La necesidad de River era grande, después de algunos resultados adversos en la Liga Profesional, pero también para apaciguar el clima interno, luego de las declaraciones del técnico Gallardo el martes último.

El conductor, precisamente, decidió algunas variantes para recibir a Gimnasia. Pero sin duda, la expectativa estaba creada por la probable presentación de los últimos dos refuerzos: Borja y Solari.

El equipo comenzó el partido sin muchas variaciones en el nivel futbolístico. Si bien se plantó en el campo de los platenses, no terminaba de ejercer el dominio necesario para adueñarse de las acciones.

El momento de River difiere mucho del equipo que asfixiaba a su adversario y no le permitía retener la pelota. La presión ya no es la misma y encima algunos nombres están lejos de su mejor versión. La prueba de Mammana como marcador central, su puesto natural, fue un reflejo de lo que transmiten otros compañeros.

El domingo pasado ante Vélez, los que integraron la zaga central fueron Maidana y Pinola, y en esta oportunidad los dos se sentaron en el banco de los suplentes. El capitán Armani tuvo que esforzarse en el primer tiempo para evitar el gol ante dos jugadores de Gimnasia.

Los acercamientos de River eran por remates de media distancia, y apenas una vez pudo provocar un desborde por la derecha, para que Beltrán estuviera cerca de conectar el envío llegando por el centro.

Uno de los inconvenientes que tiene River se centra en la creación de acciones ofensivas. De La Cruz, Aliendro y Palavecino están para cumplir esa función, pero casi no hay conexión entre ellos, y queda todo supeditado a acciones individuales para llegar al área rival.

Lo curioso fue que el local se pudo poner en ventaja cuando se terminaba el primer tiempo, por un error de Leonardo Morales, que rechazó la pelota y se la entregó a Beltrán. El delantero no dudó y le pegó cruzado para convertir el gol.

La postura de River se modificó en el segundo tiempo, con las líneas más unidas para poder combinar acciones colectivas. Eso le permitió provocar desequilibrio por los costados, y generar riesgo cuando la pelota era enviada al centro del área.

El arquero de Gimnasia comenzó a tener más trabajo, y a los defensores platenses se les hacía más difícil controlar a los delanteros de River. El ingreso de Barco le aportó mayor profundidad en ese sentido, y fue importante para ejercer peligro en los metros finales.

Borja y Solari ingresaron finalmente, y las primeras impresiones que dejaron ambos fueron positivas. Para River, en este momento, no es poco.