¿Homicida mujer en la pantalla chica? ¿Especializada en victimarias filosas y eficaces? Llamar a Jessica Biel. Tras el bombazo de la primera temporada de The Sinner, la actriz vuelve a las andadas con un personaje de esta índole en Candy (estreno el próximo miércoles por Star+). Al igual que en aquella ficción, no hay duda de quién fue la responsable del asesinato. Existe, sin embargo, una diferencia sustancial entre las dos producciones: los acontecimientos retratados en este caso pertenecen al prolífico terreno de un crimen verdadero. Y aquí no hay spoiler: Candance Montgomery mató el 13 de junio de 1980 a Betty Gore. La intención de Robin Veith y Nick Antosca (quienes ya habían entregado The Act) es expansiva. Incluye el horror, pero sondea el vínculo entre las vecinas texanas, la coyuntura suburbana y el sorpresivo veredicto en el juicio sobre “la asesina del hacha”.
Desde el minuto uno, la entrega fuerza los paralelismos entre las dos amas de casa -desesperadas- de la pequeña localidad de Wylie. Ambas madres de dos hijos que trabajan contra reloj por lo que se espera de ellas: encargarse de la casa, ir a la Iglesia, llevar las actividades comunitarias y preparar el almuerzo para sus maridos. Candy está aburrida después de una década de matrimonio con Pat (Timothy Simons) aunque lo oculte bajo la máscara de la proactividad. Por su parte, Betty (Melanie Lynskey) lleva una existencia agotadora junto a Allan (Pablo Schreiber), el puerperio y su tarea como maestra de escuela. El fin a esa monotonía doméstica quedará en evidencia con el cierre del primer episodio. La protagonista, con la cabeza y las manos ensangrentadas, tiembla en su auto. Acaba de mutilar de 41 hachazos a su amiga… y esposa de su amante.
“No sé, fue como si estuviera parada por detrás mío mirando lo que hacía”, se justificará Candy en el estrado. “Esa es tu versión de la historia”, responderá el fantasma de Betty en el juicio. La narrativa y el argumento se esfuerzan en colocarlas frente a frente, más allá de que su la curiosidad recaiga en la homicida. Candy intenta desentrañar el suculento “porqué” y “cómo” del caso a partir de la estela de una mujer común y corriente que cruzó la línea hacia el salvajismo. Más lograda, en todo caso, es la recreación de esos primeros ’80 con algunas menciones sociales y culturales bastante sugestivas. En una historia de hachazos, la cita a El resplandor de Stanley Kubrick no parece casual.
La primera elección de los showrunners para el papel principal había sido Elisabeth Moss. Tras aparecer algunos problemas de agenda, Biel se sumó al proyecto en el doble papel de intérprete y productora. En varias entrevistas, dijo sentirse fascinada por la “dualidad” de la retratada. “Tiene esta cosa externa que mira hacia adelante y busca agradar a la gente en contra de toda su agitación interior. Es complaciente y perfeccionista, alguien a quien se le ha enseñado que todo debe hacerse con felicidad y debe reprimir lo malo”, manifestó la actriz que se suma a la larga lista de hechizadas por el truculento incidente. Tras cuatro décadas, la historia ha sido objeto de libros, documentales, de una película para tevé, y para fin de año se espera otra miniserie, titulada Love and Death, protagonizada por Elizabeth Olsen con la firma de David E. Kelley. Parafraseando a Iggy Pop, nadie puede dejar ir a Candy.