“Si tuve los huevos para matar a mi padre, imagínate lo que puedo hacer con vos”. Esto es lo que le gritó por teléfono el vecino Nicolás Pachelo a Mariano Maggi, dueño de una concesionaria, que le reclamaba a Pachelo el dinero de una camioneta que le había vendido. El padre de Nicolás, Roberto Pachelo, supuestamente se suicidó de un disparo, aunque la pareja de entonces de Roberto, Jacky Barbará, siempre sospechó que el hijo mató al padre. El cuerpo de Roberto se encontró en una posición extraña, no coincidía el disparo con la mano hábil y desaparecieron las llaves de la caja fuerte en la que había acciones y documentación. Aún así, la causa se cerró como suicidio. Maggi declaró bajo juramento este martes en el juicio por el asesinato de María Marta García Belsunce, en el que Pachelo es el principal sospechoso. Después de esa amenaza, Nicolás concurrió a la concesionaria y rompió todos los vidrios dos veces. Maggi hizo la denuncia por amenazas y daños contra Pachelo: la causa quedó radicada en la fiscalía de Diego Molina Pico, que archivó el expediente un mes más tarde. En el juicio también declaró la empleada doméstica de la familia Pfister, Cristina Barrientos. Reveló, siempre bajo juramento, que la empleada de la casa de Pachelo -ya fallecida- le contó en aquel entonces que en el lavadero habían escondido el perro Tom que le secuestraron a Carlos Carrascosa y María Marta. La pareja recibió llamadas extorsivas pidiendo 5.000 dólares para restituirles a Tom. En el juicio hay un fuerte malestar. Los fiscales y el representante de Carrascosa, Gustavo Hechem, sostienen que los jueces actúan de forma parcial, favorable a Pachelo. Hay amenazas de portazos.
La audiencia del juicio de este martes trajo una novedad extraña: Pachelo sumó a su defensa dos abogados más. Como siempre, está su tradicional defensor, Roberto Ribas, al que se había agregado el exdefensor oficial de San Isidro, Marcelo Rodríguez Jordan. Este martes se incorporó Raquel Pérez Iglesias y su socio Daniel Dinuchi, curiosamente el estudio que defiende a Carlos Stornelli en las causas en las que aparece vinculado al falso abogado Marcelo D’Alessio. Un análisis, tal vez superficial, es que el vecino percibe que el juicio le es muy desfavorable y trata de reforzar su debilitadísima defensa.
Sin dudas, el testimonio de Maggi rompió todos los moldes. El dueño de la concesionaria le había vendido a Pachelo una camioneta Jeep Pathfinder y el vecino le dio cheques como parte de pago. Sucede que el propio Pachelo denunció al menos uno de esos cheques como robado, es decir estafó a Maggi. A raíz de la maniobra, el concesionario le exigió el dinero a Pachelo y éste se despachó con la frase amenazante en la que él mismo se vinculó con la muerte de su padre. En la causa García Belsunce hay una declaración de Jacky Barbará, la esposa de Roberto Pachelo, en la que textualmente sostuvo: “Nicolás mató a su padre”. Todo siguió después con una serie de incendios más que sospechosos en los que las compañías de seguros, convencidas de que fueron intencionales, se negaron a pagar los daños.
Un dato impactante es que Maggi hizo la denuncia contra Pachelo por la amenaza y también porque el vecino le rompió los vidrios dos veces. El expediente aterrizó en la fiscalía de Molina Pico que demoró apenas un mes en archivar todo. Otro síntoma de que el fiscal favoreció de manera clara a Pachelo.
El testimonio de la empleada de los Pfister también fue impactante. Cristina Barrientos contó que solían salir a caminar a las noches con otras empleadas de El Carmel y que en una ocasión, la mujer que trabajaba en la vivienda de los Pachelo, contó que el vecino tenía secuestrado el perro Tom y que quería un rescate. Barrientos dijo que no estaba sólo ella, sino que otra empleada llamada Silvia Monzón fue testigo de la conversación. No es la única evidencia de aquel secuestro: un criador de perros también declaró en su momento que Pachelo intentó venderle a Tom. Se trata de más y más evidencias sobre el accionar delictivo de Pachelo en el country.
Finalmente declaró Mercedes Pieres, de las Damas del Pilar. Contó que, los fines de semana, se llevaba la caja de valores de la organización a su casa. Después tuvo un problema familiar y la caja quedó en manos de María Marta, que también se la llevaba los fines de semana. Sucede que aquel domingo 27 de octubre de 2002, la caja desapareció, lo que dá un indicio de que quien entró y mató a María Marta también robó. La defensa de Pachelo intentó un camino sorprendente: alegó que por el velatorio de María Marta pasaron 40 personas. Sugirieron que el robo pudo ocurrir en ese momento.
El juicio parece marcado por la confrontación entre los fiscales -Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y Federico González-, que junto a Gustavo Hechem, que representa a Carrascosa, chocan y chocan con los jueces. Los magistrados -Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Esteban Andrejin- ya fueron recusados pero la cuestión está pendiente en la Cámara de Casación. Un hecho insólito es que Andrejin fue secretario de uno de los jueces, Hernán San Martín, que en su momento condenó a Carrascosa. O sea que debió excusarse y tiene visible interés en no condenar a Pachelo. Aunque todavía no es público, la querella que representa a Carrascosa y a la familia García Belsunce evalúa pegar el portazo y abandonar el juicio por lo que consideran una escandalosa actuación parcial de los jueces.