Las operaciones de los grandes conglomerados de comunicación fueron determinantes para el derrocamiento de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, y ahora están sellando la mala estrella del hombre al que dieron sostén para desplazarla, Michel Temer. Una porción abrumadora del flujo informativo y de opinión que llega a los argentinos sobre la situación en ese país obedece a la estrategia de presentar a la corrupción como el factor que desencadena estos cambios, en suma como la causa de la hecatombe política e institucional.
Así como, dice Naciones Unidas, la corrupción representa el 3% de las pérdidas que sufren los países “en desarrollo”, muy inferiores a los montos de la evasión y la fuga de capitales que consuman los empresarios, los actos ilícitos atribuidos a los políticos están lejos de ser el motivo determinante del reemplazo de un gobierno por otro y de las acciones en curso para un nuevo relevo.
El tema principal es el modelo de país que un poder permanente –que ni siquiera es nombrado en las noticias y artículos de opinión– quiere para Brasil, un objetivo para el cual primero volteó a Dilma y ahora, si lo necesita, arrasará a Temer, mientras cocina la indispensable inhabilitación de Luiz Lula da Silva, para lo cual trabajan en concierto un segmento del poder judicial y gran parte de los medios de comunicación tradicionales, con el grupo Globo a la cabeza.
El martes 6 de junio la Comisión de Asuntos Económicos del Senado aprobó un proyecto recibido de la Cámara de Diputados para introducir en Brasil una reforma laboral, un cambio estructural que en el lenguaje político argentino convenientemente manipulado –como en estas mismas páginas hizo notar en su momento Juan Gelman– sería llamado “flexibilización”. Palabra cantarina que oculta la envergadura del proyecto. Carlos D’Incao, historiador brasileño y empresario especialista en el mercado financiero internacional, dice que la élite que asaltó el poder busca “una profunda alteración de las relaciones de producción, que va a cambiar toda la estructura de funcionamiento de la justicia laboral y de las empresas”.
Poco después de que TV Globo interrumpió sus emisiones para informar de la grabación que el dueño de la empresa JBS, la mayor faenadora de carne vacuna del mundo, hizo a Temer cuando hablaba redondamente de pagar sobornos, el diario del grupo postuló que sea el Congreso el que nombre al nuevo presidente y que de ninguna manera se siga un camino que lleve a la elección popular.
El 22 de mayo, tras la difusión de la grabación, que hacía esperar la caída de Temer de un momento a otro, el diario del grupo de la familia Marinho, entre las siete más ricas de Brasil, pidió en artículo editorial que se apliquen las “reformas” que diseña el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, independientemente de avatares de “la política”.
Entre ellas figura otra “reforma”, la del sistema previsional, defendida enfáticamente por Globo con un cuento que los argentinos conocen muy bien: son necesarios unos “sacrificios” ahora, sostuvo en la misma nota, para que haya beneficios en el futuro.
El día en que se publicó esa nota el ministro Meirelles habló en teleconferencia con directivos de JP Morgan: les dijo que en el peor de los casos las “reformas” tendrán un retraso. Y el diario Folha de S. Paulo, que apoyó el derrocamiento de Dilma pero no sigue a Globo en las operaciones contra Temer, sí coincide en exaltar al ministro, “el hombre de las reformas”, el que es capaz de “calmar al mercado, que prevé el apocalipsis ante cada crisis”.
Meirelles asistió el viernes 9 de junio a una reunión en París de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. “La expectativa de los mercados es que no haya ninguna discontinuidad de la política económica”, dijo allí. Una política que incluye la enmienda constitucional 95/2016, que congela la inversión pública por dos décadas, un ataque arrasador a los planes sociales, es decir a los brasileños que padecen pobreza.
A ello hay que sumar la ya consumada entrega por tajadas a conglomerados multinacionales de la riqueza petrolera de la “capa pre-sal”, en el litoral Atlántico, otra decisión estratégica que revierte la acción de los gobiernos del Partido de los Trabajadores.
El ministro Meirelles es una de las figuras de recambio que puede ser elegido por el Congreso que derrocó a Dilma, ungió a Temer y ahora estudia prescindir de él. Los dispositivos mediáticos argentinos que definen a la corrupción como el motivo único de la crisis en Brasil omiten mencionar que fue directivo de JBS en los tiempos en que esta firma repartió cientos de millones de reales para corromper y destruir las instituciones.
* Escritor y periodista, presidente de Comunicadores de la Argentina (Comuna).