El tenis argentino vivió uno de sus momentos más gloriosos en noviembre último, cuando se obtuvo la Copa Davis por primera vez en la historia. Para llegar a la cima, el conjunto nacional tuvo a un líder desde afuera de la cancha: Daniel Orsanic. El es el capitán del equipo, pero también se transformó en el hombre que pudo encauzar a un grupo de jugadores, donde los conflictos internos terminaban sobresaliendo por encima del juego a lo largo de los años. La misión que tendrá ahora será más difícil aún, debido que a mediados de septiembre intentará que Argentina permanezca en el Grupo Mundial el año próximo, y así evitar el descenso a la Zona Americana. Para ello, deberá vencer a Kazajistán en la ciudad de Astana.
Orsanic, antes de viajar a Francia para presenciar el Grand Slam de Roland Garros que finalizó el domingo último, participó en el programa Charlas de Valor, organizado por el Gobierno de la Ciudad. Y el hombre que se destacó en la modalidad dobles cuando formaba parte del circuito profesional, analizó los programas que buscan formar a los talentos más jóvenes en el país.
–¿Cómo ves a la generación que viene atrás de (Juan Martín) Del Potro?
–Hay chicos de muy buen nivel, como Diego Schwartzman, y otros que tienen condiciones para recuperar su mejor rendimiento como Federico Delbonis, Guido Pella y Leonardo Mayer. Después vienen otros que están buscando superar el nivel challenger para poder insertarse en el circuito ATP o en el WTA.
–Precisamente, ¿te preocupa el nivel actual de los que nombraste, sobre todo pensando en el repechaje de septiembre?
–Son momentos que tienen los jugadores y hay que saber superarlos. Todavía quedan algunos meses para que se puedan recuperar, y no tengo duda de que lo lograrán. También hay que tener en cuenta que cuando se juega la Copa Davis, el jugador saca un plus extra en ese momento, lo cual lo han demostrado todo el año pasado, que finalizó con el título.
–¿Y esos jóvenes que mencionaste tienen buena proyección?
–Sí. Hay chicos que puede llegar a ser profesionales y mostrar un buen nivel en el ámbito más competitivo. Hay que saber esperarlos también, no se le puede exigir lo máximo de entrada.
–Pensando en ese futuro, ¿alcanza con la experiencia o se necesita una formación extra para encarar proyectos deportivos?
–Creo que cada uno tiene su lugar. Hay determinados roles que necesitan una formación académica: desde el nivel dirigencial, o desde el nivel marketing; y hay otro lugar, que nos compete a los entrenadores. Ahí creo que cuánto más rica haya sido nuestra experiencia, en relación a la competición, tanto en el rol de entrenador como en el rol de jugador, es más valioso todavía. Eso pasa a ser nuestra universidad. La experiencia que hayamos tenido en el deporte profesional, al mayor nivel que se haya desplegado. Esa capacitación que tuvimos como deportistas, nos da las herramientas para poder transmitirlo.
–¿Los deportistas argentinos necesitan una formación más allá de su carrera?
–Los más chiquitos deben asistir al colegio. Deben mantener el estudio y el deporte al mismo tiempo, hasta determinada edad, donde los viajes hacen más difícil que los colegios le sigan manteniendo las faltas, ya que ahí se genera un problema. Eso provoca que algunos decidan estudiar a distancia, lo cual tiene su lado bueno y su lado malo. A partir de que se termina el secundario hay dos caminos: el de intentar insertarse en el tenis profesional, o concurrir a una universidad en el país o en el exterior y tener un título. Cuando egresan de la universidad todavía tienen tiempo para insertarse en el profesionalismo, pero es más complicado.
–¿No resulta difícil que un jugador superprofesional pueda llevar adelante una carrera académica?
–Sí. En la práctica, los jugadores que se destacan no van a la universidad, intentan el camino profesional. Desde la Asociación de Tenis estamos estudiando programas para poder mezclar eso. Es decir, que algunos sigan por el camino profesional y que otros sigan estando en contacto con el programa deportivo de la universidad, y podamos enviarlos ahí. La idea es que después salgan con un título debajo del brazo.
–Vos como formador de jóvenes, ¿qué objetivo te ponés: que sea un deportista de elite o no necesariamente?
–El tenis es un gran formador en el nivel junior, hasta los 18 años. Luego, el camino hacia el deporte profesional es muy crudo en cualquier actividad. Se puede llegar a ser un jugador de elite, con un título universitario también. Pero no es para todos, depende mucho del perfil de la persona. Hay que ser muy cuidadoso con las características de cada uno, pero lo tenemos como una opción muy válida el hecho de que estudien.
A los 49 años (los cumplió el domingo pasado), Orsanic proyecta más allá de los resultados actuales. En definitiva, su rol como formador terminará siendo clave para que el tenis argentino pueda llegar a lo más alto del podio como ocurrió el año anterior.