Un hombre le había prestado una olla a su vecino.
Al reclamarla, recibe como respuesta:
"Ya te la devolví, no me la prestaste y además ya estaba rota".
Viejo chiste popular.
Queridísimi lectoros:
A partir de la columna de la semana pasada ("Sigloveintenials"), y mi humilde –o tal vez soberbio–vibrante –o tal vez timorato– alegato –o tal vez gatito– contra las frases que denotan y conllevan una delegación o directamente una negación absoluta de la responsabilidad personal o colectiva, se provocó una leve reacción –quizás poco perceptible pero valiosa– en la que me fueron recordadas otras expresiones, además de las ya vapuleadas “pintó”, “fenómeno de época”, etceterexit.
Apareció entonces “me colgué”, frase muy poco feliz (ya que, tomada literalmente, suena mortal) pero a la vez muy usada para ¿explicar? una ausencia no prevista; una falta de reacción, de respuesta; de cumplimiento de consigna, ley, puntualidad o lo que sea.
No es “me olvidé”, ni “disculpá, pero una terrible urgencia irremediable hizo que le diera prioridad sobre lo que habíamos acordado” ni “asumo mi falta de percepción, memoria o criterio” ni “arrésteme, sargento” ni “fue sin querer”. Nononononó: es “me colgué”. O sea: mi cerebro, mi estómago, mi miembro viril o femenil, mi autopercepción o el olor de la guayaba me llevaron a otra dimensión y, si pido disculpas, es en nombre de ellos.
Entre nosotros: así de feo como es, prefiero un “me colgué” a un “pintó”. En “me colgué” hay, al menos, un “me”, una aceptación en primera persona de quien habla. Para dar un ejemplo: si "prometí reducir la pobreza a cero, pero me colgué” suena feo, peor aún suena “la verdad es que pintó reposera”.
Sea como fuere, apareció otra, famosa, histórica, cotidiana y farandulesca a la vez, quizás la madre de las contradicciones a la hora de eludir, evadir o evitar responsabilidades: “Yo no fui”. Es cierto que, al decir “yo” y "fui”, el emisor está haciendo acto de presencia, admite estar involucrado, se hace cargo. Peeerooo... se hace cargo negando, renegando, denegando y otros “gandos” más.
Hace más de 20 pero menos de 30 años, en una de las primeras temporadas de Los Simpson, el joven Bart va a un estudio de TV donde consigue ser asistente de uno de sus personajes favoritos: el payaso Krusty. Bart provoca sin querer un accidente, visible para todos, y dice: “Yo no fui”. Carcajada general y, de pronto, esa frase lo hace famoso. Hasta llega a grabar una canción en la que solo repite: “Yo no fui”. La fama le dura poco, pero si Bart simplemente hubiera asumido lo hecho, tal vez lo habrían castigado en vez de darle fama y nos hubiéramos perdido uno de los capítulos más graciosos de Los Simpson.
Sin duda, la farsa imita la tragedia: tanto los responsables de la dictadura cívico-eclesiástico-empresarial-mediático-militar que envenenaron nuestro país entre 1976 y 1983 como los nazis respecto de la Shoá o el Estado turco de 1915 respecto de los armenios –solo por dar tres ejemplos horribles de la historia de la humanidad– niegan los respectivos genocidios.
Ahora vivimos tiempos en que mentir es cool, tiene "onda"; y en que negar es el estadio superior de la mentira. Los que destruyeron el país se proponen para salvarlo, los que endeudaron el país se proponen para resolver las crisis económicas, los que corrompieron las instituciones se ofrecen para repararlas. Los más grandes opresores hablan en nombre de la libertad. Más de un discriminador se disfraza de incluyente. Todo, dentro de la mayor impunidad. Porque si los/as reconocemos o señalamos, dirán, desde el podio que el poder les facilite: “Pintó, me colgué, yo no fui” o incluso: “Esa te la debo”.
Sugiero acompañar esta columna con el video “Mienten” de RS Positivo(Rudy-Sanz)