La vida de Aurelio González es la vida de un testigo clave, un retratista de época en el Uruguay de los derechos quebrantados. Con su cámara, este español nacido en Marruecos – cuando era protectorado – sacó miles de fotografías que componen un acervo en disputa. Movilizaciones populares, huelgas en fábricas y talleres, la represión en los años ‘60 y ’70, políticos sitiados en el Palacio Legislativo y el golpe de Estado de 1973, se multiplican en un archivo que Aurelio pide visibilizar. Son 48.626 negativos que se conservaron por más de tres décadas en el edificio Lapido, que se levanta en la esquina de 18 de julio y Ferreira Aldunate. Estaban escondidos, a resguardo de la dictadura, en un recoveco casi inaccesible. 

Este militante del Frente Amplio de 90 años dice que los puso a salvo en julio del ‘73 y que recién fueron rescatados en 2006 en un ducto de ventilación cuando se remodeló el inmueble. Las imágenes que capturó con su lente junto a sus compañeros del diario El Popular – fundado el 1° de febrero de 1957 por el Partido Comunista- hoy se conservan en el Centro de Fotografía de Montevideo (CFM). El 19 de julio, el secretario general del PCU, José Castillo, le entregó a la intendenta de la capital uruguaya, Carolina Cosse, 59 latas más con películas recuperadas. Esta historia sigue en constante dinámica y el reportero gráfico es un personaje insoslayable.

-¿Cómo fue que se le ocurrió ocultar los negativos en el edificio donde estaba el diario que usted trabajaba mientras se producía el golpe de Estado?

-La noche del 26 de junio del ’73 estaba en el Palacio Legislativo escuchando los discursos de los diferentes partidos políticos sobre el golpe que se estaba realizando en ese momento. Fui el único fotógrafo presente ahí. Yo siempre he sido muy inquieto, tenía una cuestión de oficio y olfateaba cuando iba a pasar algo. Cuando saqué las fotos del golpe de Estado, salí a las 2 o 3 de madrugada con algunos funcionarios y el Palacio legislativo ya se encontraba rodeado por el ejército. Un ejército que avasalló a los civiles y al Palacio de las Leyes. Todo eso me tocó a mí registrarlo.

-¿Pero cómo hizo con las fotos?

- Yo había encontrado un lugar para dejar los negativos. Era un entrepiso de difícil acceso. Decidí entonces esconder los de la huelga general. Subí hasta el décimo segundo piso del edificio donde quedaba El Popular en el centro de Montevideo. Pensé que un día podría usar ese lugar como escondite y fue lo que hice. Había un soldado que vigilaba el local y el ascensor subía y bajaba. Cuando llegaba al piso 12, yo me escondía. Cuando se iba, yo continuaba mi trabajo de ocultar los negativos.

- ¿Qué contenían básicamente esos negativos que ocultó?

- Diecisiete años gloriosos de la historia de Uruguay. Años que marcaron las luchas en este país. En ese período se crearon la Central de Trabajadores (CNT), el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, la desaparecida Unión Popular y el Frente Amplio. En los sindicatos y en la universidad también se dieron luchas de gran trascendencia que esos negativos contienen. Como la huelga general contra el golpe.

- ¿Y qué sucedió después con usted?

- A mí me detuvieron el 14 de agosto de 1975, un día emblemático en Uruguay porque en 1968 la Policía había asesinado en esa fecha al estudiante Líber Arce. Cuando me soltaron me fui con vergüenza porque quedaron un montón de compañeros presos y la cuestión es que al año salí del país y terminé en la ciudad de México con asilo político.

- ¿Cuándo regresó al Uruguay para tratar de rescatar los miles de negativos?

- -Yo volví en el 85 y fui a ver el edificio Lapido en 18 de julio y Ferreira Aldunate que en ese tiempo era Río Branco. Ahí se editaban el diario El Popular y el Época que luego fue clausurado y quedó solo el Popular. Ese año no me animé a subir porque vi que habían hecho reformas y efectivamente, cuando al final me animé con una buena vecina, los negativos ya habían desaparecido. Empezó entonces la búsqueda que, si contamos desde 1973, duró casi 34 años. Una búsqueda que habla de una serie de casualidades y hasta de cosas mágicas.

-¿Cuándo se dio la recuperación del material?

- Fue el 31 de enero de 2006 cuando aparecieron los negativos. Con la gente del Centro de Fotografía que estaba trabajando en una muestra homenaje fuimos a buscar ese archivo que era muy complicado de rescatar, porque los obreros que lo encontraron, lo tiraron por un ducto de ventilación y fue a parar hasta abajo por ese túnel. Eran latas de Kodak y con un imán y una piola sacamos una por una. Nos dio una emoción enorme. ¿Y sabe por qué se conservaron las latas? Por la humedad del lugar. Eso hizo que se sellaran las tapas y quedaran como cerradas al vacío. La humedad en vez de destrozar los negativos, los protegió. Y casi 34 años después cuando fuimos a abrir las latas, estaban los negativos tan flamantes como el día que yo las había escondido.


- ¿Cuántas latas estima que eran?

- Ahora se encontraron nuevas latas que, sumadas a las del primer descubrimiento, sumarían como 75 mil fotos. Es un archivo fuera de lo común. Una historia en imágenes, no una historia hablada y además de un Uruguay que entre los años 60 hasta el golpe del ‘73, se luchaba. Hubo muchas movilizaciones, muchos muertos, muchos presos y todo contenido en esas latas.

-¿Usted tiene algún tipo de derechos de autor sobre ellas?

- Sí, lo que puedo llegar a tener son derechos de autor. Ahí trabajamos siempre cuatro o cinco fotógrafos aunque no todos trabajaron igual en el diario. Unos lo hicieron seis meses, otros dos años y yo trabajé diecisiete años como encargado. El archivo lo hicimos entre todos, pero por llevar más años que los demás, es lógico que yo haya sacado más fotos. Pienso que tengo derechos de autor que también se me niegan, es una cosa increíble.

- ¿Por qué lo dice?

- En el libro que publiqué, Una historia en imágenes, puse los nombres de los fotógrafos y agradecí el aporte de ellos para poder hacerlo. El Centro Municipal de Fotografía publicó libros y en uno me dieron crédito: dice Aurelio González. Pero en otros, a las mismas fotos les pusieron autor desconocido. Vamos a seguir buscando la manera de que todo eso sea posible procesarlo. Ahora resulta que yo tampoco tengo acceso a mis propias fotos y no sé porque no han sido escaneadas. Es muy penoso. Acaba de salir una noticia que menciona el escaneo de mil nuevas fotos. Pero mil fotos entre 75 mil son como una gota de agua en el océano. O sea, no es suficiente.

- ¿Nunca le propusieron hacer una película sobre estos hechos?

- Me han propuesto, pero yo siempre me resisto. María Esther Gilio escribió un libro, Aurelio el fotógrafo, la pasión de vivir. Hay un documental también sobre los dirigentes sindicales de la época y conmigo mismo, que se llama A las cinco en punto. Hay otro que hizo la Intendencia de Montevideo, uno que se llama Testigos. En el golpe de Estado fui fábrica por fábrica y cuando volví al diario dije: nos tenemos que convertir en diarios orales. Ir a las fábricas, los talleres y contar lo que está sucediendo en nuestros diarios. Propuse hacer un diario oral sin censura.

- Aurelio, ¿sigue militando aún hoy con 90 y pico?

- Milito en el Frente Amplio como independiente. Me siento a gusto, porque no puedo desprenderme de lo que yo fui.

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