Evita vive en la inspiración de las nuevas luchas de las y los jóvenes, en cada acto cotidiano que nos permite avanzar activamente en la igualdad de oportunidades.
Es un auténtico ícono central en nuestra historia y en nuestro presente político y social. Esa luz fuerte e inspiradora que incomoda a algunos mientras transforma realidades para siempre, esa que tanto intentaron apagar pero no pudieron porque vive en el pueblo.
Marcó mi vida, la conocí de muy chica por papá que era muy peronista, diría evitista. Recuerdo que yo dibujaba muchos rostros de mujeres en mis cuadernos y a todas les ponía un collar, me dí cuenta con el tiempo que era por el de ella.
Eva marcó a fuego mi compromiso con las política de desarrollo humano. Sin dudas elegí mi carrera gracias a su influencia y me fui a los 17 años a 2.500km de mi casa en Gallegos a estudiar Servicio Social en Caritas La Plata. Eran otras épocas, de mi promoción la única mujer que viajó a estudiar fui yo y ahí armé un grupo muy lindo de estudiantes, compañeros compañeras que trabajamos muy fuerte en las prácticas en los barrios. Íbamos a Ensenada, llevando agua, electricidad, trabajando con los vecinos, realizando festivales.
Cuando me recibí corrían los años 70 y el camino que había elegido iba despertando mis pasiones pero también representaba un riesgo permanente. Con mis compañeros y compañeras queríamos cambiar el mundo y eso incomodaba, fuimos víctimas del terrorismo de Estado más cruento, de hechos tenebrosos que van a estar siempre en mi memoria. En las banderas de quienes ya no están también está ella. Fui inconsciente algunas veces y otras no tanto, pero estaba segura que había encontrado también en la libertad, la participación y en la fuerza de transformación colectiva la razón de mi vida.
Puedo identificar su profunda influencia en cada proyecto que emprendí en la Universidad Nacional del Comahue y en los textos que subrayé en el doctorado de la Universidad del Museo Social. No deja de sorprenderme, Eva fue una verdadera revolucionaria con una anticipada visión de lo que hoy conocemos como Estado moderno y presente, fue una mujer de altas convicciones e incansable acción.
Su mensaje estuvo y está siempre presente, su mirada federal, la importancia del abordaje integral, la equidad territorial, de un Estado presente en los barrios cerca de la gente. Definitivamente impulsó mi acción irreverente, tal vez innovadora para la época en la que primaban políticas de escritorio. Como cuando nos instalamos en un trailer para atender a la gente en el barrio Belgrano de Río Gallegos. En retrospectiva fue el primer Centro Integrador Comunitario con mesa de gestión barrial que construimos.
Años después, cuando me tocó la enorme responsabilidad de ser ministra de Desarrollo Social de la Nación, conocí de cerca la obra de Eva. Algunas de ellas estaban derruidas y decidimos volver a ponerlas de pie, potenciar los Juegos Evita, las piletas de los bosques de Ezeiza, el tren de desarrollo social y sanitario, el complejo turístico de Chapadmalal, tantas cosas… y otras tantas que construimos desde su influencia: el programa Argentina Trabaja, el Ellas hacen, promotores territoriales, los emprendimientos de la economía social, sin dudas estuvo y estará presente en cada de entrega de maquinas de coser.
A 70 años esta enorme referente sigue más vigente que nunca en la voz de su pueblo. Por su defensa y promoción de los derechos sociales, por su trabajo con la infancia, la ancianidad, los trabajadores y los derechos de las mujeres, la inspiración de Eva nunca morirá. Evita, eterna.
* Gobernadora de la provincia de Santa Cruz. Doctora en Trabajo Social