Cincuenta y tres años y cinco meses atrás Lindolfo Leónidas Bertinat, 86 años, miembro del Movimiento de Solidaridad con Cuba en Rosario, estuvo con quien era el ministro de Industria de la revolución cubana, el rosarino Ernesto Guevera de la Serna. Viajó a la mayor de las Antillas como integrante de una delegación argentina junto al peronista Pedro Bóccoli, de Máximo Paz, y tres hombres más de Buenos Aires: Oscar Tiseyra, demócrata cristiano, el entonces sacerdote Héctor Ferreiros -luego periodista secuestrado y desaparecido‑, y José Lanao, comunista como el mismo Bertinat. En el 89° aniversario del nacimiento de Guevara y en la "Semana del Che en Rosario", "Lide" Bertinat recuerda aquella "oportunidad histórica de conocerlo" como califica a la reunión. Hoy es uno de los pocos habitantes de la ciudad que pueden relatar un encuentro con el revolucionario, el internacionalista, el intelectual crítico de su tiempo que se sintió fuertemente interpelado por el pensamiento existente en un país capitalista, dependiente y neocolonizado como Cuba, que eligió el camino de la revolución y el socialismo. Se trata del mismo Che que en todo el mundo sigue conmoviendo conciencias, genera debates, enamora a jóvenes y adultos con su pensamiento y sus reflexiones, un dato que el mercado nunca despreció para convertirlo en ícono destinado al consumo.
El 1° de enero de enero de 1964 se cumplía el quinto aniversario del triunfo de la revolución cubana y hacia allá fue la delegación ansiosa de ver, de palpar, de escuchar testimonios sobre los caminos emprendidos y las mil y una aristas que se habían abierto en la transformación política, económica y social de la pequeña isla a la que el mundo sigue mirando con atención y sobre la cual se mantiene el criminal bloqueo estadounidense aunque se hayan levantado las voces de todos los países en el marco de las Naciones Unidas, con excepción del propio Imperio y de Israel. Parte de esa ansiedad de conocimiento iba a ser canalizada a través de la entrevista con el Che. Bertinat no había podido viajar el año anterior: "No me dieron el pasaporte para ir el 26 de Julio de 1963 -aniversario del asalto al cuartel Moncada, en la lucha antidictatorial‑, y eso que estábamos en el gobierno de Arturo Illia, pero la Policía seguía siendo la Policía y no había relaciones con la isla. Lo conseguí recién para el '64 y allí fui con esos compañeros. Como no había forma de llegar a Cuba de manera directa, la delegación hizo un enroque que duró tres días: primero a Montevideo, luego a Río de Janeiro, al DF en México y desde allí al aeropuerto hasta donde llegaron los cubanos a buscarlos. Como había tormenta debieron ir hasta Matanzas, más al oriente de La Habana, para llegar por tierra hasta la capital y alojarse en el Habana Libre donde también estaba el entonces senador chileno Salvador Allende y la dirigente de la segunda república española, Dolores Ibárruri, La Pasionaria. Además Alicia Eguren, la mujer de John William Cooke.
El 1º de enero todo estaba dispuesto para el desfile. Un palco central y a los costados otros, para los invitados. Iba a ser el primer aniversario revolucionario con desfile militar y con el armamento defensivo que llegaba del campo socialista encabezado por la U.R.S.S. "De pronto se ve venir una columna. Muchas personas abrían paso y desde allí se escucha '¿Dónde están los argentinos?', '¿Dónde están los argentinos?'. El Che avanzaba hacia nosotros para saludarnos y como me quedé así -en una mueca de quietud‑, sólo mirándolo, los demás se apuraron y pusieron la cámara fotográfica en mis manos, hasta que volví a escuchar su voz: 'Chico, te vas a fotografiar a vos mismo?'. La cámara estaba al revés. En ese momento la entrevista en el Ministerio de Industrias quedó comprometida". Bertinat recuerda que en 1964 el Che seguía desplegando "el enorme aporte que constituye su obra teórica en la primera etapa de la revolución donde analizaba las leyes económicas, los desafíos de la construcción socialista en Cuba y también la crítica al llamado ´socialismo real´, que fue más dura a la vez que su despliegue intelectual se conocía. Así la concepción teórica está desarrollada en Apuntes críticos a la Economía Política y Retos de la Transición Socialista en Cuba (1961‑1965), mientras preparaba lo que se conoció como El gran debate, uno de los trabajos sobresalientes de Guevara sobre el proceso de la transición socialista en Cuba que se produjo entre 1963 y 1964 y que adquirió niveles internacionales de discusión. "El Che, en la reunión con la delegación argentina habló de la necesaria unidad de los argentinos y de los latinoamericanos, algo que había hecho dos años atrás en su Mensaje a los Argentinos, el 25 de Mayo de 1962, cuando en un párrafo decía 'En este momento no cabe otra posición que la de lucha directa o la de colaboración. Y yo sé que ninguno de ustedes es colaborador del enemigo, que ninguno de ustedes está ni remotamente a favor del imperialismo, y que todos están decididamente por la liberación de la Argentina. Liberación, porque la Argentina está de nuevo encadenada, cadenas a veces difíciles de ver, cadenas que no siempre son visibles para todo el pueblo, pero que lo están amarrando día a día'".
Esa delegación argentina se reunió con Ernesto Guevara el 14 de enero y en la reconstrucción de la escena que hace Bertinat cobra lugar la voz de quien hoy cumpliría 89 años. "Tenía una voz clara pero sin altisonancias, muy preciso pero no grandilocuente. Con nosotros se explayó en las experiencias que estaba atravesando, en las preocupaciones ligadas a la construcción de la sociedad socialista cuya vía ya había anunciado el comandante Fidel Castro tiempo atrás". Y en esa oportunidad, y por azar, quedó sentado al lado del Che, a su derecha.
El Che tenía una amistad con el intelectual y filósofo francés Charles Bettelheim. Algunos integrantes de la delegación le preguntaron, entonces, al ministro de Industria de Cuba, si los escritos del francés constituían su "libro" de cabecera. "Charlamos mucho -cuenta Bertinat que dijo el Che‑, debatimos". Cuando finalizaba la entrevista Guevara realizó una aclaración: "Mi libro de cabecera es El Capital, de Carlos Marx".
Los ojos azules de Lindolfo Bertinat se enciende y se apasionan. Entrerriano de nacimiento, abogado laboralista ya retirado del quehacer profesional, de larga trayectoria y compromiso en la defensa de los derechos humanos, integrante del Tribunal de Ética del Colegio de Abogados desde 1998 hasta el 2007, histórico militante de la Multisectorial de solidaridad con Cuba y con la Patria Grande donde sigue trabajando, conserva su aspecto campechano y la bonhomía que lo identifica con una síntesis del pensamiento guevarista, el que indica que "ningún sufrimiento humano le es ajeno" y con aquél: "Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario".
Lide Bertinat sigue siendo muy joven. Tanto como para soñar con la bienvenida de una Patria distinta, para seguir acariciando la utopía de que un país mejor es posible, porque esa posibilidad tiene que ver con la incansable construcción y organización popular, para que la conciencia despierte y también la confianza en la fuerza que tendrá el pueblo. Tal vez por eso, en este 89º cumpleaños de Ernesto Guevara de la Serna, puede vibrar, disfrutar la vida y aún pronunciar: "Seremos como el Che, como su humanismo, endureciéndonos sin perder la ternura jamás".