¿Qué sucede cuando la rutina que te hacía tan feliz ya no surte efecto? ¿Cómo se hace para escapar de la familia que elegiste construir tiempo atrás? Eso se pregunta la protagonista de Familia, la nueva novela gráfica de la dibujante y arquitecta portuguesa Julia Barata (autora de Gravidez, Quotidiano de luxo y 2 historias de amor).
No son interrogantes que aparecen con letras claras, la incomodidad de la angustia irrumpe como una población de piojos que se instala en el cuero cabelludo y no te permite dormir. La historia comienza con un viaje familiar donde una pareja corre tras su pequeño hijo León mientras discuten por asuntos aparentemente banales: qué actividad hacer, si es mejor comprar jugo o agua, si es la última vez que viajan sin la compañía de otra familia con hijos.
El niño encuentra fascinante todo lo que ve, desde los paisajes montañosos hasta las lápidas de los muertos en un cementerio. La madre, en cambio, solo puede experimentar el entusiasmo a través de él. Cuando llega la noche, la habitación que comparte con su marido se transforma en un tren fantasma que no la lleva a ningún lado. Una locomotora estática que la sienta de frente contra aquello que se visibiliza solo en la oscuridad de la madrugada.
Julia se está marchitando como las flores que reposaban en la lápida donde su hijo hizo pis. A veces no es necesario cerrar los ojos para ser la protagonista de una pesadilla.¿Qué colores definen a la crisis de una mujer que se olvidó de sí misma? Negro y rojo, como un tablero de damas. A medida que avanza el relato, la protagonista probará distintas estrategias de juego para deshabitar la amargura que la ataca cuando entra en estado de vigilia.
El encanto de Familia es su forma de describir la crisis emocional que atraviesa Julia: la historieta no busca contar los hechos de manera literal sino a partir de la dispersión de una mujer que no puede dormir y teme averiguar la razón. Las páginas grafican el caos como el cuarto desordenado de un niño que deja todos sus juguetes tirados haciendo imposible caminar. Pocas cosas más aterradoras que la forma en que el ojo humano percibe los muñecos y peluches cuando se hace de noche y apenas entra un haz de luz por la ventana.
Las imágenes que nos aseguran que estamos a salvo en casa se deforman al aparecer la luna y proyectan sobre la pared sombras amenazantes. Julia Barata nos comparte esa sensación de extrañamiento noche tras noche para que comprendamos en carne propia el agotamiento que provoca no saber si queremos seguir dónde estamos. Mientras la protagonista huye de las dudas que le generan culpa explorará todos los trucos para sentirse joven de nuevo: bailar hasta que las piernas chillen de dolor, tomar cocaína en una fiesta, emborracharse porque sí, besarse con un desconocido, darle espacio al placer físico con una amiga en el cubículo de un baño mugroso, olvidarse que es madre por un rato.
La novela gráfica está empapada de amargura pero también del reencuentro con el goce postergado por lavar los platos o leerle un cuento a tu hijo antes de dormir. En las 240 páginas de Familia no hay villanos ni enemigos y esa es la realidad más desesperante. La batalla es abstracta como algunas páginas del libro donde la tinta roja se esparce por los márgenes hasta desangrarse. Julia Barata dibuja el agobio como si fuera una nube de humo que se mete sin permiso dentro del cuerpo y te impide respirar.
Algunas emociones debenser dibujadas para determinar dónde empieza y termina su recorrido. La autora traza esa ruta para invitarnos a una odisea que muchas mujeres vivieron, tratando de que quienes lo lean se sientan menos solas.