Miguel Angel Borja fue el gran protagonista de la tarde en la que River despejó con goles y lujos la niebla marplatense y un presente que venía espeso. El delantero colombiano dio un pase de pecho en la jugada del primer gol, enloqueció a su marca con un par de enganches a lo Ortega en el segundo para dejarlo solo a Beltrán, y coronó la tarde con un gol propio entrando por el medio de una defensa tambaleante.
Ese fue el definitivo golpe de nocaut del hombre de los guantes negros en el partido en el que River venció 3-0 a Aldosivi.
Borja tiene un profuso historial: jugó en varios clubes colombianos, en Livorno de Italia, fugazmente en Olimpo de Bahía Blanca, en Palmeiras y en Gremio, antes de llegar desde Junior a River, que pagó siete millones de dólares por su pase.
Alguna vez dijo que lo ilusionaba la posibilidad de pasar a un grande como Boca, pero no se dio. “Voy al Real Madrid argentino”, dijo contento cuando se concretó su incorporación al club de Núñez. Contra Aldosivi entró a los 59 minutos, junto con De La Cruz y Solari, y fue vital para que en el lapso entre los 70 y los 75 minutos quedara liquidada la cuestión.
Hasta los cambios que lo transformaron todo, River había insinuado mucho pero había chocado repetidamente contra Devecchi, que parecía infranqueable, contra su propia ineficacia a la hora de resolver las jugadas que elaboraba y contra el cerco defensivo montado por el rival.
Algunos buenos encuentros de Palavecino con Beltrán, un par de centros rasantes de Simón y tres remates de media distancia, daban cuenta de las aproximaciones del equipo de Gallardo en todo momento más ambicioso que su rival.
Aldosivi, que se hunde en el fondo de la tabla, tuvo algunos pasajes interesantes en el primer tiempo y en el arranque del segundo, y puso en aprietos a Armani un par de veces, pero nunca se animó a ir a cambiar golpes, preocupado porque el rival no tuviera espacios en el ida y vuelta.
El demorado gol llegó sobre la mitad de la segunda etapa, y fue suficiente para que los marplatenses se desmoronaran y River se le fuera encima con todo su potencial. Entre el segundo y el tercer gol pasó menos de un minuto: los locales sacaron del medio, River recuperó rápido y Borja se fue hacia el gol en una carrera solitaria y letal.
River necesitaba de un triunfo así de contundente para volver a creer, levantar la autoestima y avisarles a todos los demás que en cualquier momento se prende en la conversación. Está lejos, a siete puntos de Atlético Tucumán, pero falta muchísimo y Gallardo se quiere ir con un título.