Beavis & Butt-Head recorren el universo     6 puntos

Beavis & Butt-Head Do the Universe; EE.UU., 2022.

Dirección: John Rice y Albert Calleros.

Guion: Mike Judge y Lew Morton.

Duración: 86 minutos.

Con las voces originales de Mike Judge, Gary Cole, Nat Faxon, Chi McBride, Andrea Savage y Carlos Alazraqui.

Estreno en Paramount+

Visten remeras de AC/DC y Metallica, consumen comida chatarra mientras miran –y se educan y, por ende, conforman las bases de sus subjetividades– el televisor siempre prendido frente al sillón roñoso del living. Son, como todas las criaturas surgidas del ideario del director, productor y guionista Mike Judge, dos adolescentes moldeados a imagen y semejanza del sector más bobo de la cultura popular estadounidense, una dupla de comentadores compulsivos que ante cualquier cosa arriban a la misma conclusión: “Cool, jeje”. Beavis y Butt-head están anclados al canal MTV de la década de 1990, sin embargo, al igual que otros hijos dilectos de la cadena de aquella época, desde South Park hasta Jackass, sus filos humorísticos siguen cortando. No con la fuerza de antaño, pero sí de una manera infrecuente para películas y series contemporáneas. Basta ver los especiales sobre la Covid de los cuatro amiguitos del pueblo de Colorado (disponibles en la plataforma Paramount+) para comprobarlo. O también el largometraje que marca el regreso de Beavis y Butt-head luego de más una década de ausencia.

Pasaron 26 años desde la primera película, Beavis & Butt-Head se hacen la América, y once desde la octava y hasta ahora última temporada de la serie. Pero el tiempo no ha hecho mella sobre los coeficientes intelectuales de sus protagonistas. Por el contrario, la coyuntura norteamericana, con los ecos de Trump en el poder y el redneck disfrazado de sioux paseando por la Casa Blanca aún resonando con fuerza, favorecen a que sus inteligencias subnormales sean menos “sub” que antes. Algo de eso había entrevisto Judge, el satirista más ácido, corrosivo, pesimista y con menos temor a la cancelación de la galaxia, en la cada hora más actual Idiocracia (2005), que cuesta creer que haya sido escrita hace casi dos décadas y no al mismo tiempo que estas líneas. Dirigida por John Rice y Albert Calleros, y con Judge como coguionista junto a Lew Morton, Beavis & Butt-Head recorren el universo es un fresco sociocultural que despliega su arsenal satírico a través de periplo de situaciones cada cual más absurda que la anterior. Un absurdo por momentos excesivo, al punto que da la sensación que el asunto podría haberse resuelto con un capítulo extendido.

Si en la primera película debían cruzar Estados Unidos para encontrar su televisor, aquí hay un viaje mucho más largo, hasta el mismísimo espacio exterior. Ocurre luego de que, intentando probar cuántas veces podían patearse los testículos con una pierna robótica antes de desmayarse, incendien el colegio y reciban como castigo una estadía de ocho semanas en el Campamento Especial. El engañoso talento para manejar una máquina de acople –Beavis y Butt-Head, ávidos de “pussy”, imaginan el cohete como un pene gigante estimulado por la pieza circular que lo mueve– hace que la capitana a cargo de una próxima misión los elija para encargarse del ensamble, consciente de la buena imagen que significaría para la NASA llevar dos estúpidos junto a astronautas profesionales Convencidos de que ella les tira onda, algo que obviamente ocurre solo en sus minúsculos cerebros, los chicos rompen todo y obligan al equipo a elegir a dos miembros para sacrificarse y racionar oxígeno. No hay que ser un genio para imaginar quiénes salen volando por la escotilla y terminan chupados por un agujero negro, cayendo en el estado de Texas del presente y gobernado por aquella capitana.

El viaje temporal remite a Idiocracia, en la que un soldado con pocas luces terminaba congelado durante 500 años para despertar en el año 2505 y encontrar a Estados Unidos gobernado por un actor porno y una sociedad lobotomizada por la TV que regaba plantas con bebida energizante. El espíritu crítico aquí no es tan mordaz como allí, ni tampoco como en la primera película de Beavis y Butt-Head. A cambio, Rice y Calleros proponen un recorrido conscientemente descabellado que hace del disparate una norma. Que prioricen más esto último antes que la inoculación de veneno es la muestra más cabal de que la realidad se ha vuelto tan ridícula como la ficción.