Fernando Cabrera es de esos artistas que no precisan demasiados trucos para conmover con una canción. El músico se sienta con su guitarra eléctrica y su atril, y su simple presencia en el escenario ya genera un clima de expectativa y silencio. El uruguayo -uno de los autores vivos más influyentes de la canción rioplatense- se acomoda en la silla, mira su instrumento y se larga a cantar, sin más, sin saludos protocolares ni nada. Y se manda con dos canciones viejas, de las primeras épocas: “Agua” –uno de sus temas favoritos- y “Pandemonios”. La primera data de 1981 y la registró con el trío Montresvideo, y la segunda viene desde Autoblues (1985) y arranca así: “Sufro el dominio de los domingos / Son como adelantos de Navidad”. Viejísimas, melancólicas, algo desoladas. Pero hermosas y cabrerianas: a esta altura, un estilo en sí mismo.
Así abrió anoche el cantautor uruguayo el primer concierto en el Teatro Astros y repetirá este jueves a las 20.30 en la misma sala (aún quedan entradas). La excusa era la presentación de su último disco, Simple (2021), pero en verdad se trató de un recorrido por todo su repertorio, sin poner el eje en las nuevas canciones. La noche continuó con un aire de candombe, “Punto muerto”, que alguna vez Cabrera grabó junto a Eduardo Darnauchans en el disco en vivo Ámbitos (1990). Luego se permitió estrenar una canción nueva, “Manta y rocío”. “¿Quién colocó tu color en cada rayo de sol?/ Se quema aquel que quiera tu corazón”, cantó después en “Imposibles”, con su voz vibrante y sin artificios.
En la guitarra toca lo justo, lo preciso, lo que pide la canción. Cabrera conoce a la perfección los secretos del instrumento, pero su principal anhelo es encontrar la simpleza. Que la emoción llegue directo al corazón, una palabra recurrente en su poética (“Que nadie se ponga en mi lugar, que nadie me mida el corazón”, entona en “La casa de al lado”). Por eso, a veces no necesita más que sugerir algunos acordes, algunas notas o llevar la melodía con la voz. O más simple: una caja de fósforos como elemento de percusión. En “Viveza”, uno de sus clásicos (“una canción que se caracteriza por la incoherencia”, dijo), va narrando historias urbanas y portuarias acompañado por una cajita.
Pero lo suyo no es paisajista. Una esquina montevideana le sirve como escenario para contar otra cosa, algo universal, como ocurre en “El tiempo está después”. En ese plan, “Era el águila de la libertad”, de su último disco, fue una excusa justamente para reflexionar sobre las dificultades de la libertad. Después de “Oración”, de 432 (2017), comenzó la segunda parte del show, esta vez con la participación de multiinstrumentista Diego Cotelo. En “Tobogán” (Fines, 1993), Cabrera arrancó acapella y luego, con total sutileza, Cotelo intervino con la trompeta. El diálogo musical entre ambos mantuvo siempre ese espíritu: sutil, preciso, a veces minimalista.
“Esta es una canción dedicada a todos los artistas, desde la gente de los circos hasta los que hacen malabares en los semáforos", presentó el compositor uruguayo de 65 años antes de “Caminos en flor”, enriquecida con los arreglos de guitarra y los efectos electrónicos que disparaba Cotelo. Desde el nuevo disco llegaron “Mañana será otro día”, “El liceo”, “Estaba en otra vida” y “Soy un hombre”, que se potenció con las voces de ambos cantando a la vez. “Yo quería ser como vos” se actualizó con los efectos del sintetizador y en el clásico “El tiempo está después” el público apenas susurró, tal vez por miedo a romper el clima ceremonial que se respiraba en la sala.
Entonces, continuaron con una canción poco habitual en el repertorio, “La balada de Ástor Piazzolla”, que Cabrera compuso tiempo atrás para “darle ánimos” cuando el compositor y bandoneonista estaba enfermo. Luego, una serie de clásicos letales: “Puerta de los dos", “Por ejemplo" (conocida en la versión junto a Eduardo Mateo en aquel emblemático disco en vivo de 1987), “Generación”, “Méritos y merecimientos” y “La casa de al lado”, esa canción dulcemente triste que nunca pierde actualidad.
Después de una hora y media de concierto, el uruguayo hizo una reverencia al público y sonrío con un gesto de gratitud. El público se paró y regaló un aplauso sostenido y liberador. La visita de Cabrera a Buenos Aires se hizo esperar casi dos años y medio. Es que tal vez se trate de uno de los autores más versionados en las últimas décadas a ambos lados del charco (desde Liliana Herrero y Juan Quintero hasta NTVG y Jorge Drexler interpretan sus canciones). Pero Cabrera por Cabrera es una experiencia sin igual.
Fernando Cabrera 8 Puntos
Músicos/as: Fernando Cabrera (voz y guitarra) y Diego Cotelo (guitarra, voz, percusión, teclado, trompeta, accesorios).
Lugar: Teatro Astros.
Fecha: Miércoles 13 de julio.
Repite el jueves 14.
Público: 400 personas.
Duración: 90 minutos.