“Cumple la subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penosísimo deber de informar al pueblo de la república…” arrancó diciendo el locutor oficial Jorge Furnot el 26 de julio de 1952. Su voz completó en 27 segundos el lacónico anuncio de la muerte de Evita. Ese mensaje, uno de los audios más recordados de la radiofonía argentina, tiene casi 70 años. Quedan hoy el recuerdo indeleble de esa mujer y su legado, que en el plano deportivo son los Juegos infantiles y juveniles que llevan su nombre. Hubo también un club surgido de esos torneos, casi un brote deportivo de la época. El único en toda la AFA fundado un 17 de octubre: Sacachispas. Después de convertirse en una idea feliz en 1948, recibió del presidente Perón una cancha en terrenos de Villa Soldati. Pero eso no fue todo.
Las primeras camisetas con los colores de Gimnasia y Esgrima La Plata para jugar los Evita, las aportó la llamada jefa espiritual del movimiento. Lo cuenta Gastón Todarelli, creador del Museo de Sacachispas en un corto-documental de Eter, la escuela de periodismo. Los pibes futbolistas ni siquiera tenían un nombre para ponerle al equipo. Aldo Vázquez, un joven ocurrente de 17 años que fundó el club, se inspiró en la película Pelota de Trapo de Leopoldo Torres Ríos con Armando Bó como protagonista y guión del recordado Borocotó, una de las plumas consagradas de la revista El Gráfico. Así surgió la institución con más credenciales peronistas que paradójicamente condujo por más tiempo un político radical de la zona: Roberto "Beto" Larrosa.
Sacachispas no es el único club al que Evita se vinculó afectivamente. Mucho se habló de su relación con Sarmiento de Junín, cuyo estadio inaugurado en 1951 lleva su nombre. Pero fue su hermano Juan Duarte, secretario privado de Perón, quién agilizó los trámites para financiar la construcción de la cancha. Era amigo de la infancia del presidente Héctor Julio Díaz y la institución accedió a un crédito el 9 de diciembre de 1949 por 1.250.000 pesos que permitió realizar la obra. Con el PJ proscripto en 1955, la dictadura de Aramburu, Rojas y Lonardi acabó con la nomenclatura peronista. El régimen genocida del '76 volvió a suprimir su simbología y recién en 2009, el escenario recuperó la identidad arrebatada por los censores. Volvió a llamarse Eva Perón.
Un documental ficcionado del año 2000 que dirigió Nicolás Malowicki nos habla de otra relación futbolera. Es Evita Capitana. Su núcleo es la definición del campeonato de 1951 entre Racing y Banfield que ganaría el primero. Según avanza la trama, queda expuesta la simpatía de Evita por el Taladro. Una evidencia es el diálogo en la Fundación que llevaba su nombre entre la esposa de Perón y el periodista deportivo Enzo Ardigó. Ella le preguntó cuál era el más humilde de los dos equipos y a la respuesta obvia -la Academia iba por el tercer título consecutivo de su historia- la abanderada de los humildes parece que comentó: “Yo quiero que gane Banfield”. No hay más certeza sobre ese sentimiento, pero la película alimentó el mito de su simpatía por el club más débil, que encajaba con el modelo argentino que se propiciaba desde el Estado.
Los testimonios de dos jugadores de aquel Banfield, Gustavo Albella y Héctor D'Angelo, describen cómo Evita promovió que el secretario de Prensa y Difusión de Presidencia, Raúl Alejandro Apold, los visitara para ofrecerles un Mercedes 1951 a cada uno, siempre y cuando superaran a Racing en las finales disputadas en la cancha de San Lorenzo. Algo que finalmente no ocurrió. La docuficción de Malowicki también discurre sobre la contracara de ese favoritismo: el respaldo explícito del ministro de Hacienda, Ramón Cereijo, a la Academia de Boyé, Méndez, Bravo, Simes y Sued que sería tricampeona.
Banfield en 1896 y Sarmiento en 1911 ya habían sido fundados, pero los Juegos Evita permitieron el nacimiento de otros clubes con el objetivo de competir en esos campeonatos de inclusión. Ése fue el caso de Sacachispas. La primera edición de los torneos en el '48 coincidió con el advenimiento de la entidad deportiva situada en Villa Soldati. Quince años después, la empresa Alpargatas lanzó al mercado los botines con el mismo nombre del club. Fueron un éxito comercial de 1963. La publicidad que les hacían en las radios decía: “Un gol de media cancha con botines Sacachispas... Sacachispas con tapones y todos serán cracks”.
El calzado tuvo un pico de fama cuando Estudiantes de La Plata se entrenó con esos botines antes del partido contra Manchester United por la Copa Intercontinental de 1968. En una fotografía de la época se lo ve a Carlos Bilardo a caballito de Eduardo Madero con los célebres botines de “suela y tapones de goma moldeada y capellada de loneta”. Aquel campeón del mundo se había nutrido del semillero de Sacachispas con dos jugadores que harían historia: Eduardo Manera y Alberto Poletti.
Pasadas varias décadas, hoy todavía resuena en la cancha pegada a la autopista Presidente Cámpora el cantito: “Yo nací en una villa, que es de chapa y de cartón, soy del barrio de Soldati, soy del Lila y de Perón”. Sacachispas, el nombre tomado del equipo que protagonizó Pelota de Trapo, el club que pasó de la literatura deportiva de Borocotó y sus Apiladas en El Gráfico al cine, y de jugar en potreros y calles del barrio a tener su primera cancha gracias a Perón, hoy habita en la segunda categoría del fútbol nacional. Está a un paso de la Liga Profesional, de la élite del fútbol argentino, 74 años después de su fundación.
Su primera casa estaba en Lacarra y Corrales, a seis cuadras de la actual. Un terreno yermo fue bordeado con un perímetro de alambre y sus vestuarios eran estructuras de madera. En 1951 el club se oficializó en actas y convirtió el sueño de sus socios fundadores, Aldo Hugo Vázquez y Roberto González, más otros jóvenes más, en una realidad.
Vázquez jugaba en las divisiones inferiores de River, habló con su coordinador Carlos Peucelle y le pidió algunos refuerzos para armar el equipo en los Juegos Evita, donde empezó todo. Llegaron demasiado lejos y pudieron conocer a Perón y su esposa una mañana en la cancha de River. En 1954 se afiliaron a la AFA y desde entonces, disputan sus torneos con equipos que superan a todos en ingenio con entretenidas coreografías, ganen o pierdan. Hicieron un Haka para desafiar a los All Blacks, se vistieron de superhéroes o lucieron caretas de Messi antes de los partidos de ascenso. Escenas con las que el club subió su perfil de manera notable en las redes sociales.
Sacachispas hace culto a un fútbol descontracturado con aires de vodevil. Parece natural en un club que nació con ingredientes de ficción. Concebido por la prosa de Borocotó y con una caricia compañera de Evita y Perón.