El mayor orgullo del fútbol de la Argentina, la Selección Nacional, acaba de cumplir 120 años de gloriosa historia. Aunque ya desde 1889 hay antecedentes de enfrentamientos entre argentinos y uruguayos, en verdad esos equipos eran representativos de Buenos Aires y Montevideo y no de ambos países. El primer partido en el que un equipo jugó en nombre de la Argentina tuvo lugar el 20 de julio de 1902 en la cancha de Albion (actual equipo de la primera división del fútbol uruguayo) en el barrio Paso Molino de la capital uruguaya y terminó con una goleada por 6 a 0 a favor de los argentinos que, según las crónicas de la época, presenciaron 8.000 espectadores. Fue además, el primer encuentro internacional jugado por dos selecciones que no pertenecían a Gran Bretaña.
Aquel memorable equipo argentino formó con José Buruca Laforia (Barracas); William Leslie (Quilmes), Walter Buchanan (Alumni); Eduardo Patricio Duggan (Belgrano), Carlos Buchanan (Alumni), Ernesto Brown (Alumni); Edward Morgan (Quilmes), Juan José Moore (Alumni), Juan Anderson (Lomas), Charles Edgard Dickinson (Belgrano) y Jorge Gibson Brown (Alumni). Dickinson a los 3 minutos del primer tiempo anotó el primer gol de la historia de la Selección. Arimalo en contra, Morgan, Carve en contra, Anderson y Jorge Brown completaron el marcador. Esos apellidos eran el reflejo fiel de un fútbol que, a principios del siglo 20, jugaban en su mayoría jovenes de nacionalidad inglesa o hijos de los gerentes de las compañías británicas que por entonces controlaban gran parte de la economía del país.
Los campeonatos oficiales de la Argentine Association Football League (antecedente de la actual AFA) se disputaban desde 1893 y los campeones siempre habían sido equipos y clubes de origen inglés. Por eso, a la hora de armar un seleccionado argentino, los jugadores tenían esa procedencia. Recién cinco años más tarde, empezaron a participar los hijos argentinos de los inmigrantes españoles e italianos que, entre fines del siglo 19 y comienzos del siglo 20, fundaron la gran mayoría de los clubes que existen en la actualidad.
El segundo partido entre Argentina y Uruguay se jugó catorce meses más tarde, el domingo 13 de septiembre de 1903, y también tuvo ribetes históricos: fue el primero que un seleccionado nacional de fútbol jugó en nuestro país. Tuvo lugar en el campo de la Sociedad Sportiva Argentina (actual Campo Argentino de Polo) y esa vez ganaron los uruguayos por 3 a 2. Y el tercero, celebrado el 15 de agosto de 1905, fue el primero en el que hubo una copa en disputa: la Copa Lipton, donada por el escocés sir Thomas Lipton Bartt, por entonces magnate mundial de la industria del té y que, con interrupciones, ambos países disputaron hasta 1992. Aquel partido, jugado también en la cancha de la Sportiva, terminó 0 a 0 por falta de luz luego de haber jugado un alargue de 15 minutos y otro de seis y como muestra de gratitud, Argentina le cedió la copa a Uruguay. Eran otros tiempos.
El 15 de agosto de 1906, Argentina y Uruguay volvieron a enfrentarse por la Copa Lipton en el Parque Central de Montevideo. Argentina ganó 2 a 0 con goles de Alfredo Brown (jugador de Alumni) y Tristán González (delantero de Estudiantes de Buenos Aires, el equipo que actualmente juega en Caseros) y ese fue el primer título que ganó una Selección nacional: el antecesor de una nómina gloriosa que incluye dos campeonatos mundiales (Argentina 1978 y México 1986), dos títulos Olímpicos (Atenas 2004 y Pekín 2008), 15 Copas América y dos Copas Europa-Sudamérica (1993 y 2022) además de los seis Mundiales juveniles ganados en 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007. El 29 de octubre de 1911, en otro partido ante los orientales por la Copa Honor Uruguayo, Argentina usó por primera vez su camiseta de toda la vida: celeste y blanca a rayas verticales. El estreno no fue el mejor: Uruguay venció 3 a 0.
Queda claro que es imposible abreviar en escasas líneas un recorrido más que centenario que abarca 1041 partidos oficiales si se consideran sólo los reconocidos por FIFA. Y que tiene como protagonistas principales a los dos más grandes jugadores argentinos de todos los tiempos: Diego Armando Maradona (91 partidos y 34 goles entre 1977 y 1994) y Lionel Messi (163 partidos y 86 goles de 2005 a la actualidad). Y a los dos directores técnicos más importantes de la historia: los campeones del mundo César Luis Menotti (1978) y Carlos Salvador Bilardo (1986).
La Selección Argentina ha sido la catalizadora de las más grandes alegrías nacionales, ninguna como las que nos provocaron los dos títulos mundiales de mayores o la Copa América de Brasil de 2021. Y también de alguno de los dolores populares más grandes: el desastre de Suecia en 1958 y sobre todo, el doping positivo de efedrina de Diego Maradona en el Mundial de los Estados Unidos en 1994 hundieron el ánimo de millones de argentinos. Cada partido de la Selección en una Copa América o en un Mundial detiene la respiración del país. Y una sensación de vacío inenarrable retuerce nuestra alma futbolera cada vez que pierde una final o se queda afuera de una Copa del Mundo. No siempre fue así. Pero cada vez más es así.
La Selección representa acaso, una de las últimas reservas de argentinidad de un país que a veces, da la impresión de que no cree demasiado en sí mismo. Y así lo será a partir del próximo 22 de noviembre cuando capitaneada por Lionel Messi, haga su debut ante Arabia Saudita en el Mundial de Qatar y ponga en marcha otra vez un hermoso sueño colectivo. Los argentinos no queremos ganar el Premio Nobel, el Oscar de la Academia de Hollywood ni ninguno de los grandes premios universales. Queremos ser campeones mundiales de fútbol porque nada nos representa más y mejor que el fútbol. La Selección Argentina acaba de cumplir 120 años ejerciendo esa representatividad. Cumplirá muchos más mientras suene nuestro Himno en cualquier cancha del mundo y tengamos un nudo en la garganta. Y un puño apretado en el lado celeste y blanco del corazón.