propuesta fuera transgeneracional y que no estuviera destinada a gente con trayectoria en el mundo de las artes, sino que fuera abierta, para que se construyeran diferentes trayectorias vitales, con distintas generaciones. Hay gente de “veintipocos” y gente de sesenta y largos, y eso ha sido maravilloso, porque hubo que encontrarle un pulso al grupo. Cada encuentro, cada propuesta, siempre fueron distintos, fue un trayecto que tuvo muchas dimensiones. Lo que se va a ver el viernes es lo que pude ir recogiendo, armando, como una especie de rompecabezas en donde ellas se sienten identificadas, reconocidas en su singularidad y en lo colectivo. Se armó una trama muy poderosa.

-Seguramente, así como en ellas, fue algo que también influyó en vos.

-Desde el primer día ya fue un desafío, fue como meterse en lo desconocido pero sobre todo barajando estas cuestiones. No es un grupo de teatro ni un grupo etario, cada quien venía con intereses diferentes. Lo que fue pasando fue algo del orden de la maravilla, me emocionaba mucho. Más allá de la responsabilidad de estar coordinando también fue algo que me iba interpelando. Cada situación y encuentro me lo provocaba, fueron muchas sorpresas. Es como cuando uno tira algo pero no sabe cómo va a volver. Hay algo que apareció y de algún modo se corporizó, como lo relacionado en torno a los feminismos. Si bien en ningún momento el eje estuvo puesto ahí, apareció la cuestión amorosa, la del cuidado, la solidaridad, la de poder manifestarse, la de tener respeto y aceptación por las diferencias de cada quien. Hubo un cultivo de eso, y fue también lo que a mí me maravillaba.

-¿La performance tiene un guion, un texto?

-Hay un guion-estructura, se podría decir, yo lo llamo así. Hubo cosas que fueron sucediendo en los encuentros y que luego se fueron asentando, sedimentando y materializándose en distintas formas. Una gran parte de la performance tiene que ver con una propuesta de trabajo relacionada con las memorias vitales, que empezaron con una foto y siguieron luego con objetos y vestuarios. A partir de allí se compusieron acciones, esas acciones se fueron articulando con las acciones de otras, y eso logró determinadas escenas. Sin contar demasiado, la performance rompe un poco con cierta linealidad del espacio teatral. Si bien hubo una especie de proceso, y se preparó incluso un ensayo, hay mucho de lo que sucede según la impronta del momento.

Pieles en transhumancia cuenta con dirección y producción a cargo de Paula Drenkard, asistencia de dirección y producción de Carolina Condito, y asistencia técnica a cargo de Santiago Dejesús. La performance cuenta con la participación musical de Julia Dayub, Natacha Gatarello y Nahuel Farias; y la participación performática de Cecilia Ducca, Andrea Paoloni, Alma De Camaleón, Patricia Sandoz, Silvia Pampinella, Amalia Fragapane, Maribel Ramos Barrós, Julieta Santa Cruz, Florencia Torres Corpos, Yamila Glardon, Nora Di Domenica, Julieta adobato, Laura Andrés, Tania Scaglione, Lelé Lazarobaster, Jimena Sol Ancin, Maine Visnú.