“Por acá, vení”, dice un hincha y empleado del club, ataviado con toda la ropa del Club Atlético Ferrocarril Midland. Institución que se encuentra en la localidad de Libertad, partido de Merlo. “Recién terminaron de entrenar”, agrega y abre un portón que conduce al estadio. La cancha es de césped sintético para poder alquilarla y que ingrese más dinero. Al final del recorrido, en el arco que da a la tribuna local, esperan Matías Modolo y Sergio Orsini, la dupla técnica que acaba de hacer historia: ganaron el Apertura en Primera C y si ganan el Clausura, el Funebrero se va directo a Primera B. Y si los resultados no ayudan, igual ya se aseguraron un lugar en la semifinal del reducido para disputar el ansiado ascenso.
“Necesitamos desafíos y proyectos todo el tiempo, eso es lo que me moviliza. Con el Tano (Orsini) nos caracteriza eso. Le ponemos todo y nos dedicamos tanto que nos vaciamos. Cuando terminó este torneo nos juntamos y dijimos: desde que empezamos a dirigir tenemos trabajo y peleamos campeonatos todos los años”, le dice Modolo a Líbero, mientras muestra las instalaciones y cuenta las obras que se están haciendo en el club. Por ejemplo, la platea nueva o las luces para jugar en horario nocturno.
“Somos NN en el gran fútbol y siempre digo que en algún momento nos va a venir la mala, pero desde que arrancamos fue pelear campeonatos, ascensos en el Federal, ascensos en Centro Español y acá lo mismo”, agrega Orsini.
La dupla técnica arrancó su experiencia en AFA en 2017, al frente de Centro Español, equipo que milita en la D, última categoría del fútbol argentino. Sus campañas en El Gallego alternaron grandes momentos y un modo de juego poco frecuente para esa división. Las formas, la ética de ambos, alertó a Agustín Orion, exarquero de Boca, hoy vicepresidente de Midland, y no dudó en llamarlos. “Cuando Agustín lo llamó a Matías y lo vimos tan convencido a él, ni lo dudamos. Interiormente necesitábamos un cambio y tener un desafío nuevo con jugadores de otra categoría”, cuenta Orsini.
“Fue muy loco. Estaba camino a tomarme cuatro días de vacaciones con mi familia porque veníamos muy estresados por una situación de salud de mi suegro. Y cuando estaba camino a la autopista para irme de viaje, me llamó Agustín. Ni bien lo llamé al Tano, creyendo que la salida de Centro Español iba a ser difícil, fue todo lo contrario”, revela Modolo y se sonríe al recordar que esas vacaciones, más que disfrutarlas, se la pasó pensando y llamando gente para armar el cuerpo técnico.
Tanto Modolo como Orsini, ambos fueron jugadores que transitaron por distintos equipos del ascenso. Se han hundido en las profundidades de un fútbol bajo presupuesto y lidiaron con el dilema de seguir o dejar porque la plata no alcanzaba. La experiencia les marcó el momento de decir basta dentro de la cancha, pero nunca se corrieron de su pasión por este deporte y en los diez años que ya llevaban juntos como dupla, han demostrado que la ropa de entrenador les sienta bien.
“Ser entrenador me ayudó mucho a ese famoso duelo que tiene que hacer el futbolista cuando ya no juega más. Dirigía paralelamente divisiones inferiores mientras estaba en mi última etapa de jugador, también ejercía la docencia porque soy profesor de educación física – cuenta Modolo – “Tenía alguna experiencia en dirigir y eso me facilitó no extrañar al jugador. Resignifiqué mi pasión por el fútbol para transmitir desde otro lado. Me gusta mucho aprender y esto lo tomo como un aprendizaje constante. No solamente por incorporar conocimiento, también por el enriquecimiento personal y el camino”.
“Es desgastante el oficio de entrenador. Es tan hermoso como desgastante. Te exige desafíos permanentes con el día a día”, agrega Orsini, mientras intercambia miradas cómplices con su compañero.
El logro que consiguieron con Midland le devolvió un rato de alegría al pueblo de Libertad. Cada vez que el equipo juega de local la cancha rebalsa de gente y se entusiasman con la cantidad de familias que habitan las tribunas. Por otro lado, dato no menor, comentan que han vuelto socios que hacía diez años que no iban y el corazón late más fuerte aun cuando en las redes sociales reciben mensajes inesperados. “Hace poco un tipo mandó un mensaje por Instagram agradeciendo el campeonato y me dijo que volvió a llevar a su hijo a la cancha”, dice Modolo emocionado.
–¿Cómo convive un entrenador con esta forma de vivir el fútbol de que si perdes dos partidos te vas?
–Modolo: Eso sabemos el daño que le está haciendo al fútbol. Va en detrimento de la calidad de los futbolistas, de la previsión, del orden y del trabajador. Se puede encontrar algo a mediano plazo, porque a largo plazo si o si dependemos de los resultados. Si vos confías en un cuerpo técnico, en una estructura, en un método y a los cuatro partidos sin resultados, lo cambias, la confianza no estaba tan bien trabajada. Lo mismo pasa si yo miro un jugador, miro sus estadísticas, hablo con él, voy a la cancha, hablo con el último kinesiólogo que tuvo, con compañeros que tuvo, con entrenadores, con dirigentes y me cierra, pero en dos partidos que juega mal ya me doy cuenta de que no lo voy a poner en todo el campeonato, tengo que revisar mi método.
–¿Cómo los recibió el plante cuando llegaron?
–Modolo: Nosotros nos dimos cuenta que acá había muchos jugadores que tenían ganas de hacer historia. Una vez, cuando empezamos a jugar de noche, el día anterior al partido, mientras entrenábamos, viene un jugador sin cambiarse y nos dice que quería hablar con nosotros. Tenía la cara desencajada. Con el Tano temimos lo peor. Y nos dijo que la madre había tenido un infarto y que había pasado toda la noche en el hospital con ella. Inmediatamente le dijimos que se vaya a la casa, a descansar y nos respondió que en realidad nos quería pedir permiso para no estar en la parte inicial del entrenamiento. Ahí nos miramos con el Tano, le preguntamos si estaba para entrenar y cuando se fue a cambiar, nos dimos cuenta del compromiso que había. Si sos compañero de ese muchacho tenes que estar a la altura en cuanto al compromiso. Eso consolidó al grupo.
–¿Qué es el ascenso?
–Modolo: El ascenso es lo más parecido al fútbol que nosotros jugamos. Sostiene el amateurismo, pero eso no significa que sea sinónimo de falopa, desorden o desidia, o que un jugador se pegue la cabeza contra la pared. El concepto tiene que ver con que un jugador juega porque ama el fútbol y gana un dinero, que en un 90 % de los casos no le alcanza para mantener una familia, y sin embargo lo juega igual. Es una forma de vivir.
–Orsini: Por más que seas de elite, no se debe perder la parte de amateurismo. Cuando se tiene eso es cuando el jugador empieza a despegar. Disfruta de algo que todo el mundo quisiera hacer. Esa parte de quedarse a tomar un mate con el utilero, quedarse a patear tiros libres o quedarse hablando con parte del cuerpo técnico sentado en la cancha, esas cosas no las debe perder nunca un jugador. Profesional no es el que cobra plata solamente. Podes llevar una vida profesional sin jugar en River.