La tragedia de la familia Ferreyra caló hondo en su entorno y en el barrio mismo donde el sábado se desató el horror. Amigas y gente que ni siquiera la conoce marcharon ayer en honor a Virginia, la joven bailarina que pelea por su vida en el Heca; y el vecindario de Maestros Santafesinos al 4700 hizo lo mismo en la plaza Rodolfo Walsh, donde aquella mujer recibió 7 disparos y su madre, Claudia Deldebbio, murió a su lado y por la misma balacera entre dos facciones, acaso vinculadas al narcomenudeo en la zona. La Justicia y la policía reaccionaron por efecto del espanto popular y ayer desplegaron 10 allanamientos.

Desde Salta y Ovidio Lagos, amigas de Virginia, compañeras de danza, de trabajo, conocidos de colectividades, de la Sociedad Libanesa, y hasta vecinos sin más motivo que la indignación por tanta violencia repetida, marcharon hasta bulevar Oroño en reclamo de justicia, en clamor por Virginia, en memoria de Claudia. 

"Virginia es una artista, una educadora, y por eso está rodeada de tanta gente que la quiere. Ella jamás habló mal del barrio, ama sus raíces", dijo emocionada Marina, amiga y colega de la profesora de danzas de 32 años que ayer superaba crítica pero favorable la segunda cirugía en el Heca. 

Natalia conoce a Virginia Ferreyra desde los 7. Fue su primera profe de danzas. Anoche transmitió la sensación que habita en ese barrio de monoblocks cercano al Parque del Mercado y el Acceso Sur, empobrecido y embravecido desde finales de los '90. "Yo cuando pude salí del barrio, como todo aquel que tiene la posibilidad de escapar. No podés vivir acostumbrándote al ruido de los disparos, obligada a quedarte adentro, todo por peleas entre bandas que terminan en esto, por ejemplo", narró.

Asumió que sí, que hubo un operativo "multiagencial", como le llamó el intendente, que llegó a pacificar un poco la zona, pero que resultó insuficiente y efímero.

El auto desde donde partieron los balazos pasó junto a un patrullero apostado a una cuadra, en custodia de una vivienda que ha sido blanco de balaceras. "Esos policías han dicho que tienen orden de quedarse ahí, no deben hacer nada", contó otra vecina. 

Otra amiga y residente en el barrio, a condición de mantener anonimato, recuerda ante Rosario/12 cómo la violencia vino in crescendo.  Recuerda el crimen de otra vecina, también ajena a las broncas de las torres 10 y 11, y otras calamidades que nutren la historia reciente de esas calles antes apacibles. "Nadie merece que le pase esto, pero Claudia y Virginia, menos que nadie", evoca esta joven. A diferencia de otros, ella no quiere irse. El arraigo familiar y también la situación económica le clausuran esa opción. "Es que no debe irse la gente inocente, sino que deberían extirpar la porquería, la manzana podrida. Que se vayan ellos, nosotros no", concluyó.

Por la mañana, el vecindario se anotició con la reacción previsible, política, de las autoridades. El fiscal Patricio Saldutti libró a primera hora un raid de allanamientos a cargo de Agencia de Investigaciones y Tropa de Operaciones Especiales con epicentro en la torre 11 de los monoblocks de Maestros Santafesinos al 4700, también otros en Isola 300 bis, Beruti al 1800, Hipócrates y Sánchez de Thompson, Colegiales al 2300, todos en Rosario, más uno en La Plata al 200, de Villa Gobernador Gálvez. 

Hubo secuestro de teléfonos, de un Chevrolet Corsa, dos motos y dinero. Sin detenidos.

Con el paso de las horas, el fiscal sopesó otra hipótesis. Acaso no haya sido que los disparos solo partieron desde un auto contra la torre 11 sino que también desde ese blanco replicaron los balazos con el saldo ya conocido: Deldebbio y su hija Virginia esperaban el colectivo enfrente, y un chico de 16 años, herido levemente, estaba en la plaza. 

Los peritos forenses trabajan en determinar la trayectoria de los proyectiles para confirmar o no esta nueva hipótesis.

Los investigadores relacionan el tiroteo con dos crímenes previos: el de un joven que el miércoles 20 apareció maniatado y ejecutado sobre el asfalto en Esmeralda al 3800, y el homicidio de un hombre de 43 años ocurrido el lunes: Paulo Cabrera, asesinado con 20 balazos en pasaje Spiro 300 bis, Villa Manuelita.

En la torre 11 –apuntada como un foco de broncas en el barrio– reside Andrea G., de 33 años, conocida como La Guachina. Está detenida desde el año pasado por tráfico de drogas, y vinculada a nombres propios del hampa en la zona sur como René Ungaro y Ariel "Teletubi" Acosta. El primero purga condena por el homicidio del exjefe barrabrava de Newell's, Roberto Caminos, ultimado en 2010. El segundo se había fugado en diciembre de 2019 desde el corazón mismo del Centro de Justicia Penal, el día que iba a aceptar una condena por homicidio. Cayó detenido en barrio Saladillo un mes después.