La primera semana de testimonios descorrió la cortina sobre el increíble ocultamiento de pruebas que hubo en el caso García Belsunce. En el juicio que apunta al vecino Nicolás Pachelo y a dos vigiladores, declararon dos comisarios de Investigaciones de San Isidro que contaron que, desde el primer día, tuvieron a Pachelo como principal sospechoso, pero que fueron corridos de la investigación por el fiscal Diego Molina Pico. “Fuimos solapadamente apartados”, sostuvo el comisario mayor Alejandro Elorz. Pero tal vez lo más grotesco es la forma en la que ocultaron a lo largo de 20 años las escuchas de Pachelo, en especial con su madre. La violencia del vecino es asombrosa: “sos un ser indeseable. Sos una retrasada metal. ¿Por qué no te vas a la concha de tu madre, te tirás por la ventana y me dejás de romper las pelotas? Infeliz”. Lo más dramático es que Silvia Ryan, la madre de Pachelo, hizo eso cinco meses después: se suicidó tirándose desde el piso 11 del edificio en el que vivía. Más allá de estos indicios, en los primeros testimonios quedó probado que Pachelo robaba en casas los domingos entre las 17.30 y las 19.30, el horario en el que --presuntamente-- entraron a la casa de Carrascosa y María Marta, ella los encontró robando y como los conocía, la habrían matado. El problema más serio que afrontan los fiscales son los magistrados del juicio, dado que en las dos décadas transcurridas desde el homicidio se impuso la corporación judicial de San Isidro, que ocultó pruebas y nunca quiso reconocer que condenaron de manera arbitraria, en medio de una feroz interna provincial y sanisidrense.
Durante la semana que pasó declararon nueve testigos y el saldo es abrumador en contra de Pachelo. Los dos jefes policiales Angel Becerra y Alejandro Elorz señalaron que era su hipótesis número 1 en el crimen de María Marta, pero que la fiscalía, sin explicación, se los sacó de encima. Tenían como base que el vecino venía robando en el country y lo hacía a esa hora: su relación con los vigiladores le permitió saber que entre las 18 y las 19 se producía el cambio de guardia en El Carmel y, además, se llevaba a los empleados de vigilancia hasta la estación de tren. Eso hacía que a las 18.30 abandonaran sus puestos y los reemplazaban recién 19.30. En esa ventana, Pachelo había cometido robos antes y fue el horario también del crimen.
El juicio continuará el martes, miércoles y jueves que viene. El acento de los fiscales --Patricio Ferrari, Federico González y Cosme Iribarren-- estará puesto en seguir probando, no sólo los robos de Pachelo sino también la forma en la que se llevó el perro de Carrascosa y María Marta, Tom, y luego extorsionó a la pareja pidiéndoles 5.000 dólares para devolverles la mascota. Una empleada de Pachelo declaró en su momento que Tom estaba escondido en la cocina de la casa del vecino y un criador de perros contó que Pachelo quiso venderle a Tom. También se espera el testimonio de personas a las que el vecino amenazó y no se descarta, esta misma semana, que se toque el tema de la misteriosa muerte de Roberto Pachelo, padre de Nicolás, quien apareció con un disparo en la sien. La entonces esposa de Roberto, Jacky Barbará, siempre acusó a Nicolás por haberlo matado y afirma que el hijo tuvo en su poder, después, cheques y valores que estaban en la caja de seguridad del padre.
A raíz de la investigación inicial de los policías, se decidió intervenirle el teléfono a Pachelo. De allí salieron las escuchas que se dieron a conocer esta semana. No sólo la más violenta con su madre, sino otras con amigos. Aunque no está confirmado, se dice que a fiscalía tiene más escuchas y se van a ir dando a conocer, exhibiendo más indicios sobre el caso.
La mayor duda en este juicio tiene que ver con los jueces que están a cargo de las audiencias. Los fiscales presentaron una recusación hace tiempo, pero la Cámara de Casación bonaerense no resolvió. Este viernes, los fiscales volvieron a reclamar una decisión en La Plata. Uno de los cuestionamientos más sólidos es que los magistrados --Federico Ecke, Esteban Andrejin y Osvaldo Rossi-- resolvieron dar vuelta el juicio: se había acordado que se empezaban las audiencias por las ocho acusaciones de robos en countries y luego recién se abordaba el homicidio de María Marta. Las defensas argumentaron que una defensora está enferma y pidieron alterar el orden. Los jueces les dieron la razón. No es una cuestión menor: la lógica indica que lo natural era evaluar primero el modus operandi de los robos y luego, tal vez como una consecuencia, el asesinato.
Un tema no menor es que el caso García Belsunce es motivo, desde hace 20 años, de una interna feroz en el Poder Judicial de San Isidro. Una parte de los jueces respaldaron al fiscal Molina Pico y para ellos fue un golpe durísimo que la Casación y las cortes supremas, Bonaerense y Nacional, hayan destrozado sus fallos, absolviendo a Carrascosa. Dos décadas más tarde están los que no quieren dar el brazo a torcer, aunque tienen dos factores que ya no son los mismos de 2002. En primer lugar, la opinión pública giró y percibe la forma en la que fue engañada. En segundo lugar, la nueva serie de HBO (ver aparte), María Marta, el crimen del country, sienta una posición demoledora y revela parte del contubernio que en su momento tejió el fiscal y la Procuración con algunos de los medios.