“Estos cuencos representan nuestras historias de pérdida y reflejan la belleza de la esperanza, la curación y la renovación. Hablan del misterio de los nuevos comienzos, de una nueva vida a partir del más profundo dolor”. Palabras de la ceramista británica Rachel Ho al explayarse sobre las vasijas que crea, inspirada en una antigua técnica oriental: el kintsugi, también conocido como “carpintería de oro”. Se trata de un método para arreglar fracturas de cerámica con un barniz de resina espolvoreado con polvo de oro, sustancia que tarda bastante en secarse y que hace más visible la “herida”. En otras palabras, no intenta esconder la rotura; por el contrario, eleva las “imperfecciones” al considerar que vuelven único, más preciado al objeto. Potente metáfora del valor de la resiliencia y el amor propio, el kintsugi es asimismo una filosofía de vida respecto de sobrellevar las cicatrices y salir adelante, de encontrar belleza en la adversidad. Y es, como se ha dicho, unas de las técnicas que cultiva la mentada Ho.
El asunto viene a cuento porque, hace poco más de una semana, Rachel empezó a dejar estos cuencos “escondidos” a simple vista, en espacios públicos, para que cualquier transeúnte que encontrara alguna de las 120 piezas de su autoría, se las llevara a su hogar. “Son obras que simbolizan la fragilidad y cómo las heridas pueden cicatrizar de manera brillante, dorada”, recalca quien reconoce sentirse atraída por la “delicada naturaleza de la arcilla” y por “contar historias de curación a través del arte”. La generosa iniciativa es parte de un proyecto llamado Gift to the City, “regalo a la ciudad”, que comenzó 10 días atrás y finiquita hoy, viernes 29 de julio.
De ponernos tiquismiquis, se impone decir que los cuencos son un obsequio a gente de una urbe en particular: Manchester, al noroeste de Inglaterra, donde tanto Ho como el diseñador Micah Purnell juegan de locales y han dejado más de un centenar de piezas, cada uno, en las calles. Ella, las mentadas vasijas; él, grabados en roble con la frase “You Are Enough”. Ambos con la intención expresa de alegrar a personas que están pasando por un momento duro, atravesando una pérdida, tienen problemas de autoestima; darles un empujoncito, en fin, con un regalo que les dé ánimos.