La preocupación principal en la cabeza del equipo económico son los precios y los dólares. El Gobierno trabaja en esquemas alternativos para tener divisas, y garantiza que en agosto estarán resueltos los faltantes de dólares para importaciones industriales, una vez que terminen los desembolsos grandes en importación de energía. El campo no lo ayuda con la especulación, pero si los sojeros sacaran de los silos el grano, entre julio, agosto y septiembre podrían entrar unos 9000 millones de dólares en concepto de liquidación de exportaciones.
Para el Gobierno, en tanto, si esos productores aumentaran un poco más el nivel de venta sin especular con la devaluación, esa cifra podría ascender a 12 mil millones de dólares en tres meses. En su criterio, el de los dólares en volúmen es también un tema inflacionario: si logra reforzar la caja y con la idea ya blanqueada de que no se piensa en devaluar, podrá utilizar como ancla inflacionaria un tipo de cambio oficial fijo con intervención oficial. Es una de las ideas, más allá de que el acuerdo con el FMI menciona una evolución del dólar casi en línea con los precios. Hoy, impracticable.
En esa línea, aseguran en el Gobierno, hay que analizar la intención, tanto de Economía como de Energía, de que la segmentación de subsidios sea paulatina y se tome el tiempo de analisis para que no redunde en un tarifazo en momentos de precios calientes. Normativamente -así lo dice el decreto presidencial- la quita por ingresos queda bajo la tutela de la subsecretaría de Planeamiento Energético.
Allí estaba un hombre de Guzmán, Santiago López Osornio,que el ministro utilizó para intentar restarle poder al cristinismo en el área. Pero el lugar, como adelantó este diario esta semana, es ahora de Gonzalo Soriano, un dirigente tucumano que hasta hace unos días trabajaba con Santiago Yanotti, vicepresidente de Cammesa. Ambos tienen mucha llegada al jefe de Gabinete, Juan Manzur. Ese nombramiento es también indicador de una baja, al menos por ahora, en las tensiones reinantes entre Energía y Economía en tiempos de Guzmán.
En semejante contexto, casi todo intento nuevo de articulación parece estar cruzado por la salida del ex ministro. Pero es el inicio y es hasta lógico desde el punto de vista político haber encontrado un punto de consenso, aun en la crisis. Porque, a pocos días de la salida de Guzmán, se observa que no sólo el kirchnerismo renegaba de algunas de sus ideas. De todas maneras, la prueba de fuego para el Gobierno es transformar esa revuelta de situaciones en un rumbo común, que incluso es más importante que los resultados.