Si bien la desocupación retrocede, el 23 por ciento de las personas en actividad tiene un empleo informal y el 17 por ciento es cuentapropista de baja calificación. Esta población está integrada a la producción y a los servicios pero no goza de protecciones laborales adecuadas. La urgencia por reforzar los ingresos de quienes más padecen la exclusión social no puede perder de vista la heterogeneidad de la economía no formal y las diversas formas de trabajo que la componen. 

El país del trabajo se inscribe como si fuera binario. Incluidos o excluidos. Privilegiados o marginados. Aristócratas obreros o economía popular. Pero hay otras argentinas entre las personas plenamente incluidas y las más marginadas. De la misma manera que el trabajo está compuesto por segmentos de empleo informal, de trabajo por cuenta propia o comunitario, también existen nodos de empresas semi-informales e informales, una economía integrada por las PyMEs, por los microemprendimientos y por la economía familiar y social.

Estos últimos nodos se caracterizan por índices de mayor informalidad laboral y menor protección social. Allí se encuentran los "anteúltimos", cuyos ingresos provienen exclusivamente del trabajo de bajos ingresos y tienen inserciones laborales precarias e inestables. En los últimos diez años, la pérdida de sus ingresos fue más pronunciada que la del quintil más pobre. Aunque carecen de protecciones laborales y sociales, están integrados a cadenas de producción, comercialización y distribución. Su trabajo es mercantilizado pero está social e institucionalmente apartado de toda negociación colectiva. Ese apartamiento podría tener consecuencias políticas profundas.

Anteúltimos

Estos sectores pueden ser caracterizados a través de otros indicadores. El ritmo de la recuperación interanual del empleo en las empresas más pequeñas fue un punto más lento (2,1) que en las empresas medianas (3,1) aunque en aquellas se había sufrido una reducción mayor durante la pandemia. Hasta abril de este año, la variación interanual del salario en el sector privado no registrado era del 50 por ciento. De las bajas laborales totales, seis de cada diez se dan por renuncia

Aunque crecieron las expectativas de contratación laboral entre las empresas, también crece una queja, ya que dicen no encontrar personas dispuestas a trabajar. ¿Hay una Gran Renuncia en la Argentina? Es posible que los trabajadores de bajos ingresos no encuentren incentivos suficientes para abandonar el cuentapropismo e ingresar en el empleo privado. Sería una decisión racional. ¿Por qué dejar de creer en un emprendimiento para empezar a trabajar diez horas por día a cambio de un salario mínimo mensual?

Ante este panorama, el neoliberalismo ofrece soluciones mágicas. Reforma laboral flexibilizante, aumento del seguro de desempleo y tips para emprender o trabajar y abandonar los estudios a los 16 años. Argentina se encuentra entre los países del mundo con peor desempeño económico en los últimos 50 años. ¿Es posible disociar la evolución que tuvo el mercado de trabajo en nuestro país de la crítica evolución que tuvo la actividad económica? 

De seguro que no es posible atribuir la informalidad y la desocupación a las regulaciones laborales protectoras cuando entre 2002 y 2015, con las mismas leyes de trabajo que hoy, se crearon más de 3 millones de puestos de trabajo formales en el sector privado. Tampoco sería razonable completar los ingresos de quienes están laboralmente desprotegidos con ajustes sobre los sectores de ingresos medios. En el horizonte neoliberal se abre un escenario socialmente dramático, que consiste en flexibilizar las protecciones laborales y que quienes están mal se ajusten para pagar los ingresos de quienes están peor. Un shock desregulatorio y simultáneamente regresivo en los ingresos. Es un escenario en el que las ideas abolicionistas del Estado y de las protecciones sociales se alimentan del odio hacia y entre personas trabajadoras.

Instituciones

La herramienta institucional por excelencia para aumentar los ingresos de las personas que trabajan en las categorías de menores ingresos es el salario mínimo, vital y móvil. Hoy, el Consejo del Salario –integrado por las centrales sindicales y empresarias y por el Estado– no negocia ni decide los pisos salariales del segmento asalariado registrado. Incide solo indirectamente sobre los bajos salarios del sector asalariado informal, pero impacta directamente sobre los montos de los programas sociales que paga el Estado. Nuevamente, quienes más pierden en esta carrera son los anteúltimos.

Allí donde no hay programas sociales ni empleo registrado, falta institucionalidad laboral que revincule las relaciones informalizadas en la producción y los servicios a través de la negociación colectiva. La negociación colectiva es la forma de diálogo social que mejora condiciones laborales e iguala condiciones de competencia. Es la institución del trabajo en la que no participan quienes trabajan en la informalidad, cuentapropistas, profesionales ni microempresarios. Si estos sectores permanecen apartados de la negociación colectiva, pronto sus ingresos también podrían pasar a depender del Estado.  

*CETyD (IDAES-UNSAM)