Sylwester, un maduro y atildado sastre polaco que por las noches brilla en los escenarios parisinos como la drag queen Loretta, es el héroe y a la vez la heroína de Reina (Królowa), la serie de Netflix que en pocas semanas se hizo un lugar entre las más vistas.
El lanzamiento coincidió con las celebraciones por el Mes del Orgullo LGBTIQ+, en junio. Creada por el polaco Lukasz Komicki y el islandés Árni Ólafur Ásgeirsson, y protagonizada por el actor polaco Andrzej Seweryn, que integra la Comédie-Française, la miniserie tiene solo cuatro capítulos de poco menos de una hora cada uno. Al comienzo, mientras un joven socio trata de persuadirlo para que acepte el ofrecimiento de convertir su local parisino en una cadena de tiendas, el sastre ha decidido retirarse e irse a vivir al sur de Francia con su mascota. Mientras tanto, su amigo y consejero, el coreógrafo Corentin, organiza una despedida tan elegante como extravagante y a la altura de Loretta.
Los planes cambian con la llegada de una carta, en sobre rosado, desde la región de Silesia, en Polonia. En la juventud, al descubrir su identidad gay, Sylwester dejó atrás el pueblo minero donde vivía, a su esposa e hija y también a su amante, que no tuvo la valentía de irse con él a Francia (pero se convirtió en un empresario exitoso). Firmada por Iza, la carta también le informa que es abuelo de una adolescente; que Wiola, la hija del sastre, necesita un trasplante de riñón para seguir viviendo y que él podría ser el donante que buscan.
Antes de que pueda rechazar la idea, Corentin lo convence: qué no daría él, le dice, por tener una familia. Con la frente marchita y tres valijas (en la más grande empaca su ropa y accesorios de drag), emprende el retorno al país natal. El encuentro con su arrolladora nieta adolescente, encantadora y con dos pretendientes a falta de uno resulta más satisfactorio que el reencuentro con Wiola, que tiene varios reclamos para hacerle al padre aun antes de enterarse de que es gay y una renombrada drag queen en la Ciudad Luz.
Aunque la primera vez que ve a Loretta solo atina a definirla como “un viejo con vestido”, más tarde recurrirá a ella para recaudar fondos en beneficio de las familias de mineros muertos en un accidente. Incluso Corentin será convocado de urgencia como coreógrafo de un grupo de mineros –a la manera del film Todo o nada, pero con intérpretes más sexis– que participarán de un apoteósico show al ritmo de Cher y con vestuario diseñado por el mismo Sylwester. Con dosis de melodrama, comedia reparadora y poesía social, la serie de Netflix cede el reinado a un modisto drag de la tercera edad que vuelve a su pueblo a salvar a su hija de la muerte y, un poco, del tedio.
La música es otro de los aciertos de Reina. En las primeras escenas, Loretta brinda su espectáculo de canto sincronizado (lip sync) con uno de los clásicos de la eterna Françoise Hardy; en los ensayos, Corentin elige un tema de ZAZ. Ya en Silesia, Sylwester disfruta de un tema de la cantante polaca Anna Jankar. También se escucharán canciones interpretadas por Bonnie Tyler, Violetta Villas y el mismo Andrzej Seweryn cuando Sylwester, una vez ganada la confianza de los mineros, se embriague y cante con ellos.
En el primer episodio de Reina, en el hotel del pueblo silesiano donde se aloja los primeros días, Sylwester escucha por la radio la conmovedora versión de Nina Simone de “Ne me quitte pas”, de cuya letra migra el título de la serie: “Para cubrir tu cuerpo / de oro y luz / crearé un territorio / donde el amor será el rey / donde el amor será ley / donde serás reina”.
Reina
en Netflix
Cuatro episodios. Creada por Árni Ólafur Ásgeirsson.