Estoy re complicado. No voy a poder ir, se me complicó. Ando complicado. Siete veces dicho en siete grupos de wasap. Y lo confieso, complicado es una de mis palabras favoritas. Me ahorra pero me pesa, es un gusto con sarna. Al usarla, aunque me avergüence, me siento joven, in, reset, backupeado. De verdad lo digo, pero también es verdad que esconde un narrador melancólico; es como si viviera sometido a una fusión entre un cronista de Página/12 y un periodista de Intrusos.

Por ejemplo, hoy es feriado, ayer estaba re contento porque hoy era feriado, pero se me pasó. Pasó que me despertó el ruido de una alarma de auto ‑"el mío", pensé, pero no‑. Me levanté, me asomé por la hendidurita de la persiana de la ventana del dormitorio de mi casa que da a la vereda de la calle Tucumán, y no, no era. Posta. Caminé hasta el baño, abrí la puerta de mi pieza, la cerré suave, abrí la del baño, la cerré, prendí la luz, me higienicé, apagué la luz. Me fui hasta la cocina, prendí la luz, me hice el desayuno, mate‑masita‑manteca, apagué la luz. Caminé hasta el comedor, prendí la luz, me senté en una silla, tuve que ingerir el desayuno, me paré, caminé en dirección a la cocina de nuevo. Abrí la grifería, tuve que lavar la taza y los utensilios, cerré la grifería. Caminé de nuevo, tuve que prender el televisor, miré el programa de Pamela David, me tuve que sentar, no lo miré en verdad, lo puse como para tener un sonido de fondo, como música ambiental de shopping, crucé las piernas primero para la derecha y a los 3min hacia la dirección contraria, 2min53seg en verdad, me puse a mirar por la ventana que tiene el comedor que da al patio que tiene un limonero. Me suena el celular, no es una llamada, tampoco es facebook, es un wassap. Lo abro. Tuve que leer el wassap de Franco, le dije que hoy se me complica, que ando re complicado, son apenas las 10:15 de la mañana y ya hice una pila de cosas.

Bueno, eso. Mi novia me conoce. Lo que no conoce es que mi complicación esconde un sometimiento irreprimible a un cronista full time cuyas adjetivaciones son múltiplos de 9. Ya se lo voy a contar. No va a faltar la ocasión, el momento oportuno, la contingencia precisa, el instante fortuito, la oportunidad decisiva, el tiempo justo. Quizás puede acontecer que alguna tarde, en algún paseo, por alguna plaza, encontremos un asiento placentero, agradable, afable, acogedor, que nos disponga al diálogo profundo, honesto y simple sobre los pormenores de nuestra personalidad e historia, y, fundamental, prioritaria y preponderantemente, sobre nuestras dificultades latentes u ostensibles de afrontar una vida cotidiana compartida y convivencial, concubina. Y a lo mejor, dada esas condiciones, ahí, entonces, quizás le cuento. Ya le voy a contar. Seguro. Es inminente, siento que está muy próximo. En la primera de cambio, ¡zas! Le cuento. Le cuento ésto.

¿Me oís? ¿No? Pará... ¿Ahora? Bueno, te cuento. Ando complicado, Mimí. Justo anoche oí el gemido del gato. ¿Qué, cómo se dice? Bueno, maullido. Lo escuché y la llamé rápido. Rápido. Atendéme, atendéme. Nada. Llamé al hermano para ver si sabía algo, si la había visto, o algo. Atendéme, atendéme. Nada. La mamá tampoco. El papá está muerto. Llamé a la amiga. Rápido. Atendéme, atendéme. Nada. Tseh. No sé qué hacer. Llamo al 911*. Piel de gallina. No, no estoy loco. ¡Porque sí! Capaz que tuvo un accidente con la Vespa, o un accidente cardiovascular, o un cargorespiratorio. Llamo. ¿No? ¡¿Por qué?! Llamo, y no digo mi nombre. ¡No estoy loco, terminala con que estoy loco! Algo le pasó. Le pasó algo. Oí el gemido del gato. Y yo sabía. ¡¿Sabés qué?! Ya sé. Ya séeeeeee. ¡El cactus! ¡El cactus que le regalé!

