Es la primera vez que Rota sale de Buenos Aires, y tras presentaciones en la provincia de Santa Fe recala ahora en Rosario. Lo hará mañana a las 19 en una única función, en sala Arteón (Sarmiento 778, Planta Alta), para partir luego rumbo a Miami. “Lamentablemente, la temática es de orden universal; vamos a ver cómo se encuentra la obra con cada lugar”, señala Mariano Stolkiner, su director, a Rosario/12. Rota cuenta con dramaturgia de Natalia Villamil y protagónico absoluto de Raquel Ameri; además de ganar el Premio a la Producción del CTBA+Banco Ciudad y obtener el Primer Premio de Autoras del INT, la obra fue declarada de Interés por la Defensa y Promoción de los Derechos de la Mujer por la Legislatura de CABA.
La sinopsis hace foco en una mujer en crisis tras la muerte de su hijo, quien se suicidó luego de matar a su novia. Una aproximación que implica de manera distintiva a su director, único hombre del equipo. “Desde el comienzo fue una responsabilidad muy grande, porque al estar dirigiendo una obra que ataca netamente la integridad de las mujeres obviamente que implica un desafío enorme. Yo ya vengo de experiencias de otras obras que también tocaban la temática de la violencia de género, y tengo una hija de 14 años; quiero decir, no es un tema que me pase de costado, sino que me involucra de modo directo. En todo momento traté, de alguna manera, de dejarme llevar por las propias intuiciones femeninas que giraban en torno a la brutalidad que tenemos, no sólo la de Raquel (Ameri) sino también las de Natalia (Villamil) y Eleonora (Di Bello, asistente de dirección y productora ejecutiva), que son parte de nuestro grupo y estuvieron presentes en todo el proceso. En ese sentido, el resultado me deja tranquilo, porque más allá del reconocimiento que obtiene de parte del público, este trabajo tuvo el honor de ser declarado de interés por la Defensa y Promoción de los Derechos de la Mujer por la Legislatura de Buenos Aires. Y hubo algo bastante significativo para nosotros, cuando en el día de Ni Una Menos, Página/12 eligió en su contratapa hablar de la obra, donde se hizo una editorial que la tomaba como referencia para hablar de la lucha de las mujeres”, agrega Stolkiner.
-La construcción del personaje es bien dilemático, habida cuenta de ser la madre de un femicida.
-Este personaje tiene una dualidad, de ahí esa rotura; de algún modo es víctima y victimario, por lo menos para los ojos de la sociedad; y genera muchas tensiones y contradicciones en el público, que son las que nos interesa llevar a la escena. Creo que el teatro no está para hacer una bajada de línea uniforme, donde todos estemos necesariamente de acuerdo con lo que la escena nos diga; en el caso de esta obra, se generan discusiones y, en definitiva, creo que eso es lo que permite al mismo tiempo generar un movimiento, porque cuando uno discute con los materiales es cuando se rebela, frente a eso y al mismo tiempo contra lo que el material en sí mismo trae consigo. Al mismo tiempo, se nos pone en situación de tener que hacernos cargo de cierto lugar que ocupamos desde nuestro pensamiento social, cuando castigamos a las mujeres, no sólo desde el lugar de ponerlas como víctimas de la violencia por parte de los hombres, sino al responsabilizar también a aquellas madres que crían a esos femicidas, olvidándonos que son mujeres y que son madres sufrientes.
-¿Cómo fue el trabajo de la puesta en escena, sea en relación al texto pero también desde la tarea de una única actriz?
-Para mí, como director, siempre que llevo un texto a la escena significa hacer una reescritura y realizar, justamente, una dramatúrgica escénica del material. No soy de poner en escena los textos escritos tal cual, sí desde el uso de la palabra pero después se buscan tensiones internas, que se instalan en lo no dicho, y eso es parte del trabajo que uno desarrolla con la actriz y el equipo creativo, para que la obra hable por sí misma. Este texto está acompañado de un trabajo visual y sonoro muy importante en términos técnicos y artísticos, planteado como una especie de ópera rock, con lo cual, más allá de la textualidad escrita, lo que resulta en la escena es algo mucho más complejo. Lo importante es la combinación de los diferentes signos, y en este caso son muchísimos los que aparecen y generan su propia dinámica de encuentro y diálogo con los espectadores.
-Leí sobre una valoración “punk” de la obra, algo con lo que estuviste de acuerdo.
-Sí, porque más allá de determinados elementos que tienen que ver con lo visual y lo sonoro, también hay algo punk en el modo de llevarlo adelante, en esa especie de interpelación, por momentos no sé si brutal pero sí muy visceral, a partir del trabajo que hace Raquel, en donde no hay mucho lugar para que los espectadores puedan escaparse: están ahí, recibiendo algo que los atraviesa fuertemente. Desde ese lugar se puede hablar de una obra punk, porque si se ha intentado algo fue justamente romper estructuras.
Otro mérito que acompaña la presentación de Rota es la elección de sala Arteón, en este sentido y como dice Stolkiner: “Para nosotros es una alegría presentar la obra en Rosario y que sea en el marco de una gestión que viene desarrollando Cacho Palma, a quien le estamos muy agradecidos, y que está directamente ligada a tratar de salvar una sala histórica y tan importante como es Arteón, que está pasando por una situación muy difícil, frente a una posibilidad de cierre. Nuestra presentación tiene que ver, en gran medida, con estar ahí para apoyar a la sala, y para que cada una de las personas que asista, más allá de encontrarse con un trabajo que seguro los va a conmover, al mismo tiempo colaboren con esta causa, que es la defensa de la sala”.