En 2021, a estas alturas del año, Europa estaba bajo agua. La zona central del viejo continente se enfrentaba a una de las mayores inundaciones de su historia, con un episodio de lluvias torrenciales sin precedentes que dejó centenares de desaparecidos y destrozos millonarios. Ahora, un año después, el panorama es radicalmente distinto y los problemas no tienen que ver con precipitaciones extremas ni riadas: olas de calor, temperaturas máximas de récord, incendios forestales o glaciares derruidos con efectos mortales.
En tan sólo un mes, los fenómenos meteorológicos extremos –la mayoría asociados a las altas temperaturas– se han vuelto tan recurrentes que la normalidad climática no ha tenido apenas cabida. La crisis climática se ha hecho evidente en forma de catástrofe.
Una ola de calor previa al verano
El 10 de junio, a varias semanas de que el verano comenzase de forma oficial, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) lanzaba una alerta por temperaturas extremas sin precedentes. Con termómetros marcando más de 40ºC en algunas partes del mapa, España registró así la segunda ola de calor más prematura de su historia, sólo superada por el episodio de junio de 1981, que comenzó un día antes.
Este fenómeno meteorológico dejó cerca de 700 muertes, según los datos difundidos por el Ministerio de Sanidad, y abrió un debate intenso sobre cómo adaptar la economía a un clima cambiante que está adelantando la entrada del verano y postergando su fin.
Del calor al fuego: el incendio más grande de la década
La ola de calor más prematura de los últimos veinte años daba paso a una catástrofe de fuego en Zamora. Las altas temperaturas convirtieron la Sierra de la Culebra en un paraje repleto de combustible donde el fuego se prendió y extendió –tras el impacto de un rayo– de manera descontrolada. En poco menos de cinco días, más de 30.000 hectáreas de este paraje quedaron calcinadas, convirtiéndose en el incendio más grande y demoledor de la última década.
La segunda ola de calor en un mes
El 10 de julio, la Agencia Estatal de Meteorología anunciaba un nuevo episodio de temperaturas adversas que llegaba tan sólo un mes después de que junio hubiera registrado la prematura ola de calor. El mercurio alcanzó temperaturas medias de 40ºC y por encima de los 45ºC en algunos puntos del mapa, como el Valle del Tajo o el Valle del Guadalquivir.
Este fenómeno de temperaturas elevadas ha estado marcado por el predominio de noches tórridas –noches con temperaturas por encima de los 25ºC– y noches tropicales –por encima de los 20ºC–, pero también por una longitud de récord. Según los datos de la AEMET, la ola de calor ha durado al menos nueve días (se dio por terminada el lunes 19 de julio), siendo la tercera más larga de la historia, empatando con los episodios de 2017 y 2020. La más extensa duró 26 días (entre el 27 de junio y el 22 de julio de 2015) y la segunda en el ranking se alargó 14 días en el verano de 2003.
El calor acumulado hace arder el país
La concentración de dos olas de calor intensas en menos de un mes ha sido el caldo de cultivo perfecto para que el fuego se propague por todo el país con virulencia. El fuego se ha dejado ver en prácticamente toda la geografía española y se han quemado decenas de miles de hectáreas en Galicia, Extremadura y Castilla y León. La situación de temperaturas extremas ha disparado las estadísticas forestales, en tanto que en lo que va de año se han quemado ya 70.000 hectáreas en todo el país, el doble de la media anual registrada en la última década.
Europa: 40ºC en Reino Unido y un glaciar histórico derruido
El mes de calor adverso no se restringe a Europa. Las bolsas de aire cálido también han tenido consecuencias en algunas partes de Europa, sobre todo en esta segunda ola. El caso más significativo es el de Reino Unido, que ha registrado este martes 40ºC por primera vez en su historia, según la oficina meteorológica local (MET).
El fuego es el denominador común del verano europeo. Como España, la mayor parte de los países están sufriendo incendios extremos. En la fachada atlántica de Francia las autoridades han elevado este martes la alerta roja por temperaturas de 38ºC y al menos 15.000 hectáreas han quedado arrasadas por el fuego, según las informaciones de la agencia EFE.
En Portugal, los focos llevan ya 6.000 hectáreas reducidas a cenizas, después de registrar una semana de altas temperaturas. El mismo escenario se ha dado en Grecia, con más de 200 focos activos en la última semana, o en Italia, que se enfrenta a la mayor sequía de los últimos setenta años. Precisamente en Italia se ha registrado, como consecuencia de las temperaturas adversas ligadas a la crisis climática, uno catástrofe histórica con el derrumbe, por culpa del deshielo, de parte de un Glaciar en Los Dolomitas el pasado 2 de julio. La catástrofe dejó 6 muertos decenas de desaparecidos.