La incertidumbre para la economía global esta lejos de terminarse. En la semana que terminó se acumularon noticias que muestran las dificultades que tendrán tanto países desarrollados como emergentes en los próximos años. El dato de inflación de Estados Unidos superó todas las expectativas del mercado y se elevó a 9,1 por ciento interanual, un pico que no se registraba desde la década del '80. Europa muestra problemas no sólo de precios sino con la devaluación de su moneda, que ahora cotiza 1 a 1 con el dólar perdiendo en un año 20 por ciento de valor. En el caso de los no desarrollados uno de los tantos problemas es la salida de capitales acelerada en un contexto de deudas que se ubican en niveles record.
El consejero delegado de uno de los principales bancos de inversión del mundo resumió este clima de época: James Dimon, al frente del JP Morgan hace 16 años, planteo que “los problemas económicos no son pasajeros. Las cosas pueden ir mucho peor”. Es uno de los pocos banqueros que logró mantenerse en su posición directiva luego del estallido de las hipotecas subprime en 2008 y ahora dice que llega un nuevo huracán. Su entidad maneja depósitos por una cifra que se cuenta en billones de dólares.
El dato de la inflación cercano a los dos dígitos en Estados Unidos reafirma estas declaraciones y genera nuevos impactos para los mercados globales. Si se analizan los componentes de la suba de precios, los combustibles, los alquileres y los alimentos lideraron ampliamente el aumento de la inflación. La Reserva Federal posiblemente tome estas cifras para afianzar la decisión de subir más rápido la tasa de interés y ajustar en forma restrictiva todo lo posible la política monetaria.
Estos cambios en el ciclo de superliquidez global que comenzaron a principio del año están alterando el status quo para las finanzas globales. Para tomar dimensión de estas transformaciones, un gigante de la industria como Blackrock anunció la semana pasada una disminución de sus ganancias trimestrales mayor a la esperada. La explicación de su dueño Larry Fink fue la siguiente: "Los inversores están navegando simultáneamente por la alta inflación, la subida de las tasas y el peor comienzo de año tanto para las acciones como para los bonos en medio siglo".
El impacto del cambio en la política monetaria de Estados Unidos no sólo golpea a los activos financieros, sino que provoca movimientos en los mercados de monedas. Muchos países emergentes comenzaron a registrar presiones para sostener sus tipos de cambios, al mismo tiempo que se aceleró la devaluación del euro. Durante los últimos días la moneda europea bajó a la paridad 1 a 1 contra el dólar, es decir su peor cotización en más de dos décadas.
La cifra impacta considerando que hace un año eran necesario 1,2 dólares para comprar 1 euro. La debilidad de la moneda de la Unión Europea parecer ir de la mano no sólo del fortalecimiento de dólar a nivel global, sino de la crisis que atraviesa Alemania, la potencia de la zona euro.
Los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania golpearon de lleno a Alemania, principalmente a partir de su dependencia energética. No sólo subió mucho el costo de los combustibles, sino que también resulta muy complejo asegurar su abastecimiento para el invierno. La situación es tan aguda que en uno de los principales países de Occidente el Gobierno le pide a su población que acorte el tiempo en que se ducha con agua caliente.