Son cada vez más los avisos de empleo que buscan a consultores, analistas y programadores informáticos; el de la Ingeniería en Sistemas, en el marco de la revolución digital, es uno de los mercados laborales que más ha crecido. A Nicolás Núñez, sin embargo, la carrera no terminaba de seducirlo. Fue un comentario de su novia el que iluminó la pieza faltante para ensamblar la pasión con el estudio: “a vos, desde chico, te gustan los videojuegos”, le dijo y estableció la conexión entre las maratónicas tardes de Family de la infancia y las intensas jornadas de clases en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS).

Hoy, a punto de recibirse de Ingeniero en Sistemas en esa casa de estudios, Nicolás fue becado para participar en una diplomatura en Desarrollo Artístico de Videojuegos, dictada por la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO). “Encontré mi camino dentro de la programación”, celebró el joven chaqueño.

Hay un dejo de nostalgia en la forma en que Nicolás relata las tardes de amigos, chocolatada y consolas, en la ciudad de Saénz Peña, la segunda más poblada de la provincia del Chaco. Una nostalgia que, sin embargo, puede prescindir de la melancolía, porque los años y las obligaciones no lograron enterrar su afición por los videojuegos; Nicolás le encontró la vuelta.

“Al principio era muy terco. Me costaba mucho la programación. Sobre todo, la parte del análisis y la planificación. Las investigaciones son muy exhaustivas”, recordó Núñez acerca de sus primeros años como estudiante universitario.

Esas dificultades sembraban más dudas a un dilema que ya había aparecido durante los últimos años de secundario. En un principio, se había interesado por la biotecnología, pero la carrera se dictaba lejos y su situación económica no era la mejor como para trasladarse a otra ciudad. Optó, finalmente, por Ingeniería en Sistemas.

Aprendía mucho, le iba bien, “pero no había afinidad”. Su novia, compañera en la misma carrera, le propuso que se inscribieran en un curso de desarrollo de videojuegos, que iba abrirse en la ciudad. Entraron los dos.

“Comenzamos: nos enseñaron las pautas para el diseño, lo que es la jugabilidad, el sonido, la importancia de la movilidad y de las curvas para que el juego sea atractivo”, comentó Núñez, al tiempo en que subrayó que fue a través de esta experiencia que encontró el gozo en la programación.

En uno de los grupos que se formó durante ese curso, alguien pasó una publicación acerca de una nueva diplomatura en Desarrollo Artístico de Videojuegos, organizada conjuntamente por la Dirección Nacional de Formación Cultural del Ministerio de Cultura y la Facultad de Arte y Diseño de UNCUYO. Sin demasiadas expectativas, Nuñez se postuló y, para su sorpresa, quedó seleccionado dentro del grupo de 500 jóvenes de todo el país que desde más de un mes forman parte de la propuesta formativa.

Si el curso en Saénz Peña lo capacitó en la faceta técnica del desarrollo de juegos electrónicos, este trayecto pone el foco en el despliegue narrativo de las historias digitales y en “aquellos aspectos que se deben tener en cuenta antes de la codificación: los personajes, su trasfondo, la planificación de los niveles”, explicó el estudiante de 24 años al Suplemento Universidad.

Aun asiduo jugador, al joven de Sáenz Peña le interesa la capacidad de los videojuegos para transitar experiencias, poniéndose en el lugar de un personaje de una forma que ningún otro soporte permite. “A través de un juego en el que la protagonista es esquizofrénica y escucha voces, uno puede acercarse a la manera en la que vive esa persona”, ejemplificó.

Aparte de la diplomatura, que se extenderá hasta noviembre, Nuñez cursa la última materia de Sistemas y apunta a seguir desarrollando ese terreno compartido donde confluyen el estudio y el entusiasmo, “el arte con el desarrollo científico”, describió.