“De ninguna manera le quitamos responsabilidad a Irán en los ataques de Buenos Aires. Lo que decimos es que, como agentes operativos en el terreno, no participaron ni argentinos ni iraníes, sino que los atentados los concretaron libaneses de Hezbollah, que es el brazo terrorista de Irán”. Desde Israel, Lior Haiat, director de Diplomacia Pública del Estado de Israel, oficina que depende del primer ministro, le reiteró a Página/12 el contenido del informe del Mossad sobre los atentados contra la Embajada de Israel y AMIA. Cuando este diario le insistió en que ese informe, de alguna manera, desvincula a tres iraníes claves -el exagregado cultural de Irán en la Argentina, Mohsen Rabbani; el embajador Hadi Soleimanpour y el tercer secretario Ahmad Asghari-, Haiat señaló dos cosas: “primero, Israel nunca dijo que Rabbani haya tenido un papel operativo y, segundo, no es lo mismo tener responsabilidad que haber actuado en el terreno”.
Durante la jornada de este domingo se esperaba la palabra del primer ministro, Yair Lapid. La declaración finalmente no se produjo y, en cambio, quien aceptó hablar sobre el informe del servicio de inteligencia de Israel fue Haiat, que en su momento estuvo en la Argentina, en la embajada, luego fue vocero de la Cancillería y ahora está en la oficina de coordinación de ministerios que depende de la máxima autoridad del poder ejecutivo israelí. Haiat se negó a hablar del contenido del informe dado que es, según dijo, secreto. El punto era importante porque lo que se sabe hasta ahora, publicado por el periodista Ronen Bergman en The New York Times (NYT) aporta elementos sobre el atentado contra la Embajada de Israel -menciona el nombre incluso del supuesto suicida-, pero nada o casi nada del ataque contra la AMIA. Fuentes israelíes le dijeron a Página/12 que no está claro que el informe se publique, si se darán a conocer algunas partes o directamente se mantendrá en secreto.
“Este informe es el resultado de la investigación del Estado de Israel sobre los dos atentados. No es un informe nuevo. Es un resumen de nuestras conclusiones sobre los dos ataques -señaló Haiat-. Quiero ser claro. Israel siempre dijo que detrás de los atentados estuvo Irán. Los inició, los autorizó, los financió. Pero en la operación sólo participó el brazo terrorista de Irán que lleva el nombre de Hezbollah. Este informe no cambia esa mirada”.
-- Sin embargo, usted se dará cuenta que al desvincular a los miembros de la embajada de Irán en Buenos Aires está desvinculando a Rabbani, Soleimanpour y Asghari.
-- Nosotros ya hemos dicho que Irán decidió exportar su política terrorista a América Latina. En ese sentido, hay diferencia entre tener responsabilidad y haber actuado en el terreno mismo. Respecto de lo que usted dice, nosotros en algunos casos nunca lo afirmamos. Algunas cosas no sabemos de dónde surgieron.
--Por lo que se conoce del informe, a través del NYT, hay datos del ataque contra la Embajada, pero no contra la AMIA.
-- No voy a revelar nada de lo que dice el informe. Es secreto. Sólo quiero ratificar que los dos atentados de Buenos Aires fueron el peor ataque antisemita desde la Segunda Guerra Mundial. Hay muchos datos del informe que no se conocen.
Desde el punto de vista de la causa judicial --muy atada a los informes de inteligencia-- lo dicho por el NYT produce una alteración significativa. Rabbani estaba sindicado como un artífice de la operación. Se lo acusó hasta de haber preguntado el precio de una camioneta Trafic, vehículo que después se usó contra la AMIA. También que supervisó el ataque desde las inmediaciones de Pasteur 633, que habló con un teléfono de Hezbollah enseguida después de la explosión y que el coordinador fue Samuel Salman El Reda o Salman Raouf, casado con la hermana de una secretaria de Rabbani. También al embajador Soleimanpour se le adjudicó un papel de importancia, aunque cuando lo detuvieron en Londres en 2003 y tras el envío de 2.600 páginas por parte del juez argentino, Juan José Galeano, el magistrado del Reino Unido consideró que no había pruebas para imputar a Soleimanpour. El tercer secretario, Asghari, también se lo acusó de intervenir en la operación del atentado contra la AMIA. Hoy, tanto Rabbani como Asghari, están con orden de captura de Interpol, con alertas rojas. La asociación mundial de policía, en cambio, no admitió la captura de Soleimanpour por el sobreseimiento de Londres. El exembajador está prófugo para la justicia argentina.
La aclaración de Haiat de que el informe no es nuevo --dice que no se hizo en diciembre de 2021 como señaló el diplomático y sobreviviente del atentado contra la Embajada de Israel, Danny Carmon-- explica que ya se habían conocido algunos de los ingredientes, entre ellos varios que parecen poco sólidos. Por ejemplo, que los explosivos se trajeron del exterior en botellas de shampoo y cajas de chocolate, en vuelos comerciales, usando empresas iraníes que encubrían las acciones de Hezbollah. Parece poco probable que se haya recurrido a un transporte de esa naturaleza de explosivos que se conseguían en la Argentina y menos todavía es creíble la afirmación de que los materiales se escondieron en el Parque Centenario de Buenos Aires, un lugar más que transitado a toda hora. De todas maneras, habría que ver el texto en sí mismo. El fiscal de la Unidad Especial AMIA, Sebastián Basso, lo pedirá este lunes. Por ejemplo, sería clave saber los nombres usados por los terroristas para ingresar, desde Brasil, a la Argentina. También las empresas a nombre de las cuales se trajo el shampoo y el chocolate.
La agrupación de familiares y amigos de las víctimas del atentado, Memoria Activa, señaló este domingo que la filtración del informe “es un nuevo ejemplo del uso de la causa AMIA para favorecer intereses que responden más a la coyuntura política nacional e internacional que a una genuina búsqueda de la verdad”. Sucede que la investigación argentina está expuesta a estos vaivenes porque nunca se supo nada de la ejecución misma del atentado: ni de dónde salieron los explosivos ni quién compró la camioneta luego convertida en vehículo bomba ni dónde se hizo el armado final de la Trafic ni quién la manejó hasta la mutual judía. Todas las acusaciones provinieron de una especie de contubernio político internacional que sindicó a Irán como autor, pero no se hizo en base a pruebas concretas y serias. En el expediente declararon arrepentidos, pero nunca dieron ninguna precisión: siempre generalidades en las que más bien expusieron su oposición al régimen de los ayatolas.