La aparición en el barrio de Los Hornos del misil robado en el destacamento del Ejército de Arana en enero de 2015 exhibe que aquel robo fue una maniobra de poca monta, casi seguro realizada por suboficiales de la unidad. El indicio más elocuente es que ni siquiera sacaron el misil de La Plata, sino que lo enterraron ahí cerca: no buscaron usarlo, sino que el objetivo era el robo mismo. En aquel momento, cinco días antes de la muerte de Alberto Nisman, ya estaba claro que se trataba de una interna en Arana porque el TOW (misil teleguiado por sus siglas en inglés) no se podía utilizar sin la base de lanzamiento, que no se robó. O sea que, según parece ratificarse ahora, todo consistió en apuntar contra el mayor que encabezaba la unidad, a quien la sustracción obviamente le costó el cargo.
Tras el robo del 12 de enero, el entonces jefe del Ejército, César Milani, habló durante el fin de semana con uno de los directores de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Fernando Pocino --se trataba de un caso que podría haber estado vinculado con terrorismo--, y la Justicia intentó utilizar ese diálogo para relacionarlo con la muerte del fiscal Nisman, el domingo 18 de enero de 2015.
Cómo se encontró el misil
Un grupo de trabajadores de la construcción, que realizaba desbanquinados, chocó este jueves contra algo metálico enterrado en las inmediaciones de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de La Plata. Los obreros pensaron que el artefacto podía explotar, pero la realidad es que para ello necesita de la base de lanzamiento: el misil por sí mismo no reviste peligro. La causa judicial quedó en manos del juez federal Alejo Ramos Padilla.
El hallazgo del TOW en Los Hornos demuestra que aquel robo, muy probablemente, fue una operación de suboficiales contra el jefe del batallón de Arana. Por entonces se decía que el misil podía lanzarse contra un blindado o que podía usarse para un atentado, lo que produjo lógica alarma e incluso una denuncia de la DAIA, pese a que el artefacto no tenía la base para ser lanzado.
La sustracción no fue difícil. El depósito estaba cerrado, pero había forma de vulnerar la seguridad con una escalera, sacando después el misil con una cuerda. La consecuencia era cantada: el jefe de la unidad, un mayor, fue puesto en disponibilidad, lo mismo que el encargado del depósito. En ese entonces también se pensó que el robo apuntaba contra el jefe del Ejército, César Milani --un general peronista, algo que disgustaba a numerosos sectores--, o contra el ministro de Defensa, Agustín Rossi. Sin embargo, la responsabilidad por una sustracción así no golpeaba tan alto.
El insólito uso mediático del robo
El robo del misil estuvo en el centro de la escena del caso Nisman porque los grandes medios trataron de meter a Milani en la trama de la muerte del fiscal, pero sobre todo a los agentes de la AFI. Utilizaron para eso la llamada de Milani con Pocino. Ya en su momento, se hizo saber que durante ese fin de semana hubo varios eventos que motivaron comunicaciones de los agentes de inteligencia.
- Uno, indudablemente, fue que el diario La Nación publicó en su tapa del domingo 18 de enero, que --según Nisman-- el Memorándum de Entendimiento con Irán fue gestionado por un agente de la AFI, Alan Bogado. Esa versión resultó falsa: Bogado nunca había salido del país y no estuvo ni en Zurich ni en Nueva York, como decía Nisman en su denuncia. Pero como el matutino no publicó el nombre aquella mañana, hubo una larga serie de comunicaciones entre jefes de la AFI para saber de quién podía tratarse.
- El segundo tema era el misil de Arana, que llevó al diálogo entre Milani y Pocino.
- En tercer lugar, jugaban River y Boca en Mar del Plata y estaba el temor de que las barras bravas “tiraran un muerto en la ruta” para perjudicar al gobernador Daniel Scioli, candidato peronista de aquel momento. Eso produjo diálogos entre los jefes de la AFI y el jefe de la Bonaerense.
- Finalmente, también estaba la duda de si Nisman iba a concurrir o no al Congreso Nacional ese lunes 19 de enero, donde supuestamente iba a exponer sobre su denuncia contra Cristina Kirchner por el Memorándum. Hasta ahora, esa causa quedó en la nada, por inexistencia de delito. Fue una jugada desesperada de Nisman porque pensaba que lo iban a echar de la fiscalía.
En el armado mediático opositor de la causa por la muerte del fiscal siguen insistiendo con que el tráfico de comunicaciones se produjo porque sabían lo ocurrido en el baño del edificio Le Parc, pero de eso no hay una sola evidencia. Se trata de especulaciones producto de que no tienen prueba alguna de que a Nisman lo hayan matado: en siete años no encontraron nadie extraño que haya entrado en el edificio, el departamento y menos todavía en el baño, donde no se detectó ni una marca ni una huella de alguien que no fuera el propio Nisman. En Comodoro Py dejan el expediente abierto con la única finalidad de seguir usándolo contra la vicepresidenta y, en general, contra el Frente de Todos.