Rafael Nadal coronó anteayer en el Abierto de Francia una nueva resurrección: después de que una lesión de muñeca le costara prácticamente media temporada en 2016, el tenista español volvió a resurgir cuando pocos lo esperaban para conquistar un nuevo Grand Slam.
La carrera de Nadal fue un continuo lesionarse y recuperarse, parar por sus problemas físicos y reaparecer con más fuerza y fe. El 20 de octubre anunciaba que ponía fin a su temporada 2016 por un problema en la muñeca. El domingo, 11 de junio de 2017, aplastó a Stan Wawrinka en la final de Roland Garros y levantó su décimo quinto grande. “Uno tiene una gran satisfacción después de haber tenido tantos problemas los últimos tiempos. Nos satisface haber sabido darle la vuelta y estar otra vez aquí”, apuntó anteayer al borde de las lágrimas Toni Nadal, tío y entrenador del ex número uno.
El español tuvo una carrera fulgurante y exitosa desde aquel 2005 en el que empezó a construir su leyenda, pero el camino hasta ahora estuvo lleno de contratiempos físicos: rodillas, codos, pies, músculos, espalda, apéndice... Es difícil encontrar una parte de su cuerpo que no haya sufrido. Pero siempre se levantó. Lo hizo en 2010 cuando, tras abandonar en Australia por una lesión de rodilla, ganó Roland Garros, Wimbledon y el US Open; repitió en un 2013 en el que levantó diez torneos y recuperó el número uno después de estar siete meses fuera de combate otra vez por la rodilla; calló a sus críticos de nuevo en 2014, año en el que conquistó su noveno Abierto de Francia meses después de perder la final de Australia por un problema en la espalda.
Por si había dudas de su capacidad de superación, lo ha vuelto a hacer en 2017. “De lo que más orgulloso estoy de mi carrera es el año 2013, fue increíble porque tuve muchos problemas en la rodilla y no pude entrenar bien. Y acabé el año número uno, ganando aquí, ganando el US Open, es el año que más orgulloso me tiene”, recordó el zurdo la semana pasada en París. “Soy Rafa Nadal e ir por las canchas a jugar sin opciones de competir bien, sin sentirme bien, sintiéndome limitado, pues no me hace ilusión”.
Nadal siempre dice que ganó más de lo que jamás se imaginó, pero bien es cierto que su cuerpo lo apartó muchas veces del título. En Australia, por ejemplo, se retiró en 2010 por problemas físicos; en 2013 ni siquiera pudo jugar; cayó en la final de 2014 con un bloqueo en la espalda; y en 2015 perdió lesionado de la pierna. Meses más tarde de aquella final de 2014 ante Wawrinka conquistaría en Roland Garros el que hasta anteayer era su último grande. Sin embargo, la espalda le daría más problemas en aquella temporada. Y después la ansiedad y las dudas se apoderaron de él en un 2015 en el que no alzó ningún gran título.
“Hace dos años pensaba que era muy difícil que volviera –aseguró Gustavo Kuerten, triple campeón de Roland Garros–. Ahora tiene la oportunidad de ser número uno. Está demostrando una vez más que yo estaba equivocado.” “Pero así es la mentalidad de Nadal. Le encantan los retos. En su mente no hay nada imposible”, añadió Guga.
Superada la angustia de 2015 y cuando estaba ya camino de volver a su mejor nivel llegó una lesión de muñeca que le obligó a retirarse de Roland Garros en 2016 antes de su partido de tercera ronda. “Me recuerdo en el coche volviendo al hotel llorando. Fue muy duro”, rememora Nadal. Esa lesión le costó Wimbledon y forzó para estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde ganó el oro en dobles y se quedó a un suspiro del bronce en singles. Esa decisión, tomada más con el corazón que con la cabeza, le mermó sin embargo para los últimos meses de la temporada y tras perder en octubre ante Viktor Troicki en su debut en Shanghai puso fin a su 2016.
Un día antes de ese anuncio, Nadal inauguraba en su Manacor natal su academia junto a Federer, que llevaba meses sin competir por una lesión de rodilla. Los dos ex números uno, dueños de una rivalidad legendaria, bromearon que sólo jugarían partidos caritativos. Pero la primera gran final del año la jugarían ellos, en Australia, con triunfo del suizo. Anteayer tenía otro helvético enfrente, pero el desenlace fue diferente. Triunfo y título para el español, un especialista en resurgir cuando muchos lo dan por muerto.