En Amsterdam, un proyecto liderado por el científico argentino Ernesto Calvo recibió el primer premio en el concurso internacional Bright Minds Challenge (“El Desafío de las Mentes Brillantes”), entregado por la compañía holandesa DSM y otros grupos de presencia mundial, por su aporte en el campo de las energías renovables, al proponer un modo sustentable de extracción de litio. “La retribución del premio no es monetaria, pero lo logrado es fundamental porque hemos ganado 500 horas del mejor asesoramiento en materia comercial, financiera e ingeniería. A menudo, aquello que más nos hace falta”, explicó a PáginaI12 el experto, quien añadió que “el proyecto, por su visibilidad internacional, permite el acercamiento de grupos inversores”. Como parte del reconocimiento, los patrocinantes de la competencia –entre quienes se hallan Sungevity, Solarcentury, la Escuela de Negocios de la Universidad de Oxford y Greentownlabs– brindarán asesoramiento al grupo científico argentino sobre análisis de los mercados financieros y las proyecciones de la economía del litio a futuro; además, se comprometieron a apoyar aquellos aspectos vinculados a la ingeniería de extracción a escala industrial.
En la actualidad, los grandes debates asociados al cuidado del medio ambiente y al calentamiento global giran en torno a la promoción y al desarrollo de las energías limpias como una posible estrategia para revertir la situación del planeta. El conflicto es bien conocido: por un lado –representados en la voz y el cuerpo de Donald Trump– se encuentran los partidarios de continuar con la extracción indiscriminada de recursos como el petróleo y el carbón, en la medida en que hay grandes intereses industriales y financieros comprometidos; por otra parte, se hallan los partidarios de aprovechar las bondades de la naturaleza para desarrollar opciones que sean redituables pero que no continúen dañando al medio ambiente. Sobre todo porque hay insumos que una vez desperdiciados jamás regresan. En el medio de la tensión, el factor económico emerge como uno de los principales argumentos de la renuencia del presidente de EEUU para modificar el rumbo de su matriz productiva.
Sin embargo, “las grandes empresas del mundo comenzaron a echar el ojo en el cuidado del planeta, porque afirman que cuidar el medio ambiente no significa una desventaja económica para nadie. Por el contrario, las energías renovables constituyen un negocio en sí mismas”, apuntó Calvo. El desafío es abandonar la producción energética dependiente de carbón y reemplazarla por que respete a la naturaleza, pero para eso se requiere de baterías aptas para almacenar, y aquí es donde ingresa el litio (un material que permite acumular muchísima energía en muy poco peso) como protagonista deslumbrante. El 70 por ciento del litio disponible en todo el mundo se concentra en Argentina, Chile y Bolivia, y el material es central en la industria de la electrónica portátil. “Los celulares serían el mejor ejemplo para ilustrar la irrupción de las baterías de litio en la realidad cotidiana”, explicó el investigador, que añadió que “en los próximos 25 años, nuestras sociedades afrontarán un gran cambio asociado a los automóviles eléctricos basados en baterías de litio. Por lo tanto, de nada vale que el litio permita alimentar teléfonos, laptops, celulares y autos si su extracción contamina”.
La iniciativa desarrollada por Calvo en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) –perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA– promueve la extracción del metal de una manera sustentable y sostenida en el tiempo.
–Actualmente el litio se extrae con un proceso que daña el medio ambiente.
–Sí, se trata de un mecanismo nocivo y lento. Para poder realizarlo se agregan sustancias químicas (como cal y bicarbonato de sodio) a fin de precipitar el carbonato de litio y se prolonga durante aproximadamente un año (aunque a veces tarda más).
–Y ello daña el medio ambiente.
–Sí, pueden destacarse dos efectos negativos: por un lado, se resignan grandísimas cantidades de agua, un recurso muy preciado para nuestros pobladores de la región (se calcula la pérdida de millones de litros por cada tonelada de carbonato de litio extraído) y, además, se generan residuos tóxicos que perjudican la naturaleza y los ecosistemas de la región. Nosotros planteamos el empleo de la misma tecnología que es utilizada, por ejemplo, en las baterías de los celulares.
–¿Cómo es la extracción?
–Cuenta con varias etapas. Inicia con dos esponjas, una que extrae el litio y otra que se ocupa del cloruro, a partir de la salmuera. En un segundo momento se reemplaza la salmuera por una solución acuosa de recuperación y se aplica energía eléctrica a partir de paneles solares. Se trata de la mejor fuente energética que uno podría encontrar en el planeta: nada más ni nada menos que 2600 kilowatts/hora por metro cuadrado (una radiación solar tan efectiva como la del Desierto del Sahara o Arizona). Con esa energía, el cloruro de litio que fue capturado se vuelve líquido. Luego se concentra y se obtiene un producto de altísima calidad. Pudimos comprobar su funcionamiento y lo que intentamos hacer en este momento es “escalarlo” para conseguir grandes cantidades y responder a la industria.
–Si la efectividad de su proyecto ha sido comprobada en escalas pequeñas, ¿qué variables de mercado deberían contemplarse si su extracción es pensada a escala industrial?
–Para brindar un orden de magnitud en relación al mercado es necesario establecer una comparación. La multinacional DSM factura 8 mil millones de euros anuales con una ganancia neta del 8 o 9% (600 millones de euros). En paralelo, las Lebac en Argentina brindan alrededor de un 25% anual, pero pertenecen a un orden que no se emparenta con el desarrollo de proyectos productivos y constituyen cifras siderales que pagarán hasta nuestros bisnietos. De este modo, es posible hacer un gran negocio en base a energías limpias: cuidar el medio ambiente es ventajoso desde cualquier punto de vista. Y la rentabilidad que se extrae de los proyectos sustentables es segura en el mundo y no es ficticia como ocurre con el mercado de las Lebac.
–El proyecto lleva más de cino años de trabajo y cuenta con una patente de Y-TEC y Conicet.
–Sí, nuestro equipo investiga hace tiempo estas temáticas, básicamente, desde que advertimos la centralidad que tendría el litio en un futuro muy cercano. Fue fundamental el apoyo de un sistema científico que fuera capaz de respaldar nuestras investigaciones. En la actualidad, apoyamos con firmeza la concreción de un centro de litio en Jujuy, cuyo desarrollo se encuentra bajo la supervisión de una de mis discípulas, la Dra. Victoria Flexer. Es decir, no solo nos interesa aprovechar la presencia del metal en nuestro suelo sino que apuntamos a contar con los desarrollos tecnológicos para poder procesarlo. Mi sueño es que en 4 o 5 años tengamos una institución de renombre mundial, que funcione como un imán al que acudan los científicos y los especialistas de todas partes del globo.