Corría junio de 2019 y el presidente Jair Bolsonaro, que llevaba apenas seis meses en el gobierno, decide participar en la actividad evangélica más importante del país: la Marcha de Jesús de San Pablo. Se convirtió así en el primer mandatario en ejercicio que asiste a esa multitudinaria congregación, un gesto importante si se tiene en cuenta que un tercio de la población brasileña se define como evangélica.

El pastor Cezar Augusto, de la Iglesia Apostólica Fuente de Vida, dijo ese día que tenía la “certeza” de que Bolsonaro “seguía marchando por ocho años más”. “Usted es un hombre de Dios. Con el coraje para declarar a Dios por encima de todo”, comentó el religioso en su discurso.

Un mes después Bolsonaro volvió a participar en una actividad multitudinaria de las iglesias evangélicas. En aquel discurso fue ovacionado al plantear que cualquier cambio sobre el “concepto de familia” implicaría una reforma de la Constitución. "Si quieren que yo acoja eso, presenten una enmienda a la Constitución o cambien el artículo. Como no tienen cómo enmendar la Biblia, voy a continuar creyendo en eso. Familia es hombre y mujer", dijo Bolsonaro. En las fotos aparece junto a la primera dama, Michelle Bolsonaro, que pertenece a la congregación evangélica Iglesia Batista Atitude.

El traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalem

Dondal Trump y Bolsonaro tienen muchas cosas en común. Una de ellas es que ambos prometieron en campaña electoral trasladar sus embajadas en Israel desde Tel Aviv a Jerusalém, un reclamo que está fuertemente identificado con el mundo evangélico. Trump lo concretó al final de su mandato y Bolsonaro todavía no lo hizo.

El poderoso Frente Parlamentario Evangélico, que cuenta con 91 parlamentarios (84 diputados y siete senadores), hizo lobby para convencer a Bolsonaro sobre la convenencia del traslado de la sede diplomática.

Los parlamentarios conservadores argumentan desde una perspectiva que conecta al Estado de Israel con el antiguo reino hebreo, aunque también esgrimen supuestas razones a futuro, por lo que establecen las profecías bíblicas sobre el retorno de Cristo y el Apocalipsis.

“Israel es un termómetro de las señales de lo que está escrito en el Apocalipsis. Nuestra fe cree en eso. La transferencia de la embajada dice mucho respecto de eso. Para nosotros, todo el escenario será preparado para el Armagedón, como fue descripto en el Apocalipsis, y el lugar del Armagedón será la ciudad de Jerusalén”, declaró en enero de 2019 el diputado bolsonarista Sóstenes Cavalcante, pastor de la Asamblea de Dios.

En abril de ese año, Bolsonaro concretó una visita oficial a Israel. En lugar del traslado de la embajada, una promesa que incluso le había hecho unos meses antes a Benjamín Netanyahu, en el marco de la gira Bolsonaro apenas inauguró una oficina de negocios en Jerusalén, que sigue operativa.

La designación de un evangélico en el STF

“El Estado es laico, el presidente es cristiano”, le dijo Bolsonaro a un grupo de pastores evangélicos pocas semanas después de asumir la presidencia. En esa reunión les prometió que designaría a un evangélico cuando quedara vacante un cargo en el Supremo Tribunal Federal (STF), el máximo órgano judicial del país.

Sin embargo, en la primera oportunidad que tuvo nombró a un conservador católico, Kássio Nunes Marques, lo que lo costó críticas de pastores y parlamentarios evangélicos. Recién en julio de 2021, tras la salida de Marco Aurélio Mello, nombró como uno de los once ministros del STF al “terriblemente evangélico” magistrado André Mendonça.

Mendonça es un pastor de la Iglesia Presbiterana de Brasil que ha sido muy influyente en el gobierno de Bolsonaro. Fue titular de la Abogacía General de la Unión (AGU) y asumió como titular del Ministerio de Justicia y Seguridad tras la renuncia del exresponsable del Lava Jato, Sergio Moro, en abril de 2020.

Durante la pandemia, Mendonça se opuso a las restricciones a la movilidad dispuestas por los gobiernos de Brasilia, Bahía y Rio Grande do Sul, en particular por la prohibición de ceremonias religiosas. Para defender su postura llegó a citar pasajes bíblicos: “sin vida en comunidad no hay cristianismo”.

La corrupción evangélica

Milton Ribeiro es un pastor presbiteriano, teólogo y abogado. Bolsonaro lo nombró ministro de Educación en julio de 2020 y estuvo en el cargo hasta marzo de 2022. Su gestión tuvo varias polémicas y un desenlace que le ha generado varios dolores de cabeza al presidente.

Apenas asumió se filtró un video de 2018 en el que se lo veía diciendo, durante un culto religioso, que la “línea de pensamiento existencialista” que se enseña en las universidades brasileñas promueve la “práctica totalmente sin límites del sexo". En otro video, Ribeiro defendía la idea de educar niños “con dolor”: “tiene que haber rigor y severidad” en la educación, proponía el pastor unos años antes de ser ministro. 

En otro video que se divulgó tras su asunción, Ribeiro culpaba a los métodos anticonceptivos por las “conductas sexuales inapropiadas” y responsabilizaba a la víctima de un femicidio: “puede que le haya dado señales de que estaba enamorada”. Los videos fueron borrados y Ribeiro relativizó todos sus dichos desde su cargo como ministro.

Además de las críticas por su posición ultraconservadora, Ribeiro también está en el ojo de la tormenta por irregulaurades en su gestión. Fue investigado por corrupción pasiva, abogacía administrativa, tráfico de influencia y prevaricación, y fue detenido por la justicia a finales de junio.

Cuando aparecieron las primeras denuncias, Bolsonaro dijo que ponía “la cara en el fuego” por Ribeiro, pero luego, cuando aparecieron nuevas evidencias, le quitó el apoyo. “No tenemos ninguna corrupción endémica en el gobierno, hay casos aislados que aparecen y buscamos soluciones”, terminó diciendo el presidente.

Los evangélicos y las encuestas

El voto evangélico es un botín demasiado preciado en la política brasileña y no solo Bolsonaro está preocupado por conquistarlo. En abril, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva definió al aborto como un “derecho para todo el mundo”, pero su comando de campaña movió sus fichas para bajarle perfil a esa postura. Tras esas declaraciones, viralizadas rápidamente por unas milicias bolsonaristas siempre dispuestas a fidelizar a su base conservadora, Lula no volvió a mencionar el tema en sus actos de campaña.

A Bolsonaro la postura proaborto de Lula le venía como anillo al dedo, ya que también tiene razones para preocuparse en cuanto a su relación con el mundo cristiano. La prestigiosa consultora Datafolha estimó que en la elección de 2018 casi el 70% de quienes se declaran evangélicos decidieron votar a Bolsonaro.

Cuatro años después, sin embargo, la tendencia parece estar cambiando. La encuesta de mayo de este año de Datafolha concluyó que en una eventual segunda vuelta entre Bolsonaro y Lula, el 47% de los que se declaran evangélicos votaría al actual presidente, mientras que 45% optaría por el líder de la izquierda brasileña.

Tras la divulgación de esos números, Bolsonaro volvió a dejar claro que cree más en las divinidades y los apocalipsis que en las encuestas: “mi popularidad no la miden los institutos”, declaró el actual presidente en junio, cuando le preguntaron por las conclusiones de Datafolha.