Calle Galicia. Una zona lindante entre la codicia inmobiliaria de poder ser Caballito y la invalorable mística barrial de ser Villa General Mitre. En la nochecita de un día de semana, por el fondo grande de una casona larga ya están circulando músicos, escritores, periodistas. Gente del arte, de la cultura, de la política. Hace frío. Hay humo de parrilla y calor de braseros. Hay tintineo de copas y balbuceos de una banda que entibia el ambiente tocando blues. Mex Urtizberea, el anfitrión, sonríe. Se está filmando lo que será el cuarto episodio de FA!, la serie que el humorista, músico, conductor, performer y varias cosas más imaginó con Nicolás Tolcachier, Fabiana Segovia y Pedro Saborido. Una producción audiovisual que una vez por mes toma forma alrededor de distintos argumentos e invitados diversos. El tema de la noche es la amistad y un compacto de lo que pase se podrá ver desde este miércoles, Día del amigo, en el Canal de YouTube de Relatores y Radio Nacional Rock.

Todos los que están, cada uno a su manera, sonríen. Por lo que significa una reunión en estos tiempos, por la buena idea que posibilita el encuentro --que para muchos es también reencuentro--, por las viejas y las nuevas amistades, porque sí. Entre muchos otros están Rep, Javier Malosetti, Lito Vitale, Patricia Sosa, Gillespi, Dario Sztajnszrajber, Soledad Barruti, Feli Colina, Reynaldo Sietecase, Juan Ingaramo, Kevin Johansen, el gran “Zurdo” Roizner. Y siguen las firmas. De pronto llega Palito Ortega, la gran sorpresa de la noche, y por un momento pareciera que el patio suena en blanco y negro. Pero son trampas de la memoria, que el mismo Palito, locuaz y saludador, va coloreando mientras avanza entre la gente, sonriendo y conversando.

La noche llega al punto caramelo, Tolcachier, en la dirección general, y Segovia, a cargo de la producción ejecutiva, se afanan en sostener la cumbre del clima y sutilmente cuadran invitados y aspirantes. Pero hace rato que a varios los acomodó la dinámica del mundo. Cerca de la parrilla están los escépticos --“Metele que se acaba”, aconsejan--; más allá, cerca de donde toca la banda, los optimistas saludan y se dejan saludar. Mientras, alejados del tumulto, los apocalípticos leen por enésima vez la etiqueta del vino que no dejan de tomar y los integrados, por todos lados, aplauden cada cosa que pasa. El parrillero, con irresponsabilidad posmoderna, define “gourmet” al chorizo que sirve en media rodaja de pan figazza e inevitablemente alguien piensa en el Fin de la historia.

Llega la hora de la charla central. La música en el patio se suspende por un rato. En la mesa del living se conversa de la amistad y Mex, en la cabecera, es el moderador. Palito, a la derecha del anfitrión, arranca enseguida evocando la suya con Irineo Leguizamo, el gran amigo y jockey de Carlos Gardel. “Había gente que le gritaba ‘Che Legui, vos que eras el amigo de Gardel ahora sos el amigo de Palito Ortega’”, cuenta y estalla la risa. Del otro lado de la mesa Rep, calladito, empieza a dibujar. Ortega continúa y desempolva un anecdotario en el que suenan los nombres de Luis Sandrini, Frank Sinatra y Charly García. Mex prueba a hablar de la amistad en términos de códigos comunes, Sztajnszrajber la define desde la reciprocidad y Patricia Sosa prefiere pensar que se trata de un gesto de entrega. Con amistosa cordialidad, cada uno va diciendo lo propio. Rep, sin hablar, sigue dibujando lo que será el retrato de ese momento.

La mesa de la charla empezaba a desmontarse mientras en el patio la música se recomponía con la banda también encabezada por Mex desde el teclado. El primer invitado fue Palito, que comenzó con “Sabor a nada” mientras los presentes aullaban de emoción. Enseguida, el cantor terminó de extenderlos con una versión, solito con su guitarra, de “Canción para un amigo”. Hubo algo de onírico en ese momento, como que insospechadas formas del deseo de repente permitieron mirar la realidad a través de un cristal inédito.

Parecía que no, pero varias cosas quedaban todavía por decir en la noche que iba buscando su fondo. Feli Colina cantó “Buscando un símbolo de paz”, Patricia Sosa y Gillespi se adueñaron de “Rutas argentinas” con una personal versión y Kevin Johansen honró sus raíces con “We Can’t Work It Out”. En torno a ellos, desde temprano, Javier Malosetti y Lito Vitale desplegaron el infalible instinto de los distinguidos animales de la música.

Todavía no era tarde, pero al otro día se trabaja y varios empezaban a irse. Fueron quedando los irreducibles de siempre, las minorías constructoras de intimidad sobre las que enseguida reina cierto clima de complicidad. Mientras los técnicos de Radio Nacional desarmaban, la charla se distendía en el clima de satisfacción por lo que todos sentían que había salido bien. Acodado en una de las mesas del patio, cerca del brasero, Tolcachier ya se preocupaba por cómo hará entrar en una hora todo lo que sucedió en la noche que había terminado y hablando del más y el menos anticipaba los temas de los próximos FA!: agosto será con la radio, setiembre con los estudiantes, octubre con medio ambiente y en noviembre será el vino.

Por otro lado, Mex contaba que en el espíritu de FA!, además de la ansiedad que produjo la pandemia, retumban aquellas tertulias en lo de Donvi Vitale, en Villa Adelina. También las que en su casa de San Isidro organizaba su padre, periodista y crítico de teatro, donde recuerda haber visto a Federico Luppi y Ulises Dumont. Sin mucho más para agregar, la charla se remontaba hacia bueyes perdidos. De pronto apareció Marcelo Chirinos y alguien se acordó de aquel Comisario Garrido en las madrugadas de Radio Mitre. “Otro mundo”, susurró alguien desde la penumbra.

Así, sin apuro, se iba agotando la noche de la mistad, esa manera de prolongarse en el otro que, bien presentada, puede ser también una forma de espectáculo.