Las cosas no vienen bien para Elon Musk, el hombre más rico del mundo. Las malas noticias provenientes de la economía se suman a algunos errores no forzados. Así es como esa imagen de tecno-superhombre que nunca se equivoca, construida gracias al éxito de algunas de sus empresas pero también al “hype” de los medios, está resquebrajándose para revelar que también es un humano como cualquier otro.
Abandonar Twitter
Uno de los escándalos que tiene a Musk en el ojo de la tormenta es su oferta por Twitter, luego retirada. En un principio, aparentemente cebado por su confianza en sí mismo, decidió no solo dedicarse a fabricar autos eléctricos, naves espaciales para llegar a Marte, túneles para mejorar el tráfico, nanosatélites para dar Internet al mundo, opinar sobre criptomonedas, diseñar submarinos para rescatar niños tailandeses, sino también a reparar a la democracia global comprando su red social favorita.
Desde entonces todo lo que podía salir mal, lo hizo: su oferta de 54,2 dólares por acción de una empresa que casi no ha dado ganancias y que ya parecía excesiva, se transformó en injustificable tras la caída general de la cotización de las empresas tecnológicas. Entre ellas se cuenta nada menos que Tesla, la empresa que lo posiciona como el hombre más rico del mundo, que perdió más de un tercio de su valor en los últimos meses. De allí debía surgir buena parte del financiamiento para la anunciada compra multimillonaria.
Así las cosas, Musk decidió retirar la oferta, pero para salir indemne debía hacerlo con alguna justificación: por eso denunció que lo habían engañado y que Twitter no era lo que decía ser. Según el sudafricano, la cantidad de cuentas inauténticas de la red social es superior al 5 por ciento que reconoce. En el mejor de los casos podrá retirarse pagando una multa de 1000 millones de dólares. En el peor, un jurado lo obligará a comprarla por el monto prometido: 44.000 millones.
Las consecuencias de las idas y vueltas de esta compra afectaron a Twitter: en su reporte de ganancias del segundo trimestre declaró pérdidas netas por 270 millones de dólares, muy por debajo de las ganancias previstas. En parte esto se debe a la crisis general del mercado publicitario, pero también a la incertidumbre que provocó una adquisición por ahora cancelada. La buena noticia de que los usuarios mensuales crecieron levemente, de 237,8 millones a 238,08 millones, parece opacada debido a la desconfianza instalada por Musk acerca de cuántos de estos son reales.
Musk está deteriorando de este modo la situación de una empresa que puede verse obligado a comprar.
De Tesla y Bitcoin
Otra muestra de que el olfato de Musk no es infalible es que Tesla compró 1500 millones de dólares en bitcoin en febrero de 2021 cuando cotizaba a 46 mil dólares por unidad. Esta criptomoneda se derrumbó hasta 20 mil dólares. En los últimos dos meses la empresa se deshizo del 75 por ciento de las bitcoin adquiridas, obviamente a pérdida.
No todas son malas para Elon Musk o al menos no tan malas: en su último reporte trimestral Tesla declaró ingresos netos por 2259 millones de dólares, pero debajo de los 3318 millones del trimestre anterior. Aún así las ganancias duplicaron las de un año atrás. Los ingresos por ventas de autos cayeron un poco aunque desde un nivel muy alto, lo mismo que los márgenes de ganancias.
Una de las principales razones para el deterioro en las ventas es la falta de insumos provenientes de China donde varios cierres de fábricas por la pandemia afectaron a la producción. Musk aseguró que tenía problemas en la provisión de autopartes y que las plantas de Berlín y Austin estaban "quemando" su dinero porque costaban millones y producían pocos vehículos. A esto se le suma la creciente competencia de otras empresas que lanzaron nuevos modelos eléctricos y redujeron la porción de mercado de Tesla en Estados Unidos de 78 a 66 por ciento en apenas seis meses.
Nuevos enemigos
Por si esto fuera poco, en los últimos días Bloomberg anunció que Musk había tenido un affaire con Nicole Shanahan, quien es, nada menos, la esposa de Serguei Brin, uno de los fundadores de Google. Este tipo de cuestiones personales tienen consecuencias concretas si involucran al hombre más rico el mundo y al que le sigue siete puestos por debajo.
Brin decidió, además de separarse de su esposa, deshacerse de las inversiones que poseía en las empresas de Musk, quien rápidamente salió a negar lo publicado. La situación hizo recordar a los medios una denuncia por acoso sexual de 2016 resuelta con una compensación extrajudicial. Además, Musk recientemente tuvo mellizos con una empleada.
La cantidad de frentes abiertos para Elon Musk parece excesiva para cualquier mortal y algunas de sus decisiones profundizan cierta desconfianza de los inversores hacia una personalidad inestable. Habrá que ver si esta vez también logra salir indemne y consolidar esa imagen de superhéroe tecno de la posmodernidad en la que lo pusieron, hasta ahora, algunos medios, fans y el mismo.