“Hay que descongelar el lenguaje para no dejarlo morir en un aforismo”, decía el poeta, ensayista y cuentista Javier Galarza, que murió a los 54 años. Como no respondía los llamados, varias poetas amigas empezaron a preocuparse; lo encontraron muerto el martes 26 de julio en su casa en el barrio de San Telmo, en la misma casa en la que había vivido Enrique Symns, con quien trabajó en Cerdos & Peces.
Cómo descongelar la tristeza que genera la muerte de un poeta que construyó su obra al margen de cualquier moda, mandato o canon. La poesía de Galarza es “muy lírica y hermosa”, la define la poeta María Malusardi. Nadie sospechó ni imaginó que La religión Hölderlin, de reciente publicación por la editorial Llantén, sería su último libro. La presentación de este ensayo poético, prevista para el próximo 19 de agosto, se convertirá en un homenaje al autor de El silencio continente (2008), Reversión (2010), Refracción (2012), Lo atenuado (2014) y Chanson Babel (2017), entre otros títulos. Quedó inconcluso un libro que estaba escribiendo sobre Antonin Artaud. Malusardi cuenta que La religión Hölderlin es un libro de ensayo poético que combina “el lirismo de Javier, su propia mirada sobre la poesía, entrecruzado con sus lecturas sobre Hölderlin y el romanticismo”.
En la obra de Galarza (Buenos Aires, 27 de febrero de 1968), que dio cursos en la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino y talleres de escritura en diversas instituciones, se condensaba el pensamiento de Heidegger, además de Rilke y Artaud, dos de los poetas que circulaban a su alrededor. “Tenía una gran pasión por lo oriental también; había un ensamble interesante en su obra”, recuerda la poeta y agrega que en cada libro “Javier lograba un tono diferente”. Galarza había ganado el primer Premio Municipal de Poesía con Für Alina (2018) y justo estaba por empezar a cobrar el subsidio vitalicio que implica este reconocimiento. En coautoría con Natalia Litvinova publicó Cuerpos textualizados (2014), un intercambio epistolar en el que aparece, entre otras cuestiones, su fuerte apuesta por la poesía, aunque la consecuencia haya sido enfrentar dificultades materiales. De su obra ensayística se destacan La noche sagrada (2017) y La perfecta desnudez (2018), en coautoría con Leonardo Leibson y María Magdalena. También publicó Diez cuentos góticos (2019). En sus talleres daba mucho a la poeta estadounidense Louise Glück, Premio Nobel de Literatura 2020, “para bajar un poco a tierra”, según explicaba Galarza. “Creo que cada escritor tiene algo de herramienta, como decía (Gilles) Deleuze. Entonces la herramienta Glück o la herramienta Anne Sexton me sirven para buscar un lenguaje más a tierra”, reflexionaba el poeta.