La distinción, como es sabido, pertenece al Concepto de lo Político en Carl Schmitt.
La esencia de lo político solo es pensable desde esta oposición, que a diferencia de lo bello y lo feo o lo bueno y lo malo, sustrae a lo político del juicio estético o moral.
Esta concepción partisana, que tuvo su declinación en el propio discurso de Perón (aunque creo que no citaba al jurista alemán) hace del Antagonismo y su dislocación social la condición originaria de lo político. Por está razón existe también una extensa tradición de izquierda que se apropió de los términos schmittianos para pensar la vida de lo político a través de los antagonismos.
Por supuesto, tal como lo ha señalado Chantal Mouffe, en la vida democrática es conveniente realizar una sublimación que transforme al enemigo en adversario. No obstante, y admitiendo la perspectiva de Mouffe, también se debe siempre recordar que la figura del adversario nunca absorbe del todo al enemigo. La sublimación siempre es fallida y en el núcleo del adversario late el corazón del enemigo.
En esa relación Amigo-Enemigo, en esa heterogeneidad fundante, donde cada término necesita del otro para constituirse como tal, es en donde puede tener lugar el espacio siempre móvil y abierto del Nosotros y Ellos.
Por lo expuesto anteriormente, y aunque sea evidente señalarlo, nunca se debe confundir un "conflicto interno" con la lógica Amigo-Enemigo.
Las lógicas tensiones entre la política de Estado del Frente de Todos, en sus intentos de mantener un cierto orden en sus cuentas institucionales y los distintos actores que pertenecen al campo social de los explotados y vulnerables que luchan para que los efectos de la deuda, la pandemia y la guerra, no la paguen los mismos de siempre, no pertenecen a la confrontación Amigo-Enemigo. Al menos en principio no debe ser así, salvo que la dialéctica desgarrada del conflicto se rompa y la coalición del gobierno se transforme en el Enemigo.
Si esto sucediera es porque en la conformación de la coalición tuvo lugar un error desde el principio. Había la suficiente heterogeneidad y confrontación como para intentar hacer implosionar el Frente de Todos y no para formar parte del mismo. Sin embargo, si esto fuera así, que lugar se le otorga al verdadero adversario enemigo; la ultraderecha neoliberal que busca una vez más apoderarse definitivamente de la Nación.
Por tanto, todos los conflictos en el interior del FdT, entre el Ejecutivo que pugna por conservar una lógica de gobierno y los sectores más críticos y combativos por su estrecha relación con los que luchan por su vida en el mundo del Capital, son absolutamente legítimas. Siempre que no se deshilache el Nosotros que debe sostenerse en la confrontación con el Enemigo que siempre está ahí ya constituido .