“No vamos a poner en riesgo el patrimonio del banco prestándole a un país insolvente”, descartó Mauricio Claver Carone, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, la posibilidad de enviar 500 millones de dólares a la Argentina por créditos ya aprobados. Lo dijo casi a los gritos el último miércoles en una tensa reunión de directorio del organismo, en la cual el bloque de países de América Latina y el Caribe hizo un planteo formal por su resistencia a cumplir con el desembolso de las divisas al gobierno nacional.
La respuesta de Claver Carone fue una explosión de críticas y recriminaciones a la política económica de Alberto Fernández y la ratificación de su negativa a girar los 500 millones de dólares comprometidos. Como se señaló aquí la semana pasada, son préstamos ya autorizados por el BID que debían acreditarse a lo largo del primer semestre, con fecha máxima de ejecución el 30 de junio.
Sin embargo, el titular del organismo, estadounidense nacido en Miami, de familia cubana y española, impuesto para ese cargo por el ex presidente Donald Trump, se resistió todo ese tiempo a efectivizar los desembolsos. Lo último que había argumentado era que no podía intervenir porque se encuentra bajo investigación por dos supuestos hechos: malversación de fondos y una falta ética, según las normas del BID, por un romance con una directiva de la institución.
El gobierno argentino considera que esa situación no lo invalida para concretar la transferencia de las divisas a las reservas del Banco Central, dado que el caso se sustancia por fuera del BID, por un cuerpo independiente de abogados constituido para esa tarea.
De acuerdo a los funcionarios, se trata de una excusa para no cumplir los convenios firmados. Pero más que eso, entienden que Claver Carone es parte de la embestida de sectores económicos y financieros poderosos para forzar una devaluación brusca y obtener ganancias extraordinarias, a costa de las mayorías populares, y dañar lo más posible al gobierno del Frente de Todos de cara a las elecciones de 2023.
Las inclinaciones políticas del presidente del BID son conocidas. Es un cruzado contra lo que llama populismo y militante de la ortodoxia económica, protagonista destacado de la aprobación del escandaloso crédito de 45 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional al gobierno de Mauricio Macri. Claver Carone era representante de Estados Unidos ante el directorio del FMI en aquellos años.
“Yo estaba en el Fondo Monetario, y el programa más grande en la historia del Fondo Monetario lo ocupamos con la Argentina. Que se haya mal manejado, que no se haya ejecutado bien por parte de Argentina, y les haya costado la elección, es otra cuestión”, dijo Claver Carone en una conferencia en Chile a mediados de 2020, cuando defendía su candidatura a presidir el BID.
“Yo tenía a los europeos enfrente de mí, cuando quisimos impulsar e impulsamos el programa de asistencia más grande en la historia del Fondo Monetario Internacional para ayudar a la Argentina en su momento de crisis, fueron los europeos que estaban peleados contra nosotros, porque no querían ayudar a la Argentina, porque no les interesaba el Hemisferio Occidental”, agregó, dejando claro que fue Trump quien impuso el préstamo record al gobierno de Cambiemos para respaldarlo en su intento de lograr la reelección.
Claver Carone registra otro antecedente que expone su comportamiento político. Fue el 10 de diciembre de 2019, cuando se marchó intempestivamente del acto de asunción de Alberto Fernández como presidente. Abandonó el país tratando de generar un escándalo en repudio a la presencia del venezolano Jorge Rodríguez, ex vicepresidente y actual titular de la Asamblea Nacional, en la ceremonia en el Congreso.
El economista estadounidense, por otra parte, rompió con su llegada a la presidencia del BID con la tradición de reservar ese puesto a un representante de América latina y el Caribe. Lo que se buscaba con el resguardo de ese lugar de poder para la región era contrapesar la influencia de Estados Unidos y los múltiples lobbies que operan sobre esa administración. El comportamiento de Claver Carone confirma qué importante era ese objetivo. Por otra parte, Trump desplazó con su designación al postulante argentino, Gustavo Béliz, quien finalmente se retiró de la contienda cuando quedó clara la voluntad del mandatario norteamericano.
“Está fuera de discusión. Argentina es un país insolvente. No vamos a regalar 500 millones de dólares del patrimonio del BID para que se esfumen”, descartó Claver Carone a mitad de semana ante directores del organismo que reclamaron por el atraso en los giros a la Argentina. El directivo sorprendió a sus interlocutores porque no ahorró críticas a la política económica, rompiendo con cualquier formalidad que obliga su investidura y por lo que debería ser su responsabilidad institucional.
Más grave aún es lo que se enteraron luego en el gobierno. Claver Carone mantuvo contactos con directivos del FMI para reclamar que sea más duro con la Argentina y condicione los desembolsos del acuerdo a un estricto cumplimiento de las metas asumidas.
“Es un tema para la reunión con Biden”, aseguran los funcionarios. Se refieren al postergado encuentro del presidente con su par de Estados Unidos, retrasado a causa de su contagio de coronavirus. La ministra Silvina Batakis tocará el tema el lunes en el encuentro que tiene pautado con las autoridades del FMI.
Respecto del riesgo de que los préstamos del BID se evaporen en la corrida cambiaria, recuerdan que Claver Carone no puso los mismos reparos cuando batalló para que le dieran 45 mil millones de dólares a Macri pese a que mantenía abierta la salida de capitales y propiciaba la fuga de divisas.
Más corrida
La señal de Claver Carone desde un lugar de tanta trascendencia como la jefatura del BID agiganta a quienes propician un golpe de mercado contra el gobierno nacional. El ataque especulativo se produce en un contexto de debilidad del Poder Ejecutivo por errores propios, demasiados, tanto del funcionamiento político del Frente de Todos como de gestión, pero que tiene como marco principal la extrema vulnerabilidad que sufre el país tras la herencia de endeudamiento y crisis que dejó el gobierno de Macri. Y sobre eso la pandemia y la guerra en Europa, que eyecta jefes de Estado uno tras otro en medio de una fiebre inflacionaria como no se veía en cuarenta años.
Para contener la corrida, el gabinete económico prepara nuevas medidas para apurar la venta de la cosecha retenida en silobolsas y garantizar una colocación exitosa de deuda a mitad de semana. Los funcionarios esperan recaudar unos 400 mil millones de pesos en la licitación de títulos del Tesoro del próximo miércoles, el doble de lo que se necesita refinanciar, de modo que actúe como una señal de que el crédito en moneda nacional sigue abierto para el Estado.
Fue lo que se conversó con bancos y Fondos Comunes de Inversión. Batakis transmitió un mensaje contundente en materia fiscal para demostrar a esos actores que el Estado está dispuesto a cumplir a rajatabla con la meta de un déficit de 2,5 puntos del PIB, pactada con el FMI. Dispuso que en agosto los ministerios y dependencias públicas deberán sostenerse con un tercio de las partidas previstas. Menos la obra pública, la educación y la ciencia y la tecnología, el fuerte recorte alcanza al resto de la administración pública nacional.
"Lo que más hace falta es un pronunciamiento contundente y cohesionado de Alberto, Cristina y Massa para ratificar a Batakis y lo que está haciendo para encarrilar la situación. De lo contrario, todo se diluye", insisten en el gabinete económico, conscientes de los desafíos y palos en la rueda que vienen de adentro y de afuera, pero también de la necesidad de que sea el propio oficialismo el que se ordene para aumentar las chances de éxito en su pulseada con los especuladores.