Durante los últimos días, varias naciones de Europa experimentan temperaturas récord. Reino Unido e Italia rompieron la barrera de los 40°C, pero no fueron la excepción, ya que también se registran calores inusuales en Francia, Países Bajos, Bélgica y España. Según se prevé, el tiempo atmosférico extremo podría trasladarse, durante los próximos días, hacia el norte del continente. ¿Las consecuencias? Incendios, evacuaciones, transportes suspendidos, pistas de aterrizaje derretidas y una más cotidiana pero no por eso menos relevante: el desabastecimiento de ventiladores y aires acondicionados.
“Ya advertimos las primeras sorpresas: empezamos a ver temperaturas mucho más altas donde antes no había. El caso más claro es el de Reino Unido, que superó los 40° C, algo nunca visto en el registro instrumental. Los humanos somos los responsables de esta alteración dramática a un fenómeno como el cambio climático que era natural”, señala Carolina Vera, Investigadora Principal del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera. Si bien las olas de calor no representan ninguna novedad, pues existen con independencia de la actividad humana, sí es cierto que las emisiones de gases de efecto invernadero han provocado que se tornen mucho más frecuentes e intensas. Y de aquí el peligro para la salud, tanto de las personas que las generan, así como de los ambientes que habitan.
“La otra característica que los estudios de cambio climático habían alertado es el incremento de las condiciones meteorológicas que favorecen la ocurrencia de incendios. Aquí no solo debe tenerse en cuenta a las temperaturas más altas sino también a los escenarios más secos”, destaca la referente nacional en el tema. El verano es tan pronunciado en este 2022 que, como indica Vera, también se produjeron incendios en naciones que desde hace tiempo no los afrontaban. Portugal, España y Grecia reportan focos en diversas regiones, que empujan a la evacuación de miles de familias.
De esta manera, ciudadanos de naciones que nunca se habían enfrentado a este tipo de variabilidad, deberán adecuar sus rutinas a condiciones extremas. De hecho, hubo un síntoma visible por lo cotidiano: las ventas de aires acondicionados y ventiladores se dispararon en ciudades cabeceras cuyas instalaciones no estaban preparadas para tolerar dichas temperaturas.
En un marco como este, situaciones impensadas se tornan perfectamente posibles. Basta con recordar, el desprendimiento del glaciar de la Marmolada, en el norte de Italia, que causó el fallecimiento de siete personas, heridas de gravedad en otras ocho (dos que permanecen en cuidados intensivos) y, al menos, 19 desapariciones; todo producto del cambio climático. Según los expertos del viejo continente, esta situación podría replicarse en los próximos meses y la novedad podría trasladarse al Mont Blanc, una de las montañas más altas (4.808 metros) y emblemáticas de Europa en la que ya se advierten nuevas grietas antes inexistentes.
El origen del fenómeno
“El clima de nuestro planeta puede producir olas de calor persistentes y muy intensas sin la intervención humana. Sin embargo, hay evidencias significativas y con un alto nivel de confianza que indican que las alteraciones de las actividades humanas están produciendo, a través de la emisión de gases, el incremento en la frecuencia y la intensidad de las olas”, alerta Vera.
Es el cambio climático producido por los seres humanos el que provoca que las situaciones de calor y frío extremos se tornen más frecuentes y prolongadas según el hemisferio. De acuerdo a los reportes que aporta el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), la Tierra se calentó 1.1°C respecto de la era preindustrial y esta situación empeorará en las próximas décadas si los Estados de las naciones centrales no toman cartas en el asunto. “En la era preindustrial, las olas de calor se producían una vez cada 50 años. En cambio, en el presente, la posibilidad de que ocurran se multiplicó por cinco. Tanto en Europa como en nuestro país, es muy probable que cualquier ola de calor alcance temperaturas récord”.
La próxima Cumbre
En noviembre próximo, Sharm el-Sheikh, Egipto, será sede de una nueva Cumbre Climática, en donde los jefes de Estado deberán rendir cuentas y renovar sus compromisos para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Quien tomó la delantera, en clara oposición a la postura de su predecesor Donald Trump (que incluso había retirado a EEUU del Acuerdo de París), fue Joe Biden que anunció una inversión de 2.300 millones de dólares para combatir el cambio climático. El miércoles apuntó que se trata de “un peligro claro e inmediato”, en tanto que lo consideró “una amenaza existencial para la nación y el mundo”. ¿Para qué serán los fondos? Desde el Gobierno estadounidense anunciaron que serán destinados a ayudar a las comunidades a incrementar su resiliencia ante un amplio conjunto de impactos climáticos, incluidas las olas de calor, que son particularmente destacadas.
Se prevé que otras potencias mundiales hagan lo propio durante los próximos meses. El cambio de matriz energética y el despliegue de economías más verdes ya dejaron de ser necesidad para convertirse en mandato. Siempre y cuando la intención sea la supervivencia de las próximas generaciones.