La corrida cambiaria que despidió a Martín Guzmán y recibió a Silvina Batakis produjo una elevada incertidumbre económica y política. Si bien cada corrida tiene su origen específico, ésta se monta sobre una serie de problemas estructurales que el oficialismo no atendió.

Por un lado, una galopante inflación que había dejado bastante atrás a la cotización del dólar oficial, generando expectativas de un salto devaluatorio. Relacionado a ello, se carece de instrumentos de ahorro alternativos al dólar que generen confianza en la población, más allá de algunos meses de "carry trade" o "bicicleta financiera". Por último, está el problema estructural de la matriz productiva, que genera una aceleración de las importaciones de bienes y servicios cuando la actividad productiva adquiere niveles relativamente elevados. Eso desemboca en una baja acumulación de reservas en el Banco Central y agrega incertidumbre sobre la sostenibilidad en el valor del dólar.

De los problemas antes mencionados, sólo el de la matriz productiva tiene cierta atención por el equipo económico de Alberto Fernández. En este punto, la idea es acelerar las exportaciones primarias, especialmente en minería e hidrocarburos. Un proyecto poco innovador que genera tensiones, especialmente en materia ambiental. Por el lado de la demanda, incluso se promociona la compra de artículos de bajo valor agregado nacional mediante el "Ahora 12" y otras líneas de crédito, una política que incentiva un perfil de consumo derrochador de divisas en una economía donde éstas escasean. En paralelo, la política de vivienda, que resuelve una problemática social acuciante, genera muchos puestos de trabajo y tiene bajo derrame a importaciones, tiene escaso desarrollo y se encuentra desfinanciada.

La falta de un programa de estabilización de precios heterodoxo es un error central de la actual administración. Más allá de declaraciones poco operativas sobre una raíz "multicausal", la estrategia de fondo descansa sobre una posición fiscalista y de reducción de la emisión monetaria. Los errores de diagnóstico se pagan caro y el programa de metas fiscales y monetarias firmado con el FMI, aun cuando se cumpla a rajatabla, no tendrá efectos relevantes sobre una dinámica de precios que tiene fuerte impronta inercial.

Si bien el actual contexto de inestabilidad económica y a casi un año, solamente, de las próximas elecciones presidenciales, no es el mejor para promover una iniciativa que incluya amplios acuerdos políticos y sociales, peor es no intentarlo y presentarse ante la sociedad falto de iniciativa en la principal preocupación económica. 

Vale recordar que la administración de Alfonsín lanzó el plan Austral en un contexto de elevada incertidumbre económica, con sindicatos y grandes empresas en actitud desestabilizadoras y, aun así, logró generar una fuerte baja inicial de la inflación imponiendo un amplio congelamiento de precios. Ese programa le permitió obtener un buen resultado en las lecciones de medio término por más de que, dos años después, no pudiera sostenerlo, ante la profundización del estrangulamiento internacional en el marco de la década perdida.

@AndresAsiain