Pepe Cibrián Campoy es el conde del teatro musical argentino. Aunque su debut creativo fue en 1971, la mayoría de nosotres lo conoce por ser el artífice de dos hitos posteriores. Por un lado, el musical Drácula, originalmente estrenado en 1991, cuyos personajes femeninos —sobre todo, ¡Lucy, mi querida Lucy!— se instalaron muy temprano en nuestros desvelos maricas. Por otro lado, el discurso pronunciado por él mismo ante el Senado cuando, en pleno debate por la Ley de Matrimonio Igualitario, el recinto tembló con su ya tan repetido “¡Habla, marica!”. Esa orden feroz y pegadiza, antes de volverse un injerto en Bendita TV, surgió de una obra escrita por Pepe en honor a otra condesa ineludible: la Federico García Lorca.
“Elegí leer Marica porque, entre todas mis obras, me representa a mí, a mi padre, a mi gente”, recuerda Pepe. “Es también una apología a la lucha del ser humano por defenderse de todos aquellos que humillan y sacrifican al diferente. Ese día estaba tratándose una ley que proponía un cese de la discriminación, por eso el último monólogo de Marica me pareció tan apropiado”.
Con ese monólogo reproduciéndose en todos los noticieros del país, Pepe se transformó, según él mismo, en “un agitador político y cultural”. Es cierto, la suya fue una de las intervenciones más resonantes en el debate previo a la sanción de la ley 26.618. Yo recuerdo haberla escuchado en el living de mis abuelos. Tenía 17 años y “Tu esclava seré” me parecía ya la mejor canción de la historia del musical argentino. Ese día, frente a ese público tan inusual y monstruoso, la marica habló y agitó el debate.
¿Creés que el debate terminó?
—No, todo lo contrario. ¡Es un debate que viene de siglos! En la cultura grecorromana estaban bien vistas las diversidades sexuales hasta que llegó el oscurantismo del Medioevo; fue entonces cuando en Occidente se instaló la culpa en torno al placer. Y no me refiero al placer de una relación sexual sino al de mirar a los ojos a quien tengas ganas, de compartir con quien tengas ganas. ¡Arrastramos esa culpa judeocristiana durante siglos! Nuestra sociedad encontró un momento muy apropiado a través de la posición de Néstor Kirchner frente al Matrimonio Igualitario. Su voto fue muy importante para que se afianzaran otras posturas. Al aprobarse, la ley dio un punto legal a lo que ya venía modificándose hacía años. No fue ahí cuando terminó el debate sino cuando se avivó. Es un debate afortunadamente imparable. Hoy los chicos van tomados de la mano y hablan de poliamor, un concepto que antes era impensado.
¿Cuál es tu relación con el poliamor y otras nuevas formas de vinculación sexoafectiva?
—Me parece que están muy bien para quienes deciden accionar de esa manera. Todo lo que el ser humano decida hacer, en la medida que no represente un daño para otro, ¡está perfecto porque es su vida! Ahora, en lo que a mí respecta, no me gustaría hacer el poliamor en la confitería (risas). Yo no decido vincularme de ese modo. No me gusta, además, para nada el exihibicionismo...
Te casaste hace poco y todo el mundo pudo verlo y ser partícipe de ese momento. Luego se filtró un video de tu ex pareja en compañía de otra persona. ¿Hay un límite para la exhibición, entonces?
—¡Todo el mundo puede ver y ser partícipe de cualquier cosa! Siempre y cuando haya una decisión entre las partes de que así sea. ¿Quién soy yo para juzgar y quién es nadie para juzgarme? Vivimos en una sociedad más abierta y más permisiva. ¡Eso es bueno, muy bueno! El problema surge cuando ciertos medios se arrogan el derecho a destruir un vínculo por poner en circulación un material pernicioso. No hace falta preguntarme si yo he sido víctima de esos medios. La respuesta es sí. No me siento orgulloso de salir en primera plana por un conflicto personal cuando de lo que se debería hablar es de mis obras, ¡del éxito de Drácula: La despedida! Sí me siento orgulloso de mis convicciones y de pelear por ellas. Eso es construir, lo otro no. Yo sigo viviendo con ética y luchando por un mundo mejor.
Tenés 74 años y en poco más de un mes te casaste, te separaste, volviste a empezar. Une diría que la edad no disminuye la pasión. ¿Es así?
—La pasión es una elección de vida; desde ahí uno se proyecta más allá. La edad modifica la pasión, pero no la disminuye. La diferencia básica es el aprendizaje que uno va acumulando en la vida a través de sus experiencias. Yo hice cosas con las que me equivoqué en su momento y que luego intenté modificar. Obviamente, también hay una diferencia en cuanto a la percepción del paso del tiempo. Ya no creo en el “para toda la vida”, pero encaro los vínculos con el deseo de procurarnos un buen destino mientras dure.
¿Sumarías hoy algo que no hayas dicho en aquel debate de 2010?
—En ese momento había muchos, como la diputada Cynthia Hotton, que estaban especialmente en contra de la adopción de niños por parte de una pareja de “monstruos” del mismo sexo. ¡Tenían miedo de que “monstruorizáramos” a esos niños! Hoy volvería a preguntarles algo que en ese momento también les planteé: ¿ustedes adoptan? ¿Están haciendo algo por los chicos que esperan una familia? ¿O están muy cómodos en sus casas mirando Netflix y diciendo “qué horror las familias de homosexuales”? Nosotros ahora podemos adoptar y no he leído casos en los que hayamos violentado niños como sí veo que ocurre en las familias tradicionales.
Drácula: La despedida es un fenómeno que arrasa con las taquillas en Buenos Aires y otras provincias. ¿A qué considerás que se debe ese furor?
—Me parece simple y claro: Drácula se estrenó por primera vez hace treinta años, es decir que abarca a diferentes generaciones y todavía incluye a quienes la vieron por primera vez. El público creció con los hijos e hijas, nietos y nietas de esas personas; ¡creció geométricamente!
¿Con cuál de los personajes de Drácula te identificás más?
—¡Qué difícil! El autor se pone en todos sus personajes. Puedo hacer una lista, pero no puedo mencionar a uno en especial porque todos son Pepe. Pienso primero en Lucy, con su locura y su pasión. Yo no tengo la historia de Lucy, pero sí mis propios fantasmas y la pulsión de armarme obras que me den inspiración. Definitivamente, podría también identificarme con Mina, cuya ética es intachable y, sobre todo, ¡tiene un gran compromiso con ella misma!
¿Con qué soñás hasta enloquecer?
—Sueño hasta enloquecer con el paso del tiempo, ¡con lo inevitable! Sueño hasta enloquecer con que pienso, con que me paso el día pensando. Me cuesta mucho sacarme los pensamientos más catastróficos y suplantarlos por todo lo maravilloso que la vida me ha dado y me sigue dando.
¿Algo que quieras agregar?
—Quiero agregar que he tenido mucha suerte en encontrar un jefe de prensa como Alejandro Andolfi, a quien conozco desde que era un crío. ¡Él tiene documentada prácticamente toda mi vida! Hace poco me propuso hacer ¡Habla, marica!, un podcast con el que yo pudiese dejarle un legado a las próximas generaciones y compartir mi historia. Una suerte de “irse quedándose”. El podcast sale todos los domingos y me parece un modo estupendo para seguir conociéndonos con la gente.