Un extenso, reflexivo y profundamente poético texto le da cuerpo a "Cautiverio", el nuevo libro de la poeta, música y activista Jacqui Casais que ya se puede comprar por redes con entrega a partir del 6 de agosto.
Entre la poesía, la narrativa y la autobiografía, con gran ternura Jacqui explora y reflexiona sobre los vínculos humanos y no humanos a través de las memorias, experiencias y relaciones que vivió durante 10 años con la llegada del indomable gato Fede a su vida y la coexistencia con los otros animales del hogar.
Ese mismo hecho sirvió como puntapié para criticar y repensar en este libro los heredados enlaces entre las distintas especies, la construcción de los géneros, los territorios que asumen los cuerpos, las formas que cobra la domesticación del amor y las normativas humanas que nos aprisionan a diario, para proponer sortear, denunciar y superar la tradición y el modo en que la humanidad vulnera y violenta todo lo que la rodea.
Con ecos de un hermoso título de Henry David Thoreau, Todo lo bueno es libre y salvaje, la autora recorre un proceso de deconstrucción personal para empatizar y acercarse a comprender la vida ingobernable de su amado gato: "Hay una herencia salvaje que no puedo romper/No te sirve mi amor domesticado".
Jacqui comenta que en broma concibió Cautiverio como su Cantos a Berenice, a modo de homenaje al libro de Olga Orozco que es uno de sus favoritos, aunque también surgió después de un trayecto en donde aquel libro formó parte junto con otras obras que incluyen autorxs que van desde David Cronenberg a Donna Haraway entre otrxs: “Hay un poema de Anne Sexton que se llama ‘Después de Auschwitz’: ella está tan furiosa con la humanidad que dice ‘Que el hombre nunca más escriba un libro’ y nos recuerda que estos crímenes no los produce ningún monstruo sino nuestra propia especie, la misma que escribe poesía. Después Gelman, en su discurso 'Dentro y fuera de la lengua’, dice que en realidad no es que no se pueda escribir poesía después de los horrores que genera nuestra propia especie, sino que no se puede escribir igual que antes. Y Susy Shock grita ‘No queremos ser más esta humanidad’, para cuestionarnos como especie. Yo me pregunto todo el tiempo cómo y qué escribir y qué hacer con el lenguaje para que me permita decir algo propio”, confiesa Casais.
¿Cuál fue el contexto que rodeó la escritura de “Cautiverio”?
-Convivir con un gato que no pudo adaptarse para ser domesticado fue lo que me llevó a pensar en qué es el mascotismo y qué son las especies de compañía. Es un intercambio dónde hay poder, elegimos a ese ejemplar y decidimos cómo va a ser su vida. A partir de diversas lecturas empecé a revisar cómo fue y es mi manera de vincularme con estas especies, y puntualmente Fede, este gato con el que conviví 10 años, me transformó en muchos sentidos. Me llevó a revisar desde mis prácticas corporales hasta mi manera de ver a la muerte, empecé a buscarme en lo espiritual, una necesidad que nunca antes había tenido. Todo esto me condujo a la danza Butoh. Lxs humanxs usamos la palabra, pero a los animales no humanos eso no les interesa, entonces exploré mis gestos, mis posturas corporales, vocalmente busqué sonidos para comunicarme con él. Y el desafío como poeta fue cómo trasladar todo esto a las palabras.
El libro se abre con una cita del poeta y escritor José Sbarra, que es un autor que siempre tenés cerca.
-Sbarra marcó mucho a mi generación, que no somos sus contemporánexs pero nos llegó su obra cuando se empezó a piratear en la FLIA, la Feria del Libro Independiente y Autogestiva, y en internet: por eso lo sentimos como propio y lo seguimos difundiendo. Sbarra es trash y es ternura y nos recuerda que hace poco el arte no pretendía agradarle a nadie ni dar explicaciones. La necesidad de decir algo aunque nadie lo quiera escuchar. Nos identifica a quienes nos sentíamos cómodamente en estas ferias y espacios contraculturales de hace algunos años.
Leyendo “Cautiverio” se me aparecían múltiples interlocutores posibles: ¿a quién creés que está dirigido este libro?
-Siempre pienso en que escribo para personas a quienes no les gusta la poesía, porque así fue que me conquistó la poesía a mí. Trato de crear libros a partir de una búsqueda estética que me conmueva para escribir. Este texto lo trabajé con Gabriela Saidon porque si bien es un poemario, cuento una historia y consideré que me iba a ayudar mucho trabajar con alguien que se dedica la narrativa. No creo que sea un libro puntualmente activista, creo que hay muchas maneras de vivir los antiespecismos o los feminismos. Lo que sí creo es que es momento de revisar nuestras prácticas como especie, corrernos del centro, salir de la mirada antropocentrista para integrarnos con el ambiente sin tener que ver a todo y a todxs como algo a nuestro servicio.
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