Le fui a comprar un cactus bonsái, de esos que vienen con piedritas de colores y macetitas pintadas. Bueno, pensé que no sabías. Y cuando se lo compré tuve un mal agüero. Augurio. Sí, augurio quise decir. No era inocente. Ese cactus no era inocente. Lo sentí en la laringe, así, como ahora, me estranguló. Era complicado, lo compré igual, transpirando pero. Piel de gallina. No tenía que haberlo comprado. Algo le pasó. Yo sabía. Yo no le tenía que contar. Ese cactus era de mal agüero, tsht, augurio. Cómo que no. Algo tiene. Me voy a la casa. Ya fue. Le toco timbre. ¿No? ¿Por qué, a ver? Bueno, sí, tenés razón. Pero si no voy me voy a sentir mal. Ya me siento mal. Muy mal. ¡¿Qué me decís?! Ah, no, pensé que me habías dicho algo. Tengo que ir. Ya fue. Si no voy le puede pasar algo peor.

A lo mejor está secuestrada. O en una entradera le pegaron un culatazo y está desmayada. Ojalá se hayan llevado el cactus. ¡¿Qué estoy diciendo?! No ves, ya estoy más que re mal. La llamo. La llamo de nuevo. Sí, dejáme. La llamo, la llamo rápido. Rápido.  Atendéme, atendéme. Nada. Porqué me pasa esto a mí. ¡Que complicado! Algo le pasó. Yo ya sabía. ¡¿Por qué le tuve que hacer ese regalo?! Si yo no soy de hacer regalos.

Me voy a la casa. Listo. Esta vez no me parás. ¿A la prima? ¡Tenés razón! Voy a llamar a la prima, siempre se va a cenar a lo de ella. Debe estar ahí. La llamo rápido. Atendéme, atendéme. Atendéme, dale, atendéme. Nada. Nada de nada. Tengo que ir ya a sacar el cactus de la casa. ¡¿Cómo que no me voy a desesperá?! Es mi culpa, estoy complicado. Vos porque no le regalaste el cactus. No te hagás. No te hagás conmigo que te vi peor el otro día.

¿El qué? ¿Cómo? ¿Y por qué me contestás con eso? ¡¿Justo ahora?! Viste, ya está, ya está. Te dije que no me digas esa palabra. Listo, listo. Me voy a la casa, ya está. ¡No me la nombrés! ¡¡No me la nombrés!! Y la nombraste, nomás. ¿Te gusta verme complicado?. Viste, yo ya sabía, no le tenía que contar nada. Por qué me contestás con eso ahora justo pero... No, decíme. Sí, sí, decíme. Te digo que no, ¡y pum! ¡Me lo decís! Ya está. Te dije. Yo ya sabía. Me había dado mal agorer... agüer... augurio. Tshe. Me voy. Sí, me voy me voy. Algo le pasó.

¿Y si dejó el calefactor prendido? ¿El calefón? No, termotanque, termotanque, tiene termotanque, tenés razón. ¡La cocina! ¡¡La cocina!! La última vez le andaba mal la perengilla del horno. ¿Qué dije? Viste, nunca me equivoco. Nunca. ¿Peringuilla dije? Viste, nunca, nunca me equivoco así. Justo ahora me vengo a equivocar. Estoy remil complicado. Arreglála, no vaya a ser que un día me llamen con malas noticias. ¡¿No ves?! Yo ya sabía. Tendría que haberla arreglado yo pero. Si se la iba a arreglar. Y al final no. Y no pude dormir esas noches. Dos noches pensando en la cosita esa. Y nada. Nadie llama tampoco. Tendrían que haberme llamado. Los bomberos. La policía. Algún vecino. No sé. Ya me habrían llamado, ¿o no? Si yo le dije, no vaya a ser que un día me llamen por una mala noticia. Encima el cactus. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...Cuento, ¡¿qué voy a hacer?! Ocho, nueve, diez, once. ¡¡Cuento!! Cuento hasta doce, ¡¿qué voy a hacer?! Me voy. Te corto. Llamo al easy taxi. Ya está. Me voy. Así no. Me voy a la casa. Me fui. Me fui. Cortáme. Te llamo cuando estoy llegando. Te llamo en 15. Te llamo. Te llamo enseguida. Rápido. Cuando llegue te llamo. Uy, el vidrio. ¡No puede ser! ¡¡No, no, no me puede estar pasando ésto!! ¡¿Qué me va a pasar?! El vidrio de la puerta. La cerró y se rompió. ¡Rompió el vidrio! Yo, ¡¿quién va a ser?! Cerré y se rompió. Ya está. Listo. Se rompió todo. Yo te dije, estoy más complicado que siempre. ¡Te dije! ¡No debí regalarle eso! A ella, ¡¿a quién va a ser?! ¡¡El cactus, Mimí!! ¡¡¿Qué va a ser?!!

Tengo miedo. Estoy llegando. Dos veces me dijo la palabra el tachero. ¡Dos! A falta de una, ¡dos! Ya está. Te dije. Me lo hizo a propósito. Una, sí. Pero dos es mala fe. Se dio cuenta. Para mí algo vio. ¿Y si llama a la cana? Me miraba feo. No me sacó los ojos de encima. Cada vez que miraba el espejito, él estaba reojeando. Algo me vió. Algo debe saber. Estoy complicado. ¿Y si llama? Ay, dios. No doy más. Llega a estar descuartizada y me mato. Me mato. ¡Ay! Un gato. Ya van dos. Pasa un gato más y me mato. Para qué voy a seguir viviendo. Me mato. ¡Tsh, tsht?, salí! Al gato. Te dije. Yo te dije, viste. Dos gatos. Yo ya lo sabía. Me mato. Cortála vos. Qué me pedís. Vos porque no le regalaste el cactus. Es fácil hablar de afuera. Pero de adentro te quiero ver. No, no me animo. Estoy afuera, sí. Pero no me animo. ¡¿Por qué no venís vos?! No puedo, se me re complica. Me mato. No puedo, no. Sí, tengo llave, hace tres años me dijo: 'Miguel, está llave te la hice para vos, por cualquier cosa, viste, con ella te abro mi corazón?. Y acá me tenés. Le abrí el corazón al medio por cualquier cosa. ¡Por un cactus! ¡¿Un cactus le fui a regalar?! Si a mí nunca me gustaron los regalos. Tampoco los cactus. Menos de regalo. No, no doy vueltas. ¡No estoy dando vueltas! ¡¿Qué me decís?! Tengo miedo, Mimí. Me mato, entendé. Me mato. Si está muerta por el cactus me mato. Sí, sí. Ahí estoy abriendo. Habláme. Cantáme. Dale, dale. Contáme cosas. Sí, cualquiera. Esa, sí. ¡No parés! Seguí, dale. Te dije. Viste, yo ya sabía. Me mato. ¿Te dije o no te dije? No, no abrí todavía. Esta todo oscuro. Debe ser un emboscada. ¡Que complicado que es todo ésto! ¿Y si es una trampa? ¡Y pum! Abro, ¡¡y pum‑pum!! Los dos muertos. A falta de uno, dos. No me vendría mal. Bueno, bueno. Ahí voy. ¡Ahí voy! Pero habláme. Dale, no dejés de hablarme. Dale, daaale, habláme, habláme, dale, habláme, habláme, ahí está...

 

?Soorrrrrprrrreeeeeesssssaaaaaa...¡¡Que los cuuumplas, feeeeliz!! ¡¡Que  los cuuumplas, feeeeliz!! ¡¡Que los cuuuumplas, Migueeeeel!! ¡¡Que los cuuumplas, feeeeliiiiiiiz!! Clap. Clap. Clap. Iuuuuiiiiuuu. Clap. Clap. Clap. Clap. Clap. ¡Te queremos, Migue! Iuuuuiiiiuuu. ¡Bravo Mi!?. ¡¡¡Que hable, que hable, que hable!!!!?.