Uno de los momentos más oscuros y dolorosos en la vida de algunos adolescentes con conflictos severos es el pasaje al acto. Por qué se suicida un adolescente y, en general, los seres humanos, es la pregunta que atraviesa la investigación de la que testimonia el nuevo libro del psicoanalista colombiano Héctor Gallo, que se titula precisamente y sin eufemismos Por qué se suicida un adolescente: pasaje al acto, urgencia y acto (Grama Ediciones). Dado que tanto el pasaje al acto como el suicidio pueden presentarse en cualquiera de las estructuras clínicas, en su investigación Gallo pone énfasis en el pasaje al acto en la perversión, la psicosis y la neurosis (histeria y obsesión). Se aborda también el problema del acting-out y, de manera muy amplia, el asunto de la urgencia subjetiva, íntimamente relacionada con el acting-out, y en menor medida con el pasaje al acto logrado en el plano suicida.
Además de psicoanalista, Gallo es sociólogo de la Universidad Autónoma Latinoamericana, Profesor Titular en la Maestría en Investigación Psicoanalítica y en el Doctorado en Psicoanálisis del Departamento de Psicoanálisis, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Antioquia, psicólogo de la Universidad de Antioquia, Doctor Sobresaliente Cum Laude en Psicoanálisis, Universidad Autónoma de Madrid. También es miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) de Medellín y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Entre sus publicaciones se encuentran: Usos y abusos del maltrato; Maltrato infantil: teoría y clínica psicoanalítica; El sujeto criminal: una aproximación al crimen como objeto social, entre muchas otras. Cuenta con una amplia trayectoria clínica e importantes aportes teóricos al psicoanálisis y a las ciencias sociales.
Algo que queda flotando en su libro es si la causa de un suicidio es siempre interna. “La causa del suicidio es siempre interna pero está articulada a algo del pasado del sujeto y después a la articulación del pasado con una situación del presente que produce un desencadenamiento, lo que se conoce como pasaje al acto”, dice Gallo en la entrevista con Página/12. “Es decir, un acto que, en algunos casos, es irreflexivo en un momento de un impulso incontenible, de un apasionamiento incontenible. Pero también hay suicidios que son construidos”, agrega.
--¿Cómo es eso?
--El sujeto va haciendo una construcción metódica de un momento culminante. Tiene que ver con un dolor de existir, en donde el sujeto, un poco a la manera de los estoicos, empieza a pensar que la vida no tiene sentido, que es una existencia que no vale la pena vivir y, entonces, mejor no cultivarla. Ese es un suicidio completamente racional, elaborado y construido, hasta que llega un instante propicio en donde se lleva a cabo el pasaje al acto. Esos suicidios regularmente son sin reversa porque son muy premeditados y, entonces, se construyen de tal manera que no se falle.
--¿Por qué todo intento de suicidio es logrado desde el punto de vista subjetivo?
--Porque todo intento de suicidio da cuenta de una muerte subjetiva, como un debilitamiento del deseo del Otro simbólico. En ese sentido, ya hay un sentimiento de muerte a nivel subjetivo. Entonces, lo que se hace con el suicidio es poner en acto el sentimiento de ya estar muerto. Por ejemplo, una persona se puede sentir muerta por dentro. Y si se siente muerta por dentro, el mundo, los demás, y lo que vive no son más que sombras, cosas que no valen la pena construir causas, no vale la pena hacer apuestas. Entonces, si no vale la pena hacer apuestas ya hay una muerte subjetiva: me siento muerto por dentro. La muerte se logra en términos subjetivos. El que intenta suicidarse produce un corte en la vida y no vuelve a ser el mismo que era antes. Después, ya es otro.
--¿Cómo es el caso de adolescentes con pasaje al acto?
--Es un momento donde hay una caída de las identificaciones familiares y de las identificaciones sociales y de los ideales sociales. Frente a esa caída, el adolescente está obligado, en términos de responsabilidad subjetiva, a hacer una invención, construir lo que se diría en psicoanálisis, una ficción; es decir, algo que lo represente, algo en lo que se refleje. Ahí aparecen varias dimensiones. Aparecen grupos que cumplen esa sustitución. De ahí pueden producirse unas identificaciones que son sustitutivas de las que han caído, pero esas identificaciones son efímeras y no son muy consistentes. Pero por ahí puede estar la posibilidad de lograr una invención, porque hay un cierto acompañamiento. Pero cuando se fracasa en la invención que todo adolescente debe hacer (y que es una invención particular porque ya no hay rituales de paso, ya no hay tradiciones), cuando falla la orientación que ya tenía constituida, entre las posibles maneras de responder a ese momento lógico está el suicidio. Es decir, un suicida es un muchacho que no logra hacer una invención que para él sea constitutiva de una orientación y de algo que lo invite a hacer una apuesta de desear vivir. Es un momento debilitamiento del deseo de vivir.
--¿Varía la forma de suicidarse de un adolescente respecto de un joven maduro o un adulto o eso depende de cada sujeto?
--Depende de cada uno. Siempre hay motivos que son singulares, pero lo que es generalizado y que he encontrado en la clínica y en lo que escucho y que el mismo Lacan lo enuncia es el sentimiento de caída. Ese sentimiento de caída del deseo del Otro, de caída de la vida, de caída de las posibles apuestas, de la caída del deseo mismo de vivir, parece generalizado y se presenta de distintas maneras. Y cuanto más radical sea ese sentimiento, más riesgo hay en el sujeto.
--¿Por qué señala que nadie se suicida por sentirse solo?
--Porque todo el mundo, cualquiera en esta época, puede sentirse solo. Pero otra cosa es sentirse desamparado, radicalmente desamparado. Con la soledad hay cosas que hacer, con el desamparo radical se produce un desarrollo de angustia y, en ese sentido, ya no se trata de soledad. Se trata de un sentimiento de absoluta exclusión del Otro, de sin salida.
--Si hubo un suicidio en la familia, ¿es posible que el adolescente lo repita pero no por una cuestión hereditaria sino porque lo aprendió?
--No, eso realmente no se aprende ni tampoco se hereda sino que el hecho de que haya un acontecimiento de estos en la familia tiene un lugar en el discurso. Y el adolescente se identifica con palabras que circulan en el discurso. Por ejemplo, si a un adolescente le ponen el nombre de un muerto, o el nombre de un suicida, el nombre es una nominación y da una inscripción. No pasa sin consecuencias. No quiere decir que se va a matar o que se va a suicidar, pero ahí ya hay un primer acto a través del cual se le nombra en relación a alguien que acabó con la vida, por ejemplo, o con alguien que se murió trágicamente. Es decir, las identificaciones del adolescente, en realidad, no son con personas, son con lo que circula en el discurso. Depende en qué discurso se haya movido y cuáles significantes son los que elige para nombrarse, para nominarse, para definirse. Ahora, lo otro lo hacen las contingencias. Lo contingente es lo que puede o no suceder. Entonces, lo que hace una situación del presente es actualizar algo que ya está escrito, algo que se constituyó como una fuente de inclinación inconsciente hacia el declinar. Ningún evento contingente, por violento y decepcionante que sea, precipitará el suicido. Tiene que estar esa inclinación, como tiempo lógico anterior, hacia el declinamiento. Y ya habrá que ver en la historia de cada uno cómo esa orientación hacia el declinamiento se introdujo en el discurso familiar y en su propio discurso